sábado, 13 de noviembre de 2010

RECUPERAR LA CONFIANZA

Alejandra Cullen / El Universal
Esta semana se llevó a cabo la 14ª conferencia internacional anti corrupción de Bangkok. El objetivo central fue plantear cómo recuperar la confianza de la sociedad en sus autoridades. Se trata de buscar acuerdos y estructuras legales para que gobiernos, agencias internacionales, sector privado y sociedad civil, unan esfuerzos para contener la expansión de este cáncer.
Fueron dos los grandes temas de la conferencia: seguridad y medio ambiente. El primero destaca por las implicaciones políticas y sociales que tiene, el segundo por lo que representa en términos de la sobrevivencia del planeta.
La novedad es analizar la corrupción desde una perspectiva global en lo geográfico, e integral en lo social.
Se analizan los vínculos y responsabilidades de las corporaciones trasnacionales. Se estudian los incentivos perversos que genera la incongruencia de las políticas públicas nacionales en un mundo globalizado. Se incorpora el impacto de las nuevas tecnologías, la creación de redes, los cambios en las comunicaciones que facilitan la ejecución de malas prácticas. Los expertos en seguridad internacional reconocen no saben qué pasa. Están rebasados por la velocidad y la astucia de los grupos delictivos que impiden a las autoridades mapear la operación criminal.
Se revisa ahora el impacto directo de la corrupción sobre la sociedad. Se profundiza el estudio del vínculo entre corrupción y pobreza para explicar la magnitud del problema y sus consecuencias.
Las autoridades nacionales e internacionales asumieron que en el intento por recuperar la confianza de la sociedad, los gobiernos no pueden solos con el problema. Por primera vez, hacen un llamado a la sociedad civil a participar en esta lucha.
En este contexto, México es la estrella del momento. Toda mesa de seguridad dedica al menos la mitad del tiempo a tratar su caso. Se analiza la vulnerabilidad del Estado, la pérdida de margen de maniobra, la fuerza y sofisticación de los grupos criminales, el impacto económico y social, y las consecuencias en materia de seguridad para Estados Unidos y Latinoamérica.
El gobierno mexicano brilló por su ausencia. Puede ser que la presencia de México incomode. Fue el mejor alumno de Transparencia Internacional y es el de peor desempeño en la práctica. México siguió todos los consejos: sacó una ley de transparencia, estableció un IFAI con la mejor tecnología... pero la corrupción sigue creciendo. Nadie encuentra la explicación.
Puede también deberse a la intolerancia a la crítica del gobierno mexicano, que no sabe aprender de la revisión de sus problemas. Como muestra están las posturas del presidente Calderón ante el G20 que, en vez de pedir ayuda, pide que no lo critiquen.
Sin embargo, la sociedad civil sí estuvo presente y generó grandes expectativas. Participaron Transparencia Internacional México y DHP* (dejemos de hacernos pendejos). La primera fue requerida por pertenencia; la segunda por la forma y el enfoque con el que convoca a la sociedad a luchar contra la corrupción.
DHP* fue la única organización mexicana invitada y, de todas las presentes, la única que tuvo una mesa de discusión propia. Se analizó ahí el rol de internet para llamar a la sociedad y cómo sustituirlo en sociedades que carecen del mismo. Se habló de la importancia de usar mercadotecnia para su difusión. De manera contundente se analizaron las acciones y propuestas de la organización. Parte del atractivo fue que DHP* responde a la necesidad de transformar a la sociedad desde el individuo. Busca empoderar al ciudadano y con ello empujar la acción colectiva. La visión de DHP* refuerza parte de la nueva visión internacional de lucha contra la corrupción. El reto es llamar a la ciudadanía a erradicar prácticas que tiene asimiladas y que son vistas por muchos como la única manera de hacer las cosas y de ahí, pasar a la acción colectiva.
La discusión en Tailandia fue asombrosa por la nueva forma como la comunidad internacional replantea la lucha anti corrupción. Se reconoce la corresponsabilidad de los países. Se incorpora al análisis el ámbito social, el ambiental, el económico y el tecnológico para entender tanto sus causas como sus consecuencias. El objetivo es acertado pero inmenso: recuperar la confianza de la ciudadanía.
México destacó no por sus políticas públicas, sino por su sociedad civil. Aunque la movilización y la generación de conciencia sobre la profundidad con que está enraizada la corrupción en los mexicanos sean procesos lentos, ya iniciaron. En este sentido, la invitación de Transparencia Internacional a DHP* para participar en la conferencia de Bangkok, es una gran noticia. En medio de una de las más importantes crisis institucionales del país, la comunidad internacional dejó de lado a las autoridades para voltear a ver a la sociedad... Y encontró movimiento...

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