El país enfrenta una astringencia de financiamiento a la economía que puede verse en el tiempo en dos momentos. El primero se remonta hasta 1994, a raíz de la crisis bancaria nacional. El segundo momento de bajo financiamiento se ubica a partir de 2000. En ambos casos, la banca de desarrollo ha visto afectada drásticamente su operación y su asignación de crédito, disminuyendo su apoyo a la planta productiva del país, hasta llegar al extremo, como ahora acontece, de ser fuente de financiamiento del propio gobierno. Es decir, aunque puede sonar absurdo, la banca de desarrollo ha visto limitada su operación por las prácticas seguidas y han terminado privilegiando crediticiamente al propio sector público, en detrimento del sector productivo.
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