sábado, 6 de noviembre de 2010

¿QUE PODRÍAMOS APRENDER DE CHINA PARA CRECER?

Jorge A. Chávez Presa / El Universal
China ha sido, es y seguirá siendo grande desde el ángulo que se le quiera ver: territorio, población, historia, literatura, fuerza militar, y ahora también como un gran jugador en la economía mundial. Su poderío económico lo muestra por su impresionante tasa de crecimiento económico; su participación en el comercio internacional; por poseer reservas internacionales valuadas en más de 2.5 billones de dólares, o casi el doble del PIB mexicano, y, con ello, convertirse en el principal acreedor de los bonos que emite el gobieno estadounidense.
Hace tres siglos, China aportaba cerca del 20% del valor de todos los bienes y servicios que se producían en el mundo. En el inicio de este siglo, es Estados Unidos el que ocupa dicha posición al contribuir con el 20% del producto interno bruto (PIB) global. Este año, China representa ya el 13% del PIB mundial. Sin embargo, hace treinta años, China sólo significaba el 2% del PIB, que es el porcentaje que México representa actualmente.
Con su población de más de mil trescientos millones de personas —esto es casi 13 veces más que la que tiene México—, China ha podido concretar una drástica transformación durante estos últimos treinta años. Por año, ha promediado tasas de crecimiento del PIB de alrededor del 10%, lo que le ha permitido incrementar en el lapso de tres décadas casi 10 veces el valor del PIB por habitante. Así está por alcanzar la mitad del ingreso per cápita mexicano, que en promedio es de 9,243 dólares.
¿Qué hay detrás de este apabullante desempeño económico? Más allá de lo que sabemos sobre las profundas reformas económicas que empezaron a introducir desde hace 30 años, le hice esta pregunta a un amigo mío y colega de la beca Eisenhower Fellowships, que tiene a su cargo la compleja responsabilidad de la auditoría gubernamenal en China. Al compartirme su punto de vista al respecto, la resumió en cinco puntos. Primero, un cambio de actitud: abrir la mente, darse la oportunidad de analizar las cosas desde otros puntos de vista del que prevalecía en ese entonces (comunismo, economía de Estado). Segundo: hacer del desarrollo económico la prioridad nacional más importante, reitero, la número uno. Tercero: no a las huelgas, que interpreto más como un pacto con el sector obrero de crear empleos y elevar las remuneraciones de acuerdo con la productividad. Cuarto: dedicar un mínimo de tiempo al debatir, y un máximo a la ejecución. Quinto: la creación de las zonas económicas libres en el Este y Sureste de China.
Además de lo anterior, de la conversación con él y otras personas, encontré otras características que merecen mencionarse como: tener una tasa muy elevada de ahorro, que responde a que los hogares apartan un monto importante de su ingreso para la educación, salud, pensiones y la adquisición de una casa; el Estado provee plenamente la educación de los primeros 9 años de educación, la educación media superior requiere aportación para la compra de libros, y la educación superior de las universidades públicas se cobra, especialmente a quienes van a estudiar medicina o alguna de las ingenierías, que son de las profesiones mejor remuneradas. La cuota promedio es de aproximadamente 15 mil yuanes, casi 29 mil pesos de los nuestros. Hay becas, pero la regla fundamental es cobrar por los servicios que provee el Estado. La población que habita las zonas urbanas tiene que pagar por sus gastos médicos, especialmente cuando exceden al cuadro básico de intervenciones médicas. El precio de la gasolina de baja calidad es actualmente de 6.5 yuanes por litro y 6.9 la de mayor octanaje, que equivalen a casi 12.35 y 13.11 pesos respectivamente. La propiedad inmobiliaria es por 70 años.
Muchas de estas características aunadas al rápido crecimiento económico, han hecho que el Estado chino tenga una hacienda pública rica, sólida, con ingresos públicos creciendo a una tasa anual del 20% anual. Han logrado un pacto social que une a todos los sectores del país en torno a un objetivo claro y medible: dejarle un mejor país a las generaciones que vienen. Esto incluye la máxima de que no hay almuerzo gratis, y que todos tienen que pagar; han visto que el populismo es bueno para quienes están, pero efímero y pésimo y gravoso para quienes vienen. En breve, China ha regresado a la ruta del desarrollo económico, lo que tampoco significa que esté exenta de problemas. Los tiene, como el de la contaminación, pero con crecimiento económico y desarrollo tecnológico, tendrá los márgenes de maniobra para actuar. De esto podemos aprender que México merece un cambio radical en la actitud: abrir nuestras mentes a otras soluciones a las que no les hemos dado oportunidad, y que con ellas nos permitan elevar nuestra bajísima tasa de crecimiento del PIB por habitante. Simplemente, sin crecimiento, los márgenes son estrechos o inexistentes para resolver nuestros problemas.
Economista

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