LEO ZUCKERMANN / EXCELSIOR
"No hay manera: o pagas mordida o no hay negocio", dice un amigo empresario con total honestidad. "Mira, el sistema está diseñado para la corrupción. Los años electorales son los peores. Ahí los inspectores gubernamentales caen cada día. Los permisos aumentan de precio. Los funcionarios abiertamente te dicen que tienen que cooperarse para el cochinito del jefe porque vienen las elecciones". Le reclamo que sólo fomentaba la corrupción al actuar así. "No sé. Lo que sé es que, sin aceite, no funciona la maquinaria. Yo me dedico a hacer dinero. Y en México, sobre todo en mi negocio, no hay manera de hacer dinero sin mordidas", remata mi amigo.
Desafortunadamente no es el único empresario que me ha confesado esto. La queja es frecuente entre la comunidad empresarial, tanto nacional como extranjera. Muchos negocios no pueden operar a menos que sobornen. Entiendo el punto de vista. Los empresarios están para hacer dinero y resulta que hay países donde no hay manera de prosperar a menos que se esté dispuesto a sobornar. "Sin tranza no se avanza", parece ser la consigna. Pero, ¿acaso los empresarios no son responsables del problema al aceptar esta situación? Yo creo que sí.
Por eso resulta relevante el informe que presentó ayer Transparencia Internacional titulado "Índice de Fuentes de Soborno". Se trata de una encuesta a tres mil ejecutivos de las 28 economías más grandes del mundo (por lo menos 100 por país) para medir el pago de sobornos cuando hacen negocios en estas naciones. Los resultados son interesantes. Destaca que "desde el último índice que se publicó en 2008, no se ha visto una mejora en las percepciones de la frecuencia promedio de sobornos hacia el exterior".
El informe revela que "el soborno entre compañías en los diferentes sectores es visto como igual de común y corriente, así como justo, que el soborno entre empresas privadas y funcionarios públicos". Además, la probabilidad de sobornar para hacer negocios en el extranjero no sólo depende de la percepción que tengan los ejecutivos de la corrupción que existe en el sector público del país en el que piensan invertir y operar. También está determinada por la "integridad" de la empresa en cuestión: si ésta es honesta en su país de origen, tiende a sobornar menos al ir al extranjero. En conclusión, las empresas sí tienen un papel importante en el pernicioso juego de los sobornos. No sólo se sobornan entre ellas sino que tienden a corrompen más si así actúan en su país de origen.
"Las compañías chinas y rusas son vistas como las más probables de pagar sobornos". Si bien China y Rusia son los peores países en materia de corrupción empresarial, el país que les sigue es México que se ubica en el lugar 26 de los 28 del estudio. Argentina y Brasil, los otros dos países latinoamericanos incluidos en la encuesta, se encuentran en una mejor posición que México en los lugares 23 y 14, respectivamente. Nuestro principal socio comercial, Estados Unidos, se ubica en el sitio 10. Los tres países que mejor salen, donde se percibe menos corrupción empresarial, son Holanda, Suiza y Bélgica.
De acuerdo a Transparencia Mexicana, filial de Transparencia Internacional en nuestro país, "estos resultados son de mayor importancia para la política exterior mexicana en momentos en los que Francia entregará la estafeta de la presidencia del Grupo de los 20 (G20) al gobierno de México. La presidencia de Francia se ha caracterizado por su impulso al programa de acción contra la corrupción del G20". En este sentido, sería bueno que México aprovechara esta coyuntura para mejorar, por lo menos en algo, la corrupción empresarial en el país. El objetivo: que los empresarios puedan hacer dinero sin tener que sobornar ni a empresas ni a gobiernos. Y como lo demuestra el estudio en cuestión, de que se puede, se puede.
"No hay manera: o pagas mordida o no hay negocio", dice un amigo empresario con total honestidad. "Mira, el sistema está diseñado para la corrupción. Los años electorales son los peores. Ahí los inspectores gubernamentales caen cada día. Los permisos aumentan de precio. Los funcionarios abiertamente te dicen que tienen que cooperarse para el cochinito del jefe porque vienen las elecciones". Le reclamo que sólo fomentaba la corrupción al actuar así. "No sé. Lo que sé es que, sin aceite, no funciona la maquinaria. Yo me dedico a hacer dinero. Y en México, sobre todo en mi negocio, no hay manera de hacer dinero sin mordidas", remata mi amigo.
Desafortunadamente no es el único empresario que me ha confesado esto. La queja es frecuente entre la comunidad empresarial, tanto nacional como extranjera. Muchos negocios no pueden operar a menos que sobornen. Entiendo el punto de vista. Los empresarios están para hacer dinero y resulta que hay países donde no hay manera de prosperar a menos que se esté dispuesto a sobornar. "Sin tranza no se avanza", parece ser la consigna. Pero, ¿acaso los empresarios no son responsables del problema al aceptar esta situación? Yo creo que sí.
Por eso resulta relevante el informe que presentó ayer Transparencia Internacional titulado "Índice de Fuentes de Soborno". Se trata de una encuesta a tres mil ejecutivos de las 28 economías más grandes del mundo (por lo menos 100 por país) para medir el pago de sobornos cuando hacen negocios en estas naciones. Los resultados son interesantes. Destaca que "desde el último índice que se publicó en 2008, no se ha visto una mejora en las percepciones de la frecuencia promedio de sobornos hacia el exterior".
El informe revela que "el soborno entre compañías en los diferentes sectores es visto como igual de común y corriente, así como justo, que el soborno entre empresas privadas y funcionarios públicos". Además, la probabilidad de sobornar para hacer negocios en el extranjero no sólo depende de la percepción que tengan los ejecutivos de la corrupción que existe en el sector público del país en el que piensan invertir y operar. También está determinada por la "integridad" de la empresa en cuestión: si ésta es honesta en su país de origen, tiende a sobornar menos al ir al extranjero. En conclusión, las empresas sí tienen un papel importante en el pernicioso juego de los sobornos. No sólo se sobornan entre ellas sino que tienden a corrompen más si así actúan en su país de origen.
"Las compañías chinas y rusas son vistas como las más probables de pagar sobornos". Si bien China y Rusia son los peores países en materia de corrupción empresarial, el país que les sigue es México que se ubica en el lugar 26 de los 28 del estudio. Argentina y Brasil, los otros dos países latinoamericanos incluidos en la encuesta, se encuentran en una mejor posición que México en los lugares 23 y 14, respectivamente. Nuestro principal socio comercial, Estados Unidos, se ubica en el sitio 10. Los tres países que mejor salen, donde se percibe menos corrupción empresarial, son Holanda, Suiza y Bélgica.
De acuerdo a Transparencia Mexicana, filial de Transparencia Internacional en nuestro país, "estos resultados son de mayor importancia para la política exterior mexicana en momentos en los que Francia entregará la estafeta de la presidencia del Grupo de los 20 (G20) al gobierno de México. La presidencia de Francia se ha caracterizado por su impulso al programa de acción contra la corrupción del G20". En este sentido, sería bueno que México aprovechara esta coyuntura para mejorar, por lo menos en algo, la corrupción empresarial en el país. El objetivo: que los empresarios puedan hacer dinero sin tener que sobornar ni a empresas ni a gobiernos. Y como lo demuestra el estudio en cuestión, de que se puede, se puede.
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