Mario Maldonado - Sonora Presente
El arranque de Hugo Aguilar como presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ha marcado un quiebre respecto a las administraciones anteriores. Su estilo enfocado al trabajo colectivo y con un énfasis inédito en la perspectiva de derechos humanos está reconfigurando la dinámica de la Corte, justo cuando vive bajo el escrutinio público más intenso de los últimos años.
La primera señal de cambio fue la nueva dinámica en la discusión de los casos. Atrás quedó el esquema en el que cada ministro y su secretario dominaban la elaboración de proyectos. Ahora, Aguilar ha impulsado mesas de trabajo conjuntas en las que asesores y colaboradores participan activamente en la construcción de los criterios, con la idea de que ninguna decisión se agote en la visión individual. El resultado es un proceso más colectivo, aunque también más exigente: se pasó de dos o tres sesiones semanales a cuatro, con la meta de resolver entre 70 y 80 asuntos cada mes. En apenas dos semanas de gestión se han desahogado 78 expedientes, una cifra que contrasta con el bajo ritmo heredado y que busca enviar una señal de productividad.
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