"Se está muy lejos de acordar una tasa sobre transacciones financieras"
"Sin la participación de los acreedores privados, el tema de Grecia no marcha"
LUIS DONCEL – EL PAÍS
Tras seis años al frente del club que agrupa a los 34 países más ricos del mundo, Ángel Gurría (Tampico, México, 1950) puede presumir de tener un puesto privilegiado para observar la economía internacional. Al secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que viajó a Madrid para participar en un acto del IE Business School, le queda todavía tiempo en la OCDE para analizar las nuevas mutaciones de una crisis que comenzó hace ya cuatro años.
Pregunta. Diversos organismos hablan del riesgo de una segunda recesión. ¿Está el mundo condenado a recaer en el hoyo?
Respuesta. No estamos condenados a nada. Hay un claro debilitamiento de la recuperación, que a principios de año era más fuerte. Europa, cuyo crecimiento tiende a cero, no va a entrar en una recesión técnica, pero lo que vemos no es muy diferente.
P. El FMI hizo una llamada casi a la desesperada para que los Gobiernos tomaran las medidas necesarias. ¿Ve resultados?
R. Europa debe avanzar en la recapitalización de los bancos, evitar el contagio de Grecia... Todo esto es necesario. Pero, ¿de dónde va a venir el crecimiento? Hay muy poco espacio para la política monetaria y la fiscal. ¿Qué nos queda? Las reformas estructurales (educación, innovación, competencia, servicios de red, crecimiento verde...), que son las que permitirán crecer a medio plazo. Y no olvidarnos de lo social, de los 13 o 14 millones de parados que hay ahora más que antes de la crisis solo en los países de la OCDE.
P. En el debate entre EE UU, que apuesta por los planes de estímulo, y Europa, que pone el énfasis en la austeridad, ¿quién tiene razón?
R. Tratamos de bajar los déficits y al mismo tiempo luchar contra el paro y el debilitamiento de la recuperación. Hay que remar dos veces más fuerte. EE UU ha aprobado un paquete de 450.000 millones de dólares [337.000 millones de euros] para crear empleo a corto plazo. Y trata de estabilizar a largo. Si hay un margen creíble en el medio plazo para ajustar las cuentas públicas, puedes responder a corto a la coyuntura. En Europa, quizás haya menos margen.
P. En su último informe, el FMI reclama un ajuste fiscal "no demasiado rápido porque afectaría al crecimiento, ni demasiado lento". ¿Dónde está la frontera? ¿Ha ido Europa demasiado lejos?
R. En España, Inglaterra o Italia se había agotado el tiempo y era necesario empezar ya. En otros casos había que lanzar la señal de que el proceso comenzaba, pero cuando la economía se ralentizó tanto, se podía haber ido un poco más despacio. El problema es que los mercados y las agencias calificadoras presionan. El equilibrio es muy complicado.
P. ¿Puede Grecia salvarse de la suspensión de pagos?
R. Sin la participación de los acreedores privados, el tema de Grecia no marcha. Y digo participación, no solo que se les haga un arreglo a 30 años, porque ahora se les ha garantizado el monto de los pagos pero agregando peso a la deuda, y entonces puede resultar más caro el caldo que las albóndigas, como decimos en México. Puede ser contraproducente. Si el problema es la alta deuda, la solución quizás no sea poner más aún.
P. En mayo del año pasado usted dijo a este periódico que el euro no está en peligro. ¿Repetiría hoy lo mismo?
R. Sí, absolutamente. Que un país que representa el 2% de la economía regional tenga problemas de deuda no quiere decir que la moneda común esté en peligro. El error estratégico fue vincular estos asuntos a la estabilidad del euro en general. A partir de ahora, el asunto es muy sencillo: si quieren una red de salvamento poderosa, hay que tener elementos que aseguren que no se va a usar esa red.
P. En el G-20 se llegó a hablar de refundar el capitalismo. Dos años más tarde, los ciudadanos han sido los perjudicados, pero la regulación de los responsables de la crisis no ha llegado. ¿Ve motivos para la decepción?
R. Yo participo en el G-20 y nunca he oído a nadie que se está refundando el capitalismo. Eso aparece en las discusiones académicas, pero no en el G-20. Son gentes demasiado prácticas y ocupadas en temas concretos. Se están tomando medidas para resolver los problemas que descubrimos por omisión y por cuatro fracasos enormes: en regulación, supervisión, gobierno corporativo de las empresas y gestión del riesgo. En estos aspectos ha habido algún avance.
P. ¿Qué opina del impuesto sobre transacciones financieras que propone el presidente de la Comisión Europea?
R. Hay varias propuestas. Que sirva para luchar contra el cambio climático, contra la pobreza, para compensar los costes de la crisis bancaria, para equilibrar los presupuestos... El G-20 está muy lejos de tener un consenso. Igual se logra en Europa, aunque no todos los países están de acuerdo.
"Sin la participación de los acreedores privados, el tema de Grecia no marcha"
LUIS DONCEL – EL PAÍS
Tras seis años al frente del club que agrupa a los 34 países más ricos del mundo, Ángel Gurría (Tampico, México, 1950) puede presumir de tener un puesto privilegiado para observar la economía internacional. Al secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que viajó a Madrid para participar en un acto del IE Business School, le queda todavía tiempo en la OCDE para analizar las nuevas mutaciones de una crisis que comenzó hace ya cuatro años.
Pregunta. Diversos organismos hablan del riesgo de una segunda recesión. ¿Está el mundo condenado a recaer en el hoyo?
Respuesta. No estamos condenados a nada. Hay un claro debilitamiento de la recuperación, que a principios de año era más fuerte. Europa, cuyo crecimiento tiende a cero, no va a entrar en una recesión técnica, pero lo que vemos no es muy diferente.
P. El FMI hizo una llamada casi a la desesperada para que los Gobiernos tomaran las medidas necesarias. ¿Ve resultados?
R. Europa debe avanzar en la recapitalización de los bancos, evitar el contagio de Grecia... Todo esto es necesario. Pero, ¿de dónde va a venir el crecimiento? Hay muy poco espacio para la política monetaria y la fiscal. ¿Qué nos queda? Las reformas estructurales (educación, innovación, competencia, servicios de red, crecimiento verde...), que son las que permitirán crecer a medio plazo. Y no olvidarnos de lo social, de los 13 o 14 millones de parados que hay ahora más que antes de la crisis solo en los países de la OCDE.
P. En el debate entre EE UU, que apuesta por los planes de estímulo, y Europa, que pone el énfasis en la austeridad, ¿quién tiene razón?
R. Tratamos de bajar los déficits y al mismo tiempo luchar contra el paro y el debilitamiento de la recuperación. Hay que remar dos veces más fuerte. EE UU ha aprobado un paquete de 450.000 millones de dólares [337.000 millones de euros] para crear empleo a corto plazo. Y trata de estabilizar a largo. Si hay un margen creíble en el medio plazo para ajustar las cuentas públicas, puedes responder a corto a la coyuntura. En Europa, quizás haya menos margen.
P. En su último informe, el FMI reclama un ajuste fiscal "no demasiado rápido porque afectaría al crecimiento, ni demasiado lento". ¿Dónde está la frontera? ¿Ha ido Europa demasiado lejos?
R. En España, Inglaterra o Italia se había agotado el tiempo y era necesario empezar ya. En otros casos había que lanzar la señal de que el proceso comenzaba, pero cuando la economía se ralentizó tanto, se podía haber ido un poco más despacio. El problema es que los mercados y las agencias calificadoras presionan. El equilibrio es muy complicado.
P. ¿Puede Grecia salvarse de la suspensión de pagos?
R. Sin la participación de los acreedores privados, el tema de Grecia no marcha. Y digo participación, no solo que se les haga un arreglo a 30 años, porque ahora se les ha garantizado el monto de los pagos pero agregando peso a la deuda, y entonces puede resultar más caro el caldo que las albóndigas, como decimos en México. Puede ser contraproducente. Si el problema es la alta deuda, la solución quizás no sea poner más aún.
P. En mayo del año pasado usted dijo a este periódico que el euro no está en peligro. ¿Repetiría hoy lo mismo?
R. Sí, absolutamente. Que un país que representa el 2% de la economía regional tenga problemas de deuda no quiere decir que la moneda común esté en peligro. El error estratégico fue vincular estos asuntos a la estabilidad del euro en general. A partir de ahora, el asunto es muy sencillo: si quieren una red de salvamento poderosa, hay que tener elementos que aseguren que no se va a usar esa red.
P. En el G-20 se llegó a hablar de refundar el capitalismo. Dos años más tarde, los ciudadanos han sido los perjudicados, pero la regulación de los responsables de la crisis no ha llegado. ¿Ve motivos para la decepción?
R. Yo participo en el G-20 y nunca he oído a nadie que se está refundando el capitalismo. Eso aparece en las discusiones académicas, pero no en el G-20. Son gentes demasiado prácticas y ocupadas en temas concretos. Se están tomando medidas para resolver los problemas que descubrimos por omisión y por cuatro fracasos enormes: en regulación, supervisión, gobierno corporativo de las empresas y gestión del riesgo. En estos aspectos ha habido algún avance.
P. ¿Qué opina del impuesto sobre transacciones financieras que propone el presidente de la Comisión Europea?
R. Hay varias propuestas. Que sirva para luchar contra el cambio climático, contra la pobreza, para compensar los costes de la crisis bancaria, para equilibrar los presupuestos... El G-20 está muy lejos de tener un consenso. Igual se logra en Europa, aunque no todos los países están de acuerdo.
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