Alejandro Ramos Esquivel / El Financiero
A la memoria del maestro Miguel Ángel Granados Chapa, con admiración y afecto
México es un país singular y en mucho símbolo de lo que es América Latina. Fue la primera nación en el siglo XX en tener una revolución social. Esto ocurrió en 1910, antes de la revolución bolchevique en Rusia, en 1917.
La Revolución Mexicana, que costó un millón de vidas en un país de diez millones de habitantes por aquel entonces, puso fin a una dictadura, la de Porfirio Díaz, que había gobernado al país durante más de 30 años.
La Revolución, donde surgieron personajes populares como Pancho Villa y Emiliano Zapata, tuvo un marcado sentido social y de reivindicación de las clases populares, especialmente las campesinas, dado que México era un país predominantemente rural.
La revolución de 1910 fue una lucha de caudillos que finalmente lograron un acuerdo hasta más de diez años después de haber derrocado a Porfirio Díaz.
Uno de esos caudillos, el general Plutarco Elías Calles, logró conciliar a los jefes militares bajo un objetivo común: la pacificación del país, bajo un manto protector para todos, un partido político que al paso del tiempo derivó en el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
El partido fundado por Calles aglutinó a los jefes militares y les dio representatividad regional, con lo cual, mediante una serie de principios de reivindicación social en materia agraria y laboral, logró un buen respaldo de la población, enarbolando una bandera de estabilidad que le permitió gobernar durante 70 años.
En contraste con la mayor parte de los países de América Latina, donde predominaban los golpes de Estado y los gobiernos dictatoriales, México logró una larga estabilidad y un razonable desarrollo, a la par que se convirtió en un dique entre el sur del continente y Estados Unidos.
Un hecho que ejemplifica esta situación fue el que México fue el único país del continente americano que no votó en favor de la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos (OEA), cuando triunfó la revolución encabezada por Fidel Castro.
Durante un largo periodo de su historia, enarbolando una "democracia" sui géneris, México logró estabilidad política y social; la mejoría de las clases pobres y una razonable independencia de su poderoso vecino del norte: Estados Unidos. De algún modo fue un estandarte en América Latina.
Agotamiento del modelo
Sin embargo, como se dice coloquialmente, todo por servir se acaba y el modelo mexicano comenzó a dar muestras de agotamiento en los años sesenta del siglo pasado.
Un episodio cruento, la masacre de Tlatelolco, donde en 1968 murieron cientos de estudiantes que reclamaban libertades democráticas, representó en los hechos el principio del fin de lo que el escritor peruano Mario Vargas Llosa definió como la "dictadura perfecta".
Ya para entonces el modelo de economía mixta establecido en el país no alcanzaba para ofrecer oportunidades de progreso a la mayor parte de la población y México aumentó su desigualdad, muy al estilo latinoamericano, con pocos ricos y muchos pobres.
Al propio tiempo las finanzas públicas entraron en crisis y en 1976, después de más de 20 años de paridad fija, el peso mexicano sufrió una macrodevaluación frente al dólar estadounidense.
Las crisis recurrentes
El modelo de economía mixta, con gran participación del Estado y un marcado proteccionismo a empresas privadas nacionales y extranjeras, agotó sus posibilidades, lo que se tradujo en nuevas devaluaciones de la moneda, desempleo y elevada inflación.
Las crisis económicas se produjeron en 1982, 1987 y 1995, desquiciando las finanzas del país y dejando una secuela de desempleo y empobrecimiento de amplias capas de la población. El modelo priista había dejado de funcionar.
De poco había servido que México se hubiese convertido en los años setenta en una potencia petrolera, que hubiese captado ingresos extraordinarios, si al propio tiempo se endeudó de manera desproporcionada hasta que llegó el momento en que ya no pudo pagar.
El hartazgo del modelo priista se reflejó en las urnas y en las elecciones del año 2000 el PAN, el más antiguo partido de oposición, terminó con 70 años de monopolio del poder del partido surgido de la Revolución.
Sin embargo, las expectativas de cambio abiertas por el PAN no se cumplieron, particularmente en el terreno económico, donde se produjo una nueva crisis -ésta de influencia global- y el desempleo y la pérdida del poder adquisitivo de la mayor parte de la población siguieron en aumento.
México forma ya parte del mundo global y ha ampliado su dependencia económica y de algún modo también la política de Estados Unidos, por lo que las crisis en la Unión Americana afectan directamente a su vecino del sur.
El momento actual
Con una población de más de cien millones de habitantes, de los cuales más de la mitad se encuentran en niveles de pobreza, México marcha al ritmo económico de Estados Unidos, que es su principal socio comercial. Su moneda, el peso, está ligada al dólar estadounidense.
A pesar de ello, en las recientes crisis globales, México ha podido salir razonablemente bien librado gracias a su disciplina financiera y su estabilidad macroeconómica, derivada de un déficit y una inflación controlados.
Sin embargo, esto no ha impedido el empobrecimiento de amplias capas de la población y el desempleo y la economía informal han ido en aumento.
Esto se ha traducido en un fuerte cuestionamiento a los gobiernos panistas, que con sólo diez años en el ejercicio del poder lucen agotados y muy cercanos a devolverles el gobierno a los priistas, dado que la otra fuerza política, la izquierda, no logra cohesionarse, lo que le resta competitividad ante la ya cercana elección presidencial de julio del año próximo.
A la memoria del maestro Miguel Ángel Granados Chapa, con admiración y afecto
México es un país singular y en mucho símbolo de lo que es América Latina. Fue la primera nación en el siglo XX en tener una revolución social. Esto ocurrió en 1910, antes de la revolución bolchevique en Rusia, en 1917.
La Revolución Mexicana, que costó un millón de vidas en un país de diez millones de habitantes por aquel entonces, puso fin a una dictadura, la de Porfirio Díaz, que había gobernado al país durante más de 30 años.
La Revolución, donde surgieron personajes populares como Pancho Villa y Emiliano Zapata, tuvo un marcado sentido social y de reivindicación de las clases populares, especialmente las campesinas, dado que México era un país predominantemente rural.
La revolución de 1910 fue una lucha de caudillos que finalmente lograron un acuerdo hasta más de diez años después de haber derrocado a Porfirio Díaz.
Uno de esos caudillos, el general Plutarco Elías Calles, logró conciliar a los jefes militares bajo un objetivo común: la pacificación del país, bajo un manto protector para todos, un partido político que al paso del tiempo derivó en el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
El partido fundado por Calles aglutinó a los jefes militares y les dio representatividad regional, con lo cual, mediante una serie de principios de reivindicación social en materia agraria y laboral, logró un buen respaldo de la población, enarbolando una bandera de estabilidad que le permitió gobernar durante 70 años.
En contraste con la mayor parte de los países de América Latina, donde predominaban los golpes de Estado y los gobiernos dictatoriales, México logró una larga estabilidad y un razonable desarrollo, a la par que se convirtió en un dique entre el sur del continente y Estados Unidos.
Un hecho que ejemplifica esta situación fue el que México fue el único país del continente americano que no votó en favor de la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos (OEA), cuando triunfó la revolución encabezada por Fidel Castro.
Durante un largo periodo de su historia, enarbolando una "democracia" sui géneris, México logró estabilidad política y social; la mejoría de las clases pobres y una razonable independencia de su poderoso vecino del norte: Estados Unidos. De algún modo fue un estandarte en América Latina.
Agotamiento del modelo
Sin embargo, como se dice coloquialmente, todo por servir se acaba y el modelo mexicano comenzó a dar muestras de agotamiento en los años sesenta del siglo pasado.
Un episodio cruento, la masacre de Tlatelolco, donde en 1968 murieron cientos de estudiantes que reclamaban libertades democráticas, representó en los hechos el principio del fin de lo que el escritor peruano Mario Vargas Llosa definió como la "dictadura perfecta".
Ya para entonces el modelo de economía mixta establecido en el país no alcanzaba para ofrecer oportunidades de progreso a la mayor parte de la población y México aumentó su desigualdad, muy al estilo latinoamericano, con pocos ricos y muchos pobres.
Al propio tiempo las finanzas públicas entraron en crisis y en 1976, después de más de 20 años de paridad fija, el peso mexicano sufrió una macrodevaluación frente al dólar estadounidense.
Las crisis recurrentes
El modelo de economía mixta, con gran participación del Estado y un marcado proteccionismo a empresas privadas nacionales y extranjeras, agotó sus posibilidades, lo que se tradujo en nuevas devaluaciones de la moneda, desempleo y elevada inflación.
Las crisis económicas se produjeron en 1982, 1987 y 1995, desquiciando las finanzas del país y dejando una secuela de desempleo y empobrecimiento de amplias capas de la población. El modelo priista había dejado de funcionar.
De poco había servido que México se hubiese convertido en los años setenta en una potencia petrolera, que hubiese captado ingresos extraordinarios, si al propio tiempo se endeudó de manera desproporcionada hasta que llegó el momento en que ya no pudo pagar.
El hartazgo del modelo priista se reflejó en las urnas y en las elecciones del año 2000 el PAN, el más antiguo partido de oposición, terminó con 70 años de monopolio del poder del partido surgido de la Revolución.
Sin embargo, las expectativas de cambio abiertas por el PAN no se cumplieron, particularmente en el terreno económico, donde se produjo una nueva crisis -ésta de influencia global- y el desempleo y la pérdida del poder adquisitivo de la mayor parte de la población siguieron en aumento.
México forma ya parte del mundo global y ha ampliado su dependencia económica y de algún modo también la política de Estados Unidos, por lo que las crisis en la Unión Americana afectan directamente a su vecino del sur.
El momento actual
Con una población de más de cien millones de habitantes, de los cuales más de la mitad se encuentran en niveles de pobreza, México marcha al ritmo económico de Estados Unidos, que es su principal socio comercial. Su moneda, el peso, está ligada al dólar estadounidense.
A pesar de ello, en las recientes crisis globales, México ha podido salir razonablemente bien librado gracias a su disciplina financiera y su estabilidad macroeconómica, derivada de un déficit y una inflación controlados.
Sin embargo, esto no ha impedido el empobrecimiento de amplias capas de la población y el desempleo y la economía informal han ido en aumento.
Esto se ha traducido en un fuerte cuestionamiento a los gobiernos panistas, que con sólo diez años en el ejercicio del poder lucen agotados y muy cercanos a devolverles el gobierno a los priistas, dado que la otra fuerza política, la izquierda, no logra cohesionarse, lo que le resta competitividad ante la ya cercana elección presidencial de julio del año próximo.
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