Los economistas deben decir a quiénes asesoran o para quién trabajan
JOAQUÍN ESTEFANÍA / EL PAÍS
En lo único que había consenso es que estábamos en la fase política de la crisis económica y ha llegado la tecnocracia. En que se necesitaba una gran capacidad de liderazgo político para que el viejo continente recuperase su lugar en el mundo y la gente creyese en el proyecto de más Europa y más integración, y se pone al frente de los países con las principales dificultades a personas que no han sido elegidas por los ciudadanos. La Unión Europea, después de muchos aspavientos, ha entrado en la etapa López Rodó de solución de sus problemas.
Los mercados han saludado hasta ahora la dimisión de Berlusconi -no es para menos-, la posibilidad de que Mario Monti sea el nuevo primer ministro italiano, y que Lucas Papademos conduzca a Grecia en la aplicación a corto plazo del durísimo plan de rigor mortis hasta la convocatoria de unas elecciones generales que pueden llevar al Gobierno a los mismos que engañaron a Eurostat, manipulando los datos de la economía del país. Quizá Europa pueda salir del mal momento económico pero a cambio de una reducción de la calidad de sus instituciones y de la propia democracia.
Los tecnócratas no son espíritus puros sino que, como los políticos a los que sustituyen y el resto de los ciudadanos, tienen su ideología y llegan al poder para aplicar una determinada política económica: la que ha ordenado la señora Merkel con el apoyo acrítico de Sarkozy, que consiste en grandes dosis de austeridad para los países del sur a cambio de salvar la eurozona, que es el glacis en el que se desarrolla y negocia su economía en condiciones más favorables. Lo ha escrito el economista francés Jean-Paul Fitoussi, en forma de alegoría (La democracia y el mercado. Editorial Paidós): la crisis dice a los perdedores, lamentamos sinceramente el destino que habéis tenido, pero las leyes de la economía son despiadadas y es preciso que os adaptéis a ellas reduciendo las protecciones que aún poseéis. Si os queréis enriquecer debéis aceptar previamente una mayor precariedad; este es el camino que os hará encontrar el futuro.
Monti ha hecho una parte principal de su carrera en la Comisión Europea, donde fue el látigo de los monopolios; Papademos, en el Banco Central de Grecia y en el Banco Central Europeo. Cuando no tuvieron cargos públicos se refugiaron en la academia y en sus centros de pensamiento. El documental Inside Job nos ha enseñado que los economistas académicos y los tecnócratas que aparecen opinando en los medios de comunicación y realizando documentos institucionales deben poner en su ficha pública las empresas o los sectores a los que asesoran o para los que trabajan, además de las universidades en las que investigan. Para que no nos llevemos sorpresas desagradables y se conozcan los intereses que tienen. El economista Bernardo Kliksberg, vinculado al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), ha descrito lo sucedido a principios de ese mes en la Universidad de Harvard: los estudiantes de Introducción a la Economía abandonaron la clase que daba Gregory Mankiw -e hicieron pública una carta abierta explicando su acción- por el continuo sesgo ideológico de su profesor a favor de una determinada manera de ver la economía (la favorable a una continua desregulación de los mercados, que es la que ha conducido a la crisis económica). Mankiw no es solo el autor de uno de los manuales de macroeconomía vendidos en todo el mundo, sino que fue el jefe de los asesores económicos de George Bush.
Berlusconi ha dejado el Gobierno italiano una vez aprobados los Presupuestos del Estado del año 2012, con las recomendaciones exigidas por Bruselas, Fráncfort y Washington (sedes de la Comisión Europea, el BCE y el FMI). Los representantes de esa misma troika de instituciones viajan esta semana a Atenas para avalar las medidas que pondrá en marcha Papademos, condición necesaria para liberar los 8.000 millones de euros que quedan del primer paquete de rescate a Grecia y los 110.000 millones del segundo. Mientras tanto, el anunciado Fondo de Estabilidad Financiera Europea de un billón de euros sigue sin ser efectivo, y la quita voluntaria de los bancos privados al 50% de la deuda soberana griega continúa sin cerrarse. Esta sí que es la Europa a distintas
JOAQUÍN ESTEFANÍA / EL PAÍS
En lo único que había consenso es que estábamos en la fase política de la crisis económica y ha llegado la tecnocracia. En que se necesitaba una gran capacidad de liderazgo político para que el viejo continente recuperase su lugar en el mundo y la gente creyese en el proyecto de más Europa y más integración, y se pone al frente de los países con las principales dificultades a personas que no han sido elegidas por los ciudadanos. La Unión Europea, después de muchos aspavientos, ha entrado en la etapa López Rodó de solución de sus problemas.
Los mercados han saludado hasta ahora la dimisión de Berlusconi -no es para menos-, la posibilidad de que Mario Monti sea el nuevo primer ministro italiano, y que Lucas Papademos conduzca a Grecia en la aplicación a corto plazo del durísimo plan de rigor mortis hasta la convocatoria de unas elecciones generales que pueden llevar al Gobierno a los mismos que engañaron a Eurostat, manipulando los datos de la economía del país. Quizá Europa pueda salir del mal momento económico pero a cambio de una reducción de la calidad de sus instituciones y de la propia democracia.
Los tecnócratas no son espíritus puros sino que, como los políticos a los que sustituyen y el resto de los ciudadanos, tienen su ideología y llegan al poder para aplicar una determinada política económica: la que ha ordenado la señora Merkel con el apoyo acrítico de Sarkozy, que consiste en grandes dosis de austeridad para los países del sur a cambio de salvar la eurozona, que es el glacis en el que se desarrolla y negocia su economía en condiciones más favorables. Lo ha escrito el economista francés Jean-Paul Fitoussi, en forma de alegoría (La democracia y el mercado. Editorial Paidós): la crisis dice a los perdedores, lamentamos sinceramente el destino que habéis tenido, pero las leyes de la economía son despiadadas y es preciso que os adaptéis a ellas reduciendo las protecciones que aún poseéis. Si os queréis enriquecer debéis aceptar previamente una mayor precariedad; este es el camino que os hará encontrar el futuro.
Monti ha hecho una parte principal de su carrera en la Comisión Europea, donde fue el látigo de los monopolios; Papademos, en el Banco Central de Grecia y en el Banco Central Europeo. Cuando no tuvieron cargos públicos se refugiaron en la academia y en sus centros de pensamiento. El documental Inside Job nos ha enseñado que los economistas académicos y los tecnócratas que aparecen opinando en los medios de comunicación y realizando documentos institucionales deben poner en su ficha pública las empresas o los sectores a los que asesoran o para los que trabajan, además de las universidades en las que investigan. Para que no nos llevemos sorpresas desagradables y se conozcan los intereses que tienen. El economista Bernardo Kliksberg, vinculado al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), ha descrito lo sucedido a principios de ese mes en la Universidad de Harvard: los estudiantes de Introducción a la Economía abandonaron la clase que daba Gregory Mankiw -e hicieron pública una carta abierta explicando su acción- por el continuo sesgo ideológico de su profesor a favor de una determinada manera de ver la economía (la favorable a una continua desregulación de los mercados, que es la que ha conducido a la crisis económica). Mankiw no es solo el autor de uno de los manuales de macroeconomía vendidos en todo el mundo, sino que fue el jefe de los asesores económicos de George Bush.
Berlusconi ha dejado el Gobierno italiano una vez aprobados los Presupuestos del Estado del año 2012, con las recomendaciones exigidas por Bruselas, Fráncfort y Washington (sedes de la Comisión Europea, el BCE y el FMI). Los representantes de esa misma troika de instituciones viajan esta semana a Atenas para avalar las medidas que pondrá en marcha Papademos, condición necesaria para liberar los 8.000 millones de euros que quedan del primer paquete de rescate a Grecia y los 110.000 millones del segundo. Mientras tanto, el anunciado Fondo de Estabilidad Financiera Europea de un billón de euros sigue sin ser efectivo, y la quita voluntaria de los bancos privados al 50% de la deuda soberana griega continúa sin cerrarse. Esta sí que es la Europa a distintas
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