Pensándolo bien
Jorge Zepeda Patterson - Milenio
Ricardo Salinas Pliego, dueño de la televisora Azteca y de un emporio que lo convierte en el tercer hombre más rico de México, coquetea con la idea de una candidatura presidencial. O por lo menos parecería interesado en cosechar los beneficios o la capacidad de negociación que supuestamente le daría el hecho de que otros actores políticos lo vean como una posibilidad. La pregunta qué habría que hacerse es si realmente tiene alguna oportunidad de llegar a Palacio Nacional.
La respuesta parecería un categórico no. Al menos tan categórico como pudo haber sido la respuesta a esta pregunta sobre Donald Trump a principios de 2017, un empresario que consideró que una campaña le haría bien a su marca, o respecto a Javier Milei en 2022 cuando era un diputado extravagante salido de las mesas de tertulia de la televisión. Pero, justamente, el hecho de que personajes tan improbables estén sentados en las sillas presidenciales de sus respectivos países, Estados Unidos y Argentina, tendría que llevar a preguntarnos dos veces respecto a Salinas Pliego. Se podrá decir que tiene rasgos misóginos y soberbios que le harían antipático a juicio de muchos votantes, pero francamente ninguno de esos defectos impidió a Trump o a Milei llegar a donde llegaron. Psicólogos sociales dirían que no triunfaron a pesar de esas taras, sino gracias a ellas. El narcisismo, la agresión verbal, la exhibición de privilegios y la desmesura se han convertido en virtudes mediáticas.
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