Esas cifras tienen sentido porque son congruentes con las estadísticas que desvelan la creciente pobreza en México de su clase trabajadora.
Jesús Alberto Cano Vélez
La economía es una ciencia social que estudia la manera en que una sociedad decide lo que quiere producir; cómo llevar a cabo dicha actividad y distribuir los beneficios que se generan en esos procesos productivos.
Y para los que creen que “el mercado” define todo ello, en el mejor de los casos, es una tremenda simplificación o una cruel falsedad.
Por ejemplo, la semana pasada las noticias —en su versión oficial— relataron que México estaba cada día mejor en materia económica y que además el país estaba blindado contra los peligros de las crisis económicas que no cejan de amenazarnos desde el exterior.
¿Que seguimos blindados, kemosabi? Y, ¿que estamos mejor cada día?
Veamos. El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) anunció el viernes pasado que el número de pobres había seguido creciendo en México y que sumaban ya unos 55 millones de pobres; o sea, que casi la mitad de la población de mexicanos vive en la pobreza.
También nos revelaron las noticias, esta vez el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), que el “empleo informal” impuso un récord el año pasado, porque a ese sector laboral se le sumaron un millón 650 mil trabajadores, llegando así a 14 millones de trabajadores en ese segmento laboral informal.
Quiere decir que las noticias oficiales son incompletas o esconden verdades incómodas, porque también anunciaron que el mercado formal de trabajo recibió alrededor de 600 mil trabajadores.
¿Qué nos dicen esas cifras de los dos mercados de trabajo?
La consideración más importante, al respecto, es que en el mercado informal los sueldos son más bajos que en el formal; y que esos trabajadores informales no están inscritos en ningún sistema de seguridad social ni de salud o de futura jubilación. Es decir, no están protegidos.
Lamentablemente esas cifras tienen sentido porque son congruentes con las estadísticas que desvelan la creciente pobreza en México, de su clase trabajadora.
De manera que, siguiendo los análisis de los tres primeros párrafos de esta columna, la desigualdad y la pobreza crecientes en México son consecuentes con la ausencia de políticas económicas apropiadas, que generen mayor equidad, empleo y crecimiento económico.
De ahí la necesidad de un Cambio en el Modelo Económico de México.
Por eso, el Colegio Nacional de Economistas convocó a los economistas del país a analizar todo el año pasado, en reuniones regionales, la necesidad y conveniencia de que México goce de un Nuevo Proyecto Nacional de Desarrollo, después de más de 30 años de relativo estancamiento económico, periodo en el cual hemos retrocedido de una manera muy significativa y lamentable.
La diferencia de lo que podía haber sido para México, fue el avance importante de nuestros vecinos de América de Sur, que registraron crecimientos económicos elevados con gran generación de empleos, mientras que nosotros languidecíamos, estancados en el neoliberalismo.
A principios de marzo presentaremos nuestras conclusiones en una Asamblea General de nuestro gremio nacional de economistas.
*Presidente nacional del Colegio Nacional de Economistas
Jesús Alberto Cano Vélez
La economía es una ciencia social que estudia la manera en que una sociedad decide lo que quiere producir; cómo llevar a cabo dicha actividad y distribuir los beneficios que se generan en esos procesos productivos.
Y para los que creen que “el mercado” define todo ello, en el mejor de los casos, es una tremenda simplificación o una cruel falsedad.
Por ejemplo, la semana pasada las noticias —en su versión oficial— relataron que México estaba cada día mejor en materia económica y que además el país estaba blindado contra los peligros de las crisis económicas que no cejan de amenazarnos desde el exterior.
¿Que seguimos blindados, kemosabi? Y, ¿que estamos mejor cada día?
Veamos. El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) anunció el viernes pasado que el número de pobres había seguido creciendo en México y que sumaban ya unos 55 millones de pobres; o sea, que casi la mitad de la población de mexicanos vive en la pobreza.
También nos revelaron las noticias, esta vez el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), que el “empleo informal” impuso un récord el año pasado, porque a ese sector laboral se le sumaron un millón 650 mil trabajadores, llegando así a 14 millones de trabajadores en ese segmento laboral informal.
Quiere decir que las noticias oficiales son incompletas o esconden verdades incómodas, porque también anunciaron que el mercado formal de trabajo recibió alrededor de 600 mil trabajadores.
¿Qué nos dicen esas cifras de los dos mercados de trabajo?
La consideración más importante, al respecto, es que en el mercado informal los sueldos son más bajos que en el formal; y que esos trabajadores informales no están inscritos en ningún sistema de seguridad social ni de salud o de futura jubilación. Es decir, no están protegidos.
Lamentablemente esas cifras tienen sentido porque son congruentes con las estadísticas que desvelan la creciente pobreza en México, de su clase trabajadora.
De manera que, siguiendo los análisis de los tres primeros párrafos de esta columna, la desigualdad y la pobreza crecientes en México son consecuentes con la ausencia de políticas económicas apropiadas, que generen mayor equidad, empleo y crecimiento económico.
De ahí la necesidad de un Cambio en el Modelo Económico de México.
Por eso, el Colegio Nacional de Economistas convocó a los economistas del país a analizar todo el año pasado, en reuniones regionales, la necesidad y conveniencia de que México goce de un Nuevo Proyecto Nacional de Desarrollo, después de más de 30 años de relativo estancamiento económico, periodo en el cual hemos retrocedido de una manera muy significativa y lamentable.
La diferencia de lo que podía haber sido para México, fue el avance importante de nuestros vecinos de América de Sur, que registraron crecimientos económicos elevados con gran generación de empleos, mientras que nosotros languidecíamos, estancados en el neoliberalismo.
A principios de marzo presentaremos nuestras conclusiones en una Asamblea General de nuestro gremio nacional de economistas.
*Presidente nacional del Colegio Nacional de Economistas
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