- Con China, México debe cooperar sin ingenuidad y competir sin estridencias. Ni romanticismo ni fobia: reglas.
Enrique Quintana - El Financiero
La relación comercial entre México y China está entrando a una fase de cirugía mayor.
No se trata de una suma de medidas dispersas, sino de un rediseño que cruzará toda la estructura productiva del país y pondrá a prueba nuestra destreza diplomática.
El telón de fondo es claro: el gobierno mexicano anunció una nueva política comercial que fija aranceles de 10 a 50 por ciento a 1,463 fracciones arancelarias de productos finales provenientes de países sin tratado de libre comercio.
En ese universo, China —segundo proveedor de México y principal socio entre las economías sin TLC— queda directamente en el radar.
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