Javier Nart / elEconomista.es
Llevamos casi un decenio embarcados en ocurrencias y naderías zapatéticas, gestionando la metafísica con la mirada puesta no en la utopía, sino en Babia. Confundiendo la izquierda con el populismo. Dividiendo, que no uniendo.
Y, sobre todo, envolviendo una gestión económica indistinguible del aznarato con desplantes y retórica a modo de capote o engaño para llevarse el toro (el pueblo español) a tablas.
Vayamos a la sustancia. La izquierda se define (o debería hacerlo) por una sensibilidad social. Pero, ¿ha sido así?
Si examinamos la participación en el PIB de las rentas del capital y las del trabajo, nos encontramos con que la mayor participación de las segundas (50 por ciento respecto al 41 por ciento) ¡se produce en el año 2000; esto es, en el mandato del derechista Aznar! Hoy, con el "progresista e izquierdista" Zapatero, la proporción es de 48 y 43 por ciento respectivamente.
Y si nos centramos en el corazón de la crisis, ésta ha sido consecuencia del infame negocio bancario de vender caro en España el dinero que adquiría barato en Europa. Nuestro sistema financiero (bancos y cajas de ahorros) no tenía el más mínimo escrúpulo en sobrevalorar las hipotecas empujando al españolito medio a endeudarse hasta las cejas en una carrera frenética que le ha llevado al precipicio.
¿Quién es el responsable de este crimen económico? ¿El pueblo de a pie, que ignoraba la esencia del disparate y a quien se animaba a vivir por encima de sus posibilidades, o el obsceno negocio de los bancos? Los beneficios han sido de la banca, que ahora requiere nuestra solidaridad en forma de afianzamientos sin que ni uno solo de sus dirigentes haya sido responsabilizado de nada.
¿Y qué decir de los millonarios bonus y dividendos distribuidos por resultados ficticios, falsos? ¿A alguien se le ha requerido para que devuelva lo que nunca había verdaderamente ganado? Son los mismos que hoy se nos presentan como los únicos que nos pueden salvar del desastre al que ellos nos han llevado.
Llevamos casi un decenio embarcados en ocurrencias y naderías zapatéticas, gestionando la metafísica con la mirada puesta no en la utopía, sino en Babia. Confundiendo la izquierda con el populismo. Dividiendo, que no uniendo.
Y, sobre todo, envolviendo una gestión económica indistinguible del aznarato con desplantes y retórica a modo de capote o engaño para llevarse el toro (el pueblo español) a tablas.
Vayamos a la sustancia. La izquierda se define (o debería hacerlo) por una sensibilidad social. Pero, ¿ha sido así?
Si examinamos la participación en el PIB de las rentas del capital y las del trabajo, nos encontramos con que la mayor participación de las segundas (50 por ciento respecto al 41 por ciento) ¡se produce en el año 2000; esto es, en el mandato del derechista Aznar! Hoy, con el "progresista e izquierdista" Zapatero, la proporción es de 48 y 43 por ciento respectivamente.
Y si nos centramos en el corazón de la crisis, ésta ha sido consecuencia del infame negocio bancario de vender caro en España el dinero que adquiría barato en Europa. Nuestro sistema financiero (bancos y cajas de ahorros) no tenía el más mínimo escrúpulo en sobrevalorar las hipotecas empujando al españolito medio a endeudarse hasta las cejas en una carrera frenética que le ha llevado al precipicio.
¿Quién es el responsable de este crimen económico? ¿El pueblo de a pie, que ignoraba la esencia del disparate y a quien se animaba a vivir por encima de sus posibilidades, o el obsceno negocio de los bancos? Los beneficios han sido de la banca, que ahora requiere nuestra solidaridad en forma de afianzamientos sin que ni uno solo de sus dirigentes haya sido responsabilizado de nada.
¿Y qué decir de los millonarios bonus y dividendos distribuidos por resultados ficticios, falsos? ¿A alguien se le ha requerido para que devuelva lo que nunca había verdaderamente ganado? Son los mismos que hoy se nos presentan como los únicos que nos pueden salvar del desastre al que ellos nos han llevado.
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