viernes, 4 de noviembre de 2011

MANIPULACIÓN DE DIVISAS Y DESORDEN FINANCIERO MUNDIAL

Alejandro Gómez Tamez / El Financiero
El 3 de noviembre, en el marco de la mesa de Crecimiento Verde del B20, nuestro presidente Felipe Calderón dio un mensaje muy importante en el que criticó a las naciones que manipulan su tipo de cambio, ya que esto provoca “enormes desequilibrios en el comercio y en las economías. Y eso es la fuente más importante de la crisis actual en el mundo”.
Sin embargo, el mensaje del presidente Calderón tendría un mucho mayor valor si él admitiera que México también manipula su tipo de cambio para sus propios fines.
Concretamente el presidente Calderón señaló: "Tenemos que hablar acerca de la sobredepreciación o depreciación artificial en algunas divisas, como en Asia, China y en otros países del mundo. No es posible hablar acerca del libre comercio sin hablar de eso".
Desde luego que el presidente Calderón critica a las naciones que han modificado su política monetaria, bajando tasas de interés, con el fin de depreciar sus monedas, lo cual los hace más competitivos en los mercados globales. Pero aquí la cuestión es que aunque lo nieguen, el Banco de México también manipula la paridad peso-dólar, pero por lo general con el fin de sobrevaluar (revaluar) al peso.
Lo hemos dicho en muchas ocasiones en esta columna. Quien diga que existe la libre flotación miente, ya que ésta no existe en ningún país debido a que el tipo de cambio es influido por medio del nivel de las tasas de interés.
En este sentido, vale la pena sacar a colación el International Fisher Effect (IEE), el cual es una hipótesis que establece que la diferencia nominal en las tasas de interés equivalentes entre dos naciones determina el movimiento del tipo de cambio nominal. Así, si México mantiene tasas de interés más elevadas que Estados Unidos, en el corto plazo el peso debería fortalecerse frente al dólar por una mayor entrada de divisas al país.
Así pues, el Banco de México ha sido criticado una y otra vez por esta columna por tener una tradición histórica (pero sobre todo en el periodo en el que Guillermo Ortiz estuvo como Gobernador del Banxico) de mantener tasas de interés de referencia deliberadamente altas. ¿Con qué fin mantienen tasas de interés altas? Pues para controlar la inflación por dos vías:
Primero, con las tasas de interés altas se inhibe la inversión productiva y el ritmo de crecimiento económico será menor. Si hay menor crecimiento económico, hay menos creación de empleo y un mercado interno débil, lo cual limita el que los empresarios puedan subir precios. ¿Cómo aumentan precios los negocios si de por sí las ventas son bajas?
Segundo, y es el efecto más perverso: a través de tasas de interés artificialmente altas en nuestro país, el diferencial con respecto a las tasas de interés de otros países se incrementa. Esto provoca que haya mayor cantidad de divisas internacionales fluyendo hacía México.
Así, ante una entrada masiva de capitales golondrinos a la economía nacional, el peso se fortalece en el corto plazo y por lo tanto todos los productos importados se vuelven más baratos.
Para ilustrar lo anterior, imagine que va a comprar unos zapatos importados de 20 dólares: si el tipo de cambio es 13.50 pesos por dólar, esos zapatos le costarán $270 pesos, pero si el tipo de cambio es de $11 pesos por dólar, entonces esos mismos zapatos le costarán sólo $220 pesos.
De esta manera, las autoridades monetarias del país tienen un incentivo a mantener las tasas de interés altas, para que así el peso esté sobrevaluado y así cuentan con una manera práctica de mantener la inflación controlada: fomentando la importación de bienes de consumo (subsidiados con un dólar barato), lo que hace que los productores nacionales no puedan subir precios y, en algunos casos, provoca el cierre de empresas nacionales que no pueden competir ante la entrada masiva de mercancías con un dólar subsidiado.
“Súper peso” artificial
Desde luego que ahora con la incertidumbre por la crisis europea y la debilidad de la economía estadounidense, ya no tenemos un dólar barato, sino uno en 13.60 pesos, el cual es un nivel que refleja más correctamente los diferenciales de inflación acumulados entre Estados Unidos y México de 1997 a la fecha.
El problema es que si el Banco de México pudiera, llevaría la paridad cambiaria nuevamente a niveles cercanos a los 11 pesos por dólar como estábamos hace tres meses. Y de hecho esto es lo que la mayoría de los analistas prevén: que una vez que se normalicen las cosas con la Unión Europea, es altamente probable que volvamos a ver al dólar por debajo de los $12 pesos.
¿En base a qué puedo señalar lo anterior? Pues debido al hecho de que el Banco de México no ha querido relajar su política monetaria bajando su tasa de interés de referencia del nivel actual de 4.5% a un 4.25 o 4%, no obstante las abundantes señales de desaceleración económica nacional y global.
Así, mientras que la Unión Europea y otras naciones relajan su política monetaria, México la mantiene restringida con el fin de que las tasas se mantengan altas y así el dólar continúe siendo una pieza fundamental en el combate a la inflación.
Todo esto nos lleva a la lamentable conclusión de que el nivel de paridad cambiaria en México no es una herramienta para el impulso de la economía nacional, sino que es una variable que está sujeta a los objetivos de control de inflación.
Así, es curioso ver que nuestro presidente Calderón acusa en un foro internacional a quienes manipulan su tipo de cambio, depreciándolo con el objetivo de conquistar mercados internacionales, mientras que en lo interno el Banco de México manipula el tipo de cambio para tener un “súper peso” en perjuicio de la planta productiva nacional.
El día que la política monetaria en México pueda ser implementada con libertad de intereses externos, y con el objetivo de impulsar el crecimiento de la producción y el empleo nacionales veremos como esté país puede comenzar a dejar atrás muchos de los obstáculos más importantes para su desarrollo.

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