miércoles, 3 de noviembre de 2010

¿POR QUÉ TANTO OPTIMISMO EN EL EQUIPO DEL PRESIDENTE?

Jesús Alberto Cano Vélez (*)
La semana pasada fuimos testigos, los mexicanos, de una andanada optimista, que cantaba victoria en la lucha contra el flagelo que nos asestó la economía mundial, con la recesión que nos pegó y llegó a un punto muy intenso en 2009.
Fue un año terrible para México, porque llevó al número de desempleados a cerca de tres millones de personas, tanto en el mercado formal como en el peligroso mercado informal, en el que también proliferan prácticas ilegales diversas: desde evasión de impuestos, a la venta de productos robados y de contrabando y otras más peligrosas, como el narcomenudeo.
Al saldo del desempleo de tres millones de personas hay que sumarle los jóvenes entrantes de los últimos años a formar parte de la fuerza laboral, pero que no pudieron encontrar empleo por el lento crecimiento del PIB, que no generó los nuevos puestos de trabajo esperados, y que México necesitaba. De ahí que la pobreza se elevara a afectar a cerca de la mitad de todos los mexicanos.
Ahora, en 2010, en que han seguido las exportaciones manufactureras mexicanas a los Estados Unidos a buen ritmo, particularmente en automóviles y autopartes, como consecuencia de la intervención del gobierno norteamericano en su economía, con acciones anti-recesivas implantadas por el gobierno del Presidente Obama para rescatar a algunas empresas y bancos y reactivar su economía en el 2010; medidas como la inyección de demanda agregada, que dio un déficit fiscal nunca visto en tiempo de paz de 10% de su PIB; y nosotros que cobijamos a unos que tiemblan porque el Congreso aprobó una Ley de Ingreso que llevará a un déficit de 0.5% de nuestro PIB.
Y surge ahora una oleada de optimistas que ven en lo que está pasando en nuestra economía como el fin de la crisis para México.
Pero que le den la vuelta a la página, porque la mayoría de los gobiernos y pensadores económicos de Norteamérica, Europa y Asia ven las cosas diferente. Están muy preocupados por lo que puede ser el 2011 y los años posteriores, de crecimientos muy lentos de sus economías hasta el 2015.
Por ejemplo, todo apunta a que los Estados Unidos, cuyo gobierno no recibió autorización de su Congreso para contratar más deuda y así seguir con las medidas anti-recesivas impulsadas el año pasado, va a tender a clavar el pico de la curva de crecimiento a partir del año que entra y por tanto las expectativas de nuestras exportaciones a ese país difícilmente se verán boyantes.
El mensaje de los conocedores es que seguimos en la antesala de una recesión mundial prolongada, encabezada por los países industriales del primer mundo, como: Japón, los EE UU, Canadá, y los europeos.
Hizo mucha falta un papel proactivo por más tiempo, de parte de los Estados Unidos, pero ante la lucha política entre los Demócratas y los Republicanos no pudo haber un avance en esa materia.
Y sumada a la problemática de los países industriales, las expectativas son ahora de una China bajando su ritmo de crecimiento, afectada por la evolución de las economías occidentales. Y de la mano irá lo que se esperaba fuera la zona dinámica de la economía mundial, compuesta por los países BRIC: India, Brasil y Rusia además de China.
Ante esas expectativas, el Banco Central de Reserva de los Estados Unidos ha mandado señales de que está considerando anunciar un programa de compra de bonos del Tesoro, por cientos de miles de millones de dólares, a lo largo de varios meses, que constituirá una inyección de crédito primario a la economía norteamericana que reducirá la tasa de interés a largo plazo y esperan promoverá la inversión y el gasto y acelere la recuperación.
Similares acciones sin duda surgirán en otros países, como la única forma de evitar el serio deterioro que se vislumbra. El mismo ex gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, habló en días pasados de los nubarrones económicos que se estaban formando.
Lo preocupante es que México no se ve preparado a enfrentar lo que parece que viene, sino todo lo contrario. Por ejemplo, sigue manteniendo tasas altas de interés para inducir entradas de capital desde el exterior; pero no para integrarse en la economía para constituir fuentes de inversión, porque las esteriliza la autoridad monetaria, para formar parte de una reserva internacional creciente. Y de pasada hace el peso cada vez más fuerte y subsidia un dólar barato, situación que penaliza las ventas de la planta productiva nacional que no puede competir con productos importados más baratos. Ahí está parte de la razón del desempleo; en vez de producir para el mercado interno, dedicamos esfuerzos en importar del exterior para vender bienes de importación en nuestro mercado interno.
¿Qué esquema de pensamiento económico estará guiando a estos asesores?
Es tiempo ya de crear el Consejo Económico, frecuentemente sugerido por muchos, para asesorar al Presidente de la República en las decisiones económicas más importantes para el bien de México.
* Presidente del Colegio Nacional de Economistas

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