ÓSCAR ENRIQUE RAMÍREZ TELLO / EL DIARIO DE COAHUILA
Nuestro país se estrenaba como nación independiente políticamente hablando a comienzos de la tercera década del siglo XIX, sin embargo desde el punto de vista económico las cosas no pintaban muy independientes que digamos para la novel nación mexicana, ya que desde aquel entonces México y su primer gobierno conformado por el emperador Agustín de Iturbide (el segundo fue Maximiliano de Habsburgo) tenían que recurrir a solicitar recursos prestados del exterior o mejor dicho, créditos solicitados a otras naciones para que el entonces país naciente tuviera dinero en sus arcas hacendarias y comenzara su vida independiente.
De esta manera México lograba su independencia política, pero comenzaba su largo camino cono nación dependiente, financieramente hablando. Entre las naciones a las que se solicitó dinero prestado en aquella época figuraban Inglaterra, Francia y claro no podía faltar nuestro país vecino del norte, los Estados Unidos de Norteamérica.
México daba sus primeros pasos como nación libre y soberana, pero al no poder consolidarse como tal en el corto plazo, comenzamos a ser víctimas de aquellos que sí pudieron lograrlo y de esta manera perdimos más de la mitad de nuestro territorio, tanto en el norte como en el sur México perdía el control de vastas extensiones territoriales y en consecuencia de los recursos naturales que en ellos existían.
Mientras en Europa y en Estados Unidos se empezaba a vivir lo que se conoció como la Revolución Industrial, que no era otra cosa más que la innovación de nueva maquinaria aplicada a la industria de la producción y de la transformación de aquel tiempo, lo que hoy se le denomina y conocemos como tecnología, nosotros seguíamos debatiéndonos y desgastándonos en guerras internas para definir nuestro camino a seguir, así los Estados Unidos de Norteamérica ya contaban con una economía sólida y respetable, además se empezaban a consolidar como los lideres del Continente Americano y nosotros en México tratábamos de caminar por el rumbo marcado por las leyes de reforma, ello significaba que hasta ese entonces habíamos perdido más de treinta años en luchas estériles, que en tratar de consolidarnos como nación libre y suficiente económicamente hablando.
De este modo, en la segunda mitad del siglo XIX, y después del segundo imperio en México, sólo existían algunas fábricas de veladoras, pocas vías ferroviarias, aún no se ponía en marcha el telégrafo, el desarrollo de la minería era muy limitado, la agricultura y la ganadería se encontraban en una fase casi semifeudal y la gran mayoría de la población era analfabeta.
Por estas razones Porfirio Díaz se vio obligado a abrir las puertas de par en par a la inversión extranjera y éstos ni tardos ni perezosos, sabedores de que en México la mano de obra era muy barata (al igual que en China hace algunos años) comenzaron a invertir en México, sobre todo en la extracción del petróleo, de esta manera nuestra nación, a falta de inversionistas nacionales, tuvo que ceder la explotación de nuestros recursos naturales a manos de extranjeros que si bien daban empleo a muchos mexicanos y ello contribuía a detonar nuestra economía, las grandes ganancias labradas con manos y trabajo de los mexicanos iban a parar a otras naciones...
Nuestro país se estrenaba como nación independiente políticamente hablando a comienzos de la tercera década del siglo XIX, sin embargo desde el punto de vista económico las cosas no pintaban muy independientes que digamos para la novel nación mexicana, ya que desde aquel entonces México y su primer gobierno conformado por el emperador Agustín de Iturbide (el segundo fue Maximiliano de Habsburgo) tenían que recurrir a solicitar recursos prestados del exterior o mejor dicho, créditos solicitados a otras naciones para que el entonces país naciente tuviera dinero en sus arcas hacendarias y comenzara su vida independiente.
De esta manera México lograba su independencia política, pero comenzaba su largo camino cono nación dependiente, financieramente hablando. Entre las naciones a las que se solicitó dinero prestado en aquella época figuraban Inglaterra, Francia y claro no podía faltar nuestro país vecino del norte, los Estados Unidos de Norteamérica.
México daba sus primeros pasos como nación libre y soberana, pero al no poder consolidarse como tal en el corto plazo, comenzamos a ser víctimas de aquellos que sí pudieron lograrlo y de esta manera perdimos más de la mitad de nuestro territorio, tanto en el norte como en el sur México perdía el control de vastas extensiones territoriales y en consecuencia de los recursos naturales que en ellos existían.
Mientras en Europa y en Estados Unidos se empezaba a vivir lo que se conoció como la Revolución Industrial, que no era otra cosa más que la innovación de nueva maquinaria aplicada a la industria de la producción y de la transformación de aquel tiempo, lo que hoy se le denomina y conocemos como tecnología, nosotros seguíamos debatiéndonos y desgastándonos en guerras internas para definir nuestro camino a seguir, así los Estados Unidos de Norteamérica ya contaban con una economía sólida y respetable, además se empezaban a consolidar como los lideres del Continente Americano y nosotros en México tratábamos de caminar por el rumbo marcado por las leyes de reforma, ello significaba que hasta ese entonces habíamos perdido más de treinta años en luchas estériles, que en tratar de consolidarnos como nación libre y suficiente económicamente hablando.
De este modo, en la segunda mitad del siglo XIX, y después del segundo imperio en México, sólo existían algunas fábricas de veladoras, pocas vías ferroviarias, aún no se ponía en marcha el telégrafo, el desarrollo de la minería era muy limitado, la agricultura y la ganadería se encontraban en una fase casi semifeudal y la gran mayoría de la población era analfabeta.
Por estas razones Porfirio Díaz se vio obligado a abrir las puertas de par en par a la inversión extranjera y éstos ni tardos ni perezosos, sabedores de que en México la mano de obra era muy barata (al igual que en China hace algunos años) comenzaron a invertir en México, sobre todo en la extracción del petróleo, de esta manera nuestra nación, a falta de inversionistas nacionales, tuvo que ceder la explotación de nuestros recursos naturales a manos de extranjeros que si bien daban empleo a muchos mexicanos y ello contribuía a detonar nuestra economía, las grandes ganancias labradas con manos y trabajo de los mexicanos iban a parar a otras naciones...
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