Samuel García - El Sol de México
La calificadora Standard & Poor’s mantuvo sin cambios la nota soberana de México y Moody’s mejoró la calificación de Pemex, justo cuando el gobierno se prepara a revelar los supuestos macroeconómicos para el próximo año: crecimiento esperado, ingresos adicionales por la reforma aduanera y ajustes al código fiscal, crecimiento del gasto, los apoyos que demandará la petrolera estatal y déficit fiscal.
La coincidencia no es menor. En un entorno global donde los capitales reaccionan con velocidad a cualquier titubeo fiscal, el hecho de que las principales agencias calificadoras de riesgos envíen señales de estabilidad resulta oportuno. Cada cifra del Paquete será examinada con lupa: desde las proyecciones de crecimiento, hasta la sostenibilidad de la estrategia de recaudación y el destino de recursos hacia programas sociales, pensiones, proyectos de inversión y salud.
El mensaje es que México mantiene un voto de confianza: S&P evitó una degradación soberana y Moody’s mejoró la nota de Pemex, aunque la petrolera aún está a tres escalones de salir del grado especulativo. Con una deuda superior a 100 mil millones de dólares y vista como un riesgo fiscal, la mejora no obedece a mayor competitividad, sino a la expectativa de que el gobierno seguirá respaldándola, incluso a costa de otros rubros del presupuesto.
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