sábado, 13 de noviembre de 2010

¿QUE PRESUPUESTO VOTARÁN HOY?

Luis Foncerrada / El Universal
La responsabilidad de las decisiones del poder Legislativo va más allá de la simple aritmética de sumar y dividir. Cada voto en el congreso representa la visión que tienen nuestros legisladores de la sociedad y de la economía. Sólo hay que seguir sus votaciones para descubrir qué filosofía profesan.
La política presupuestal, a grandes rasgos, puede producir dos tipos de sociedad. Una suele llevar a la pobreza y a la mediocridad y la otra, a la generación de riqueza, trabajo y bienestar. No se trata de utilizar una descripción maniquea; la historia económica del mundo está llena de estos ejemplos
¿Qué tipo de política presupuestal van a elegir nuestros representantes? Sin duda, lo sabremos por sus votos. Existe el serio riesgo de que nuestros legisladores aprueben un presupuesto que privilegie excesivamente el gasto corriente y en el que la totalidad del incremento sea, en este tipo de gasto, un gasto “asistencialista”, “distributivo” y de subsidios innecesarios, gasto que en el largo plazo resulta brutalmente regresivo. Elimina la voluntad y los incentivos para crecer y para ser productivos.
Aprobar esta política presupuestal implicaría mantener al país en una trampa de pobreza. Sería continuar dirigiéndonos hacia un país de indigentes cuya única aspiración es ganar más en el arrebato anual de los recursos fiscales. En lugar de sentar las bases para generar bienestar, el Honorable Congreso de la Unión queda reducido a un mercado de prebendas en el que el presupuesto representa un botín, no una herramienta para generar inversión.
El tipo de presupuesto que algunos legisladores pretenden votar mantendría los niveles de pobreza, de mala educación, de pésimos e insuficientes servicios de salud, de inseguridad. La decisión de incrementar el gasto corriente y el “asistencialismo” bajo el eufemismo de “beneficios para el sector social” —que no es más que el sector privado de los pequeños empresarios en el campo, en el comercio y en los servicios, engañados por sus dirigentes con promesas y migajas— no sirve más que para mantener y fomentar el paternalismo, para sumir y mantener a un sector enorme de la población en una filosofía de redistribución, no de generación.
Esta visión, sin planeación, obedece al impulso de conseguir dinero fácil. La superación, la honestidad, el trabajo, no tienen cabida, pierden sentido. Esa es la filosofía que transmite el presupuesto de no invertir: la búsqueda de beneficios con la ley del menor esfuerzo.
La decisión de nuestros legisladores puede preservar esta filosofía o iniciar su eliminación de tajo. El único renglón asistencial que se justifica es el de una “red de pobreza” que impida que familias vulnerables caigan bajo la línea de pobreza.
La filosofía excesiva del “asistencialismo”, de los subsidios, de transferencias a sectores que debieran ser productivos, y el desperdicio de recursos para la inversión, es imperdonable. Es cancelar futuro productivo.
Nuestros representantes tienen de nuevo la oportunidad de definir el futuro del país. La oportunidad de cambiar de filosofía. Tiene la opción de decidir un presupuesto que marque el inicio de una nueva ruta de crecimiento, de generación de empleo, de mejor calidad de vida y de una existencia digna.
En ejercicios anteriores se ha decidido sacrificar la inversión por el gasto corriente, el empleo productivo por la asistencia inútil, la educación y la salud por el paternalismo irresponsable, la inversión productiva por los subsidios y prebendas para unos cuantos.
Necesitamos representantes comprometido con el país, con el verdadero bienestar de la población, con cambiar la filosofía hacia la inversión y generación de riqueza. En las elecciones de 2011 y de 2012, los ciudadanos tendremos la oportunidad de evaluarlos en función del país que están construyendo.
Director del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado.

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