martes, 20 de marzo de 2012

CANDIDATOS, ES EL ESTADO

ALBERTO AZIZ NASSIF / EL UNIVERSAL
Sin duda, el gran tema de la campaña electoral debería ser el Estado mexicano y la gran desorganización que ha sufrido en los últimos años. Todos los candidatos deberían dejar sus frases de mercadotecnia y establecer una campaña de propuestas sobre cómo van a gobernar y cuáles son sus propuestas para reorganizar el espacio público, porque así como está ya no funciona.
El Estado sufre una aguda crisis. Se ha debilitado en su dimensión de árbitro y está muy lejos de un Estado de bienestar. Hay al menos cuatro áreas importantes sobre las que es necesario ponerse a trabajar a fondo para reconstruir la gobernabilidad del país: a) El modelo económico tiene atrapado al país con un crecimiento mediocre que es urgente empezar a modificar. b) El dominio de los monopolios ha debilitado al Estado y se ha perdido capacidad para regular la vida institucional. c) La democracia se ha vaciado de contenido y es ineficiente para representar los intereses plurales de una sociedad compleja y cada vez más insatisfecha. d) La estrategia contra el crimen organizado ha convertido la vida de muchos territorios del país en una pesadilla de inseguridad.
En cada una de estas partes la vida pública ha sufrido una severa desorganización que es necesario empezar a transformar. Son los grandes problemas nacionales que afectan el bienestar, los recursos, la representación y los derechos. Seguir con la desorganización del Estado como si fuera una maquinaria que funciona será cada vez más costoso. Tampoco será suficiente un simple cambio de decorado.
La forma de inserción de México en la globalización, mediante mano de obra barata e intensiva, con una estrategia orientada completamente a la exportación, ya encontró sus límites y necesita modificarse. La incapacidad para hacer un pacto fiscal y superar la lógica rentista del petróleo ha impedido el impulso de una incorporación universal al bienestar.
Poner por delante la estabilidad financiera a costa del crecimiento nos tiene estancados. México es hoy un extraño caso de ortodoxia y falta de crecimiento. Urge reiniciar una política industrial que recupere cadenas productivas y, al mismo tiempo, se requiere reactivar el mercado interno (inversión pública, inversión de las empresas y gasto de las familias). Llegó el momento de detener la política de bajos salarios y la sequía de financiamiento productivo.
Los monopolios se han apropiado de la vida pública. Los organismos reguladores del Estado son débiles, están mal diseñados y son incapaces de ordenar los grandes intereses en muchas áreas. Simplemente en materia de telecomunicaciones y radiodifusión urge una política de competencia, apertura y una lógica que beneficie al consumidor. Para empezar a cambiar esta captura se necesita una clase política que recupere su autonomía y ponga por delante políticas de Estado. Lo que sobran son políticos-voceros de los grandes intereses o políticos-gerentes, lo que se necesitan son políticos con vocación de Estado que detengan la captura.
La democracia se quedó sólo en la fase electoral, ahora se necesita cambiar el régimen político. Ya es tiempo de que los ciudadanos tengamos poder para controlar a los políticos, que haya reelección, candidaturas independientes, iniciativas populares. También ha llegado el tiempo de tener un presidencialismo moderno, con instrumentos para gobernar y construir mayorías. No se puede seguir con gobiernos que no rinden cuentas porque administran sus territorios como feudos, hay que detener la corrupción y establecer mecanismos de rendición de cuentas efectivos.
Lo que más ha desorganizado al Estado es la penetración del crimen dentro de las instituciones públicas, no se puede continuar con cárceles tomadas por las bandas y con ciudades, pueblos y comunidades al servicio del crimen.
Si no se entiende la urgencia de restaurar el barco estatal y empezar a reconstruir las bases de una gobernabilidad democrática, entonces no se ha entendido nada. La campaña electoral quizá no definirá los grandes proyectos de país para el futuro inmediato, pero puede ser la oportunidad para debatir qué país queremos y para eso se necesitan alternativas.
Señores candidatos y señora candidata, el Estado es la prioridad, hay que salir de la etapa posdemocrática (neoliberalismo, captura y desorganización) y darle a la política democrática el control del país. La opción de seguir como estamos no es viable, ni mucho menos deseable.

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