Serpientes y Escaleras
Salvador García Soto - Expreso
El primer año de gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum ha sido sin duda intenso y con más presiones y altibajos que las de cualquier otro gobernante de los últimos tiempos. Si bien la tradición presidencialista en México dice que nunca un primer año será de los más memorables de un sexenio, a la doctora le ha tocado iniciar su administración con un año particularmente difícil, entre muchos problemas internos heredados de su antecesor y demasiadas y fuertes presiones externas derivadas de las políticas de Donald Trump desde Estados Unidos.
Y en el balance de estos primeros 12 meses, que ya desde su arranque se anticipaban tensos y difíciles por el panorama económico, la llegada de Trump a la Casa Blanca y las graves problemáticas de seguridad, salud y falta de crecimiento económico que le dejó su antecesor, podría decirse que a la primera mujer presidenta en la historia del país no le ha ido tan mal en su primer año. Supo sortear los agresivos discursos y acciones desde el vecino del norte, apostando más al diálogo y al entendimiento que a la confrontación, logró torear –que no resolver aún— la violencia homicida y la impunidad del narco al modificar la criminal política de los "abrazos, no balazos", y ha sostenido con hilos, y con muy poco presupuesto, las afectadas políticas de salud pública en las que todavía no puede cumplir su promesa de acabar con el desabasto de medicinas.
Quizás lo más complicado que ha tenido que enfrentar la presidenta, aunque no se ve pero se siente en sus acciones y decisiones, es la presión real que tiene su gobierno por parte de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, que con un clarísimo afán de control y un alto grado de perversidad, copó a la doctora con nombramientos, designaciones y "recomendaciones" para seguir teniendo controles y actores reales que, desde el gabinete, el Congreso y otras posiciones públicas, le siguen respondiendo más al inquilino de Palenque que a la doctora que despacha en Palacio.
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