En la economía hay un conjunto de recursos financieros, dinero, que puede usarse. Su repartición indica quién y para qué los usa y repercute en el funcionamiento general de la producción, la creación de empleos y la generación de ingresos para la gente.
Esta cuestión se registra en lo que se llama la fuente y usos de recursos en la economía y lo hace el Banco de México en forma trimestral. Por el lado de las fuentes está la oferta monetaria que tiene un origen interno y externo; por el lado de los usos se identifican: las reservas internacionales y el financiamiento destinado al sector público, a los estados y municipios y al sector privado; es decir, a las familias y las empresas.
En lo que va de este año, se puede ver que el dinero en la economía se asigna principalmente al sector gobierno visto de manera amplia. El sector público acapara 46 por ciento del total y los estados y municipios otro 3 por ciento. Además, una porción creciente se va a la acumulación de reservas internacionales. Esto quiere decir que, una vez haciendo los ajustes contables, al sector privado le corresponde 41 por ciento de los recursos financieros disponibles.
El patrón de la distribución de estos fondos se advierte mejor si se consideran los flujos de un periodo al otro. Si se toma la diferencia del último periodo, es decir, el primer semestre de 2010, con respecto al final de 2009 se ve que las reservas internacionales absorbieron 29 por ciento del total, el sector público 27 por ciento, los estados y municipios 6 por ciento y el sector privado 38 por ciento (16 las familias y 21 las empresas).
El aumento de las reservas internacionales tiene que ver con la administración de la política monetaria, tanto en la fijación de las tasas de interés como del tipo de cambio. En los dos casos se asocia con las medidas para controlar la inflación, que es el objetivo primordial del banco central. En este caso hay un efecto adicional derivado de la entrada de capitales del exterior que aprovechan el rendimiento positivo que obtienen en México con respecto de otros países.
El sector público requiere crecientes recursos y no precisamente para destinarlos a la inversión y la construcción de infraestructura. Buena parte se dirige a cubrir el gasto corriente.
La deuda pública sigue subiendo y constituye un medio para atraer la liquidez de los bancos y otras instituciones financieras que la colocan en esos instrumentos. No toman riesgos. Así, el gobierno compite con el sector privado pues enfrenta una menor disponibilidad de créditos.
La deuda que se llama subnacional y corresponde a los estados y municipios está creciendo igualmente. El año pasado se llevó 20 por ciento del flujo de los recursos y al primer semestre de 2010 absorbió 6 por ciento. Esta deuda no se contabiliza en el déficit sobre el que legisla el Congreso el presupuesto federal y está en unas cuentas consideradas contingentes. Eso significa que su carga no está reconocida explícitamente, lo que no quiere decir que no deba pagarse eventualmente. La colocación de la deuda subnacional se hace con una garantía sobre recursos que aun no se generan, lo que agrava el problema.
Entre 2006 y 2009, los fondos para el sector privado, medidos a partir de los flujos, cayeron de 67 por ciento hasta una cifra negativa de 11 por ciento y en la primera mitad de este año representaron apenas 38 por ciento.
Esto expresa la falta de financiamiento para este sector y que constituye una restricción fuerte para el crecimiento de la economía. Además, indica la disfuncionalidad del sistema financiero del país, especialmente de los bancos más grandes.
Las corrientes del crédito al consumo fueron negativas en 2009 y otra vez en el primer semestre de 2010, en el caso de la vivienda siguen siendo positivas. Pero es en las empresas en dónde la restricción es más severa.
En 2008 el flujo fue de 31 por ciento, cayo en 11 al año siguiente y este año subió a 21 por ciento. El proceso de financiamiento es desigual y, sobre todo, insuficiente y lo resientes en particular las empresas micro, pequeñas y medianas que son dónde se concentra la mayor parte del empleo. El crédito de proveedores no puede satisfacer la necesidad de recursos y el mercado en el que se coloca deuda no sirve a la mayoría de los negocios. No debe sorprender que el sector informal crezca de manera tan acelerada.
La economía ha estado creciendo sobre la base de la exportación de productos manufacturados a Estados Unidos. Dos cuestiones son relevantes al respecto. La primera es el más lento ritmo de expansión que se espera de aquella economía. El otro es la capacidad de multiplicar ese ingreso. Se ha estimado que en México, cada dólar exportado genera 1.80 dólares internamente, mientras que en Brasil la cifra es de 2.30 y en Estados Unidos 3.30 dólares. Esto tiene que ver con la estructura de la producción, su alto contenido importado y la falta de competencia en los mercados.
Esta cuestión se registra en lo que se llama la fuente y usos de recursos en la economía y lo hace el Banco de México en forma trimestral. Por el lado de las fuentes está la oferta monetaria que tiene un origen interno y externo; por el lado de los usos se identifican: las reservas internacionales y el financiamiento destinado al sector público, a los estados y municipios y al sector privado; es decir, a las familias y las empresas.
En lo que va de este año, se puede ver que el dinero en la economía se asigna principalmente al sector gobierno visto de manera amplia. El sector público acapara 46 por ciento del total y los estados y municipios otro 3 por ciento. Además, una porción creciente se va a la acumulación de reservas internacionales. Esto quiere decir que, una vez haciendo los ajustes contables, al sector privado le corresponde 41 por ciento de los recursos financieros disponibles.
El patrón de la distribución de estos fondos se advierte mejor si se consideran los flujos de un periodo al otro. Si se toma la diferencia del último periodo, es decir, el primer semestre de 2010, con respecto al final de 2009 se ve que las reservas internacionales absorbieron 29 por ciento del total, el sector público 27 por ciento, los estados y municipios 6 por ciento y el sector privado 38 por ciento (16 las familias y 21 las empresas).
El aumento de las reservas internacionales tiene que ver con la administración de la política monetaria, tanto en la fijación de las tasas de interés como del tipo de cambio. En los dos casos se asocia con las medidas para controlar la inflación, que es el objetivo primordial del banco central. En este caso hay un efecto adicional derivado de la entrada de capitales del exterior que aprovechan el rendimiento positivo que obtienen en México con respecto de otros países.
El sector público requiere crecientes recursos y no precisamente para destinarlos a la inversión y la construcción de infraestructura. Buena parte se dirige a cubrir el gasto corriente.
La deuda pública sigue subiendo y constituye un medio para atraer la liquidez de los bancos y otras instituciones financieras que la colocan en esos instrumentos. No toman riesgos. Así, el gobierno compite con el sector privado pues enfrenta una menor disponibilidad de créditos.
La deuda que se llama subnacional y corresponde a los estados y municipios está creciendo igualmente. El año pasado se llevó 20 por ciento del flujo de los recursos y al primer semestre de 2010 absorbió 6 por ciento. Esta deuda no se contabiliza en el déficit sobre el que legisla el Congreso el presupuesto federal y está en unas cuentas consideradas contingentes. Eso significa que su carga no está reconocida explícitamente, lo que no quiere decir que no deba pagarse eventualmente. La colocación de la deuda subnacional se hace con una garantía sobre recursos que aun no se generan, lo que agrava el problema.
Entre 2006 y 2009, los fondos para el sector privado, medidos a partir de los flujos, cayeron de 67 por ciento hasta una cifra negativa de 11 por ciento y en la primera mitad de este año representaron apenas 38 por ciento.
Esto expresa la falta de financiamiento para este sector y que constituye una restricción fuerte para el crecimiento de la economía. Además, indica la disfuncionalidad del sistema financiero del país, especialmente de los bancos más grandes.
Las corrientes del crédito al consumo fueron negativas en 2009 y otra vez en el primer semestre de 2010, en el caso de la vivienda siguen siendo positivas. Pero es en las empresas en dónde la restricción es más severa.
En 2008 el flujo fue de 31 por ciento, cayo en 11 al año siguiente y este año subió a 21 por ciento. El proceso de financiamiento es desigual y, sobre todo, insuficiente y lo resientes en particular las empresas micro, pequeñas y medianas que son dónde se concentra la mayor parte del empleo. El crédito de proveedores no puede satisfacer la necesidad de recursos y el mercado en el que se coloca deuda no sirve a la mayoría de los negocios. No debe sorprender que el sector informal crezca de manera tan acelerada.
La economía ha estado creciendo sobre la base de la exportación de productos manufacturados a Estados Unidos. Dos cuestiones son relevantes al respecto. La primera es el más lento ritmo de expansión que se espera de aquella economía. El otro es la capacidad de multiplicar ese ingreso. Se ha estimado que en México, cada dólar exportado genera 1.80 dólares internamente, mientras que en Brasil la cifra es de 2.30 y en Estados Unidos 3.30 dólares. Esto tiene que ver con la estructura de la producción, su alto contenido importado y la falta de competencia en los mercados.
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