viernes, 30 de marzo de 2012

SAQUEO DEL PAÍS

Guillermo Knochenhauer / El Financiero
El Banco de México informó el lunes pasado que el Costo Anual Total (CAT) de las tarjetas de crédito -incluye tasas de interés y comisiones que cobran los bancos- se encareció hasta 15 por ciento durante 2011. La explicación no hay que buscarla en las leyes de oferta y demanda del mercado mexicano. Está en la crisis financiera que inició en la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers en 2008 y que siguió con el endeudamiento exorbitante de muchos gobiernos que, como el de Grecia, están en dificultades para pagarle a los bancos.
Resulta que esos bancos son los mismos que administran el ahorro y crédito de México y deciden desde Londres, Madrid o Nueva York lo que les conviene a ellos, no a nuestro país.
Guillermo Ortiz, exgobernador del Banco de México y actual presidente del Consejo de Administración del Grupo Financiero Banorte, ha explicado lo que representa para México que más del 75 por ciento de los servicios de ahorro y crédito esté a cargo de bancos extranjeros. También Carlos Salinas de Gortari ha condenado esta situación, decidida por Ernesto Zedillo, dogmáticamente convencido de que los bancos extranjeros fortalecerían los servicios financieros en el país.
Lo que han dicho Salinas y Guillermo Ortiz (quizás interesados en crear un ambiente favorable a su interés en comprar algún banco extranjero, tal vez Banamex) es muy claro: hay una crisis "mamut" en un mundo interconectado que hará sufrir a México.
Precisamente el aumento de comisiones a tarjetahabientes es una de las formas en que se nos impone a los mexicanos una cuota a pagar por la crisis bancaria de Europa y Estados Unidos.
Ortiz ha dicho, con gran sentido pedagógico, que en México se vive "al revés" porque los bancos extranjeros tienen problemas en sus matrices por deudas de gobiernos que no les pagan, y a los que -como a Grecia- les tienen que condonar la mitad de su deuda y para resarcirse se llevan de México enormes utilidades. "Ello implica que ese recurso en lugar quedarse en México, se va al extranjero sin que aquí se cuente con el capital para el desarrollo del país; es un poco del mundo al revés", dijo al impartir la conferencia "Entorno económico de México y el mundo" ante empresarios de Querétaro a principios de marzo.
Es el reverso de la idea de que la entrada de los bancos extranjeros fomentaría la competencia y haría que todo el sistema financiero mexicano fuera más eficiente. La realidad es que las matrices de Banamex, Bancomer y demás filiales utilizan las ganancias que obtienen sus subsidiarias mexicanas (en el caso de Bancomer, las más altas del mundo) y de otros países para recapitalizarse, a costa de reducir el crédito y encarecer los servicios bancarios. Que el CAT de la tarjeta clásica internacional de Banamex haya subido de 44.7 en 2010 a 57 por ciento al cierre de diciembre del año pasado, es parte de esa trama.
Ortiz explica en un artículo de opinión publicado en el diario británico Financial Times que tras la crisis de 1994 ("el error de diciembre"), el gobierno de Zedillo rescató al sistema bancario y permitió la penetración extranjera, lo que se convirtió en "un negocio increíblemente rentable para los bancos internacionales. Pero no para México".
Ortiz da números que dimensionan el tamaño del negocio: entre 2003 y 2011 las filiales mexicanas de los bancos le pagaron a sus accionistas extranjeros dividendos por 20 mil millones de pesos, cantidad semejante a la que pagaron por la compra de los bancos saneados por el gobierno. Calcula Ortiz que si los dividendos pagados hubieran sido lo usual (la quinta parte), el coeficiente crédito/PIB sería cercano a 38 por ciento y no del 23 por ciento actual. Ésa es una medida en que los ahorros internos del país salen de México para recapitalizar a los bancos extranjeros. Pero además de haber recuperado su inversión en tan brevísimo plazo, su negocio vale ahora mucho más: tan sólo los cinco bancos más grandes valen alrededor de 75 mil millones de pesos.
Ante el saqueo, Ortiz propone que los mercados emergentes obliguen "a las subsidiarias de bancos mundiales a limitar el pago de dividendos y/o a cotizar en las bolsas locales. La cotización en bolsa de las subsidiarias alinearía los intereses de los bancos con los de los países huéspedes y probablemente moderaría la transferencia de recursos hacia las empresas matriz".
El tema amerita un pronunciamiento de parte de los aspirantes a la Presidencia de la República y de sus partidos.
Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM

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