lunes, 25 de enero de 2010

BURBUJAS ESPECULATIVAS AMENAZAN CON OTRA CRISIS

Carlos Siula
Las finanzas mundiales se parecen nuevamente a un bólido, conducido por un piloto con los ojos vendados, que se dirige a 200 kilómetros por hora contra una pared.
Esa es la imagen que utilizan los economistas desde hace algunas semanas para describir el vértigo que agita actualmente a las finanzas internacionales y el riesgo que presenta la proliferación de burbujas en todos los mercados propicios a la especulación (derivados financieros, monetarios, bolsas de países emergentes y materias primas): 80 por ciento de los 1.8 billones que transitan cada 24 horas por los mercados financieros están dedicados a la especulación, según un cálculo del Banco Internacional de Pagos (BIP) con sede en Basilea.
La gravedad de la situación actual explicó la cumbre convocada por el BIP hace dos semanas en Basilea para amonestar a los grandes bancos comerciales de Europa y Estados Unidos. En la misma líneas de inquietud se inscriben las advertencias lanzadas por el presidente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, y -sobre todo- la reforma del sistema bancario norteamericano anunciada la semana pasada por el presidente Barack Obama.
Después del tirón de orejas del BIP a los bancos -totalmente ignorado por los grandes financistas- Strauss-Kahn pidió en Hong-Kong "medidas temporarias de control" para evitar que el actual flujo de capitales que recibe Asia tenga un impacto sobre "las tasas de cambio, la demanda interna y la estabilidad financiera".
La recomendación de esa terapia intensiva, poco habitual por parte de un presidente del FMI, muestra claramente la extensión que alcanzó la especulación financiera.
Consciente de ese riesgo, el Gobierno chino adoptó medidas drásticas para reducir el mercado crediticio, que se encuentra al rojo vivo: los bancos acordaron el año pasado 155 mil millones de dólares a particulares que invierten en el sector inmobiliario (donde el precio del metro cuadrado aumentó 20 por ciento) o lo dedican a especular. En China, los criadores de cerdos -que pueden obtener préstamos a tasas preferenciales para modernizar sus instalaciones- prefieren utilizar ese dinero para comprar contratos a término de metales en el Shanghai Futures Exchange. Con el cobre, por ejemplo, obtuvieron una rentabilidad de 300 por ciento en un año.
Ese tipo de espirales termina -por lo general- es una catástrofe de enormes proporciones.
El caso de los criadores de cerdos en China hizo pensar en una variante moderna del caso conocido de especulación más antiguo. Ese ejemplo figura en todos los libros de historia económica: en 1637, en Ámsterdam, el bulbo de tulipán era tan caro como edificio. El vertiginoso derrumbe de precio arruinó a los especuladores imprudentes o ingenuos que se habían lanzado en esa aventura creyendo que podrían hacerse ricos de la noche a la mañana. El fenómeno fue tan importante que incluso mereció un cuadro satírico pintado por Pieter Brughel el Joven: "La locura de los tulipanes".
Desde hace algunos meses, existe un fenómeno análogo. La liquidez que inyectan los bancos centrales para estimular la recuperación económica termina alimentado la espiral especulativa.
Una de las maniobras predilectas es el carry trade, que consiste en tomar préstamos en una moneda de bajo rendimiento -como el dólar- para comprar divisas y acciones en países emergentes, donde obtienen una remuneración mucho más elevada. El riesgo reside en que, en un plazo relativamente breve, los bancos centrales se verán obligados a recuperar el exceso de circulante que inyectaron al mercado para evitar que la recesión se transformara en una auténtica depresión económica como en los años 30. En ese momento habrá "un aumento de la tasa de interés, una contracción del crédito y una reducción del flujo de capitales extranjeros" hacia los países emergentes, señaló Andrew Burns, principal redactor del último informe del Banco Mundial, publicado la semana pasada.
La burbuja inmobiliaria también comenzó a crecer en grandes ciudades, donde el mercado inmobiliario parece "seguro". En Londres el precio del metro cuadrado aumentó 15 por ciento en el último semestre.
La situación parece más inquietante en Estados Unidos, donde los bancos volvieron a sus viejos hábitos o -directamente- nunca los abandonaron o -lo que es aún peor- adoptaron nuevas prácticas.
La técnica especulativa más difícil de controlar, por lo menos hasta que se adopte una regulación severa, son las operaciones de high frequency trading (HFT), que tratan mil millones de acciones diarias (60 por ciento del mercado bursátil de Estados Unidos). Esos flashes orders, que permiten obtener micro-beneficios en fracciones de segundo, dejaron en 2009 ganancias por valor de 21.8 billones (trillones) de dólares.
La exhuberancia irracional de esos bancos, cada vez más difícil de controlar, es lo que indujo a Obama a anunciar una reforma de inspiración rooseveltiana que persigue dos objetivos:
* Obligará a los bancos comerciales a concentrarse en su actividad de base e impedir que puedan lanzarse en operaciones especulativas por "propia cuenta" y "apostar" en los mercados a término. Esas prácticas fueron, en gran medida, el gran desencadenante de la crisis.
* Limitar las dimensiones de esos gigantes de las finanzas que, al ser too big to fail = demasiado grandes para caer, habían terminado por tomar como rehén al contribuyente norteamericano.
¿Esas medidas, si prosperan, permitirán contener la especulación? Difícilmente. La única manera posible de detener el disco de esa ruleta consiste en un acuerdo internacional que reglamente el funcionamiento de los mercados para evitar que la actividad financiera siga siendo, en definitiva, una forma elegante de desplumar el ingenuo.
CUÁNTO REPRESENTA LA ESPECULACIÓN
* 70% del aumento registrado en 2009 por las materias primas.
* 35% del incremento del precio de petróleo.
* 65% de la estampida bursátil de 2009 (el índice mundial de bolsas MSCI aumentó 71% y el índice Bovespa de la bolsa de Sao Paulo 82.66%).
* 15 a 20% en el aumento del metro cuadrado en las grandes ciudades.
Fuente: Diario de Xalapa

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