Serpientes y Escaleras
Salvador García Soto - Expreso
La crisis de imagen y credibilidad que hoy enfrenta la Secretaría de Marina, por haber anidado en su interior a una banda criminal que traficaba huachicol fiscal procedente de Estados Unidos, es el resultado de las políticas militaristas que instrumentó el presidente López Obrador, que convirtió a las Fuerzas Armadas mexicanas no sólo en receptores de grandes presupuestos financieros, los mayores que hayan tenido en la historia en época de paz, sino también en administradores y ejecutores de obras y programas públicos que se salen completamente de su naturaleza y función constitucional, y que, a fuerza de manejar tanto dinero, terminó corrompiendo y ensuciando a las instituciones castrenses.
Por más que hoy desde el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, a la que se le reconoce el valor de investigar y perseguir a la red de marinos que se metieron al millonario negocio del tráfico de combustibles, también intenten minimizar la gravedad del problema, diciendo que sólo fueron unos cuántos marinos los que se corrompieron, pero que no alcanzó a las altas esferas de la institución, la realidad es que la operación que por varios años realizaron los hermanos Farías Laguna, sobrinos políticos del exsecretario de Marina, almirante Rafael Ojeda, no puede entenderse sin la complicidad y cobertura de las cúpulas navales y militares del sexenio lopezobradorista, en el que el huachicol que, según el discurso se había "erradicado", en realidad lo que se hizo fue "institucionalizarlo".
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