martes, 21 de febrero de 2012

LA UE LIBERA LOS 130.000 MILLONES QUE EVITAN LA BANCARROTA DE GRECIA

Bruselas aprueba el segundo rescate heleno a cambio de duras exigencias
El objetivo es que la deuda se sitúe en el 121% del PIB en 2020
Claudi Pérez Bruselas / El País
La historia económica y financiera está plagada de acontecimientos inimaginables que se acaban convirtiendo en inevitables a una velocidad asombrosa. Europa ha evitado esta madrugada, con las ya habituales dosis de melodrama y nocturnidad, uno de esos lances: la ruptura de la eurozona —al menos por el momento— por el eslabón más débil, Grecia. El club del euro aprobó, con varios días de retraso y a ultimísima hora, el nuevo plan para evitar la suspensión de pagos de Grecia: 130.000 millones de euros en créditos baratos. A la espera de conocer todos los detalles, todo apunta a que, a cambio, Grecia ha aceptado una enorme cesión de soberanía.
El día de la verdad para Grecia sirvió para constatar una de esas máximas inapelables: en economía no hay comidas gratis. El segundo rescate llega vía créditos internacionales, a unos tipos de interés menores que el primero —los préstamos pactados en mayo de 2010 implicaban intereses usurarios, superiores al 5%—, pero sobre todo con un reguero de exigencias. Atenas ha aprobado todas y cada una de las condiciones impuestas por sus socios: recortes de gasto, de sueldos, de pensiones y de funcionarios, y el compromiso por escrito de que gane quien gane las próximas elecciones esas promesas de ajuste draconiano se mantendrán a rajatabla. Ni así ha logrado el Gobierno del tecnócrata Lukas Papademos que Europa deje de desconfiar: la clave del segundo rescate a Atenas es el pliego de condiciones de las ayudas.
Los países que ponen el dinero, liderados por Alemania, no se fían de la capacidad, incluso de la voluntad de Papademos, para aplicar la drástica cura elegida para poner en vereda la economía griega. Pero desde el lado de Atenas las concesiones rallan lo tolerable para una ciudadanía que lleva cuatro años muy, muy duros a sus espaldas. Los socios europeos pedían a Grecia como condición que aceptara una cuenta bloqueada para que el dinero recaudado se destine a satisfacer los intereses y el principal de su deuda, antes de tocar un solo euro para pagar las facturas, los sueldos de los maestros y las pensiones.
Presencia permanente
Además, Bruselas insistió para que una representación permanente de sus socios (la troika: Comisión Europea, Fondo Monetario Internacional y Banco Central Europeo) se instalara en Atenas para comprobar que los ajustes se cumplen caiga quien caiga.
Con todo lo que ha costado el acuerdo, pospuesto una y otra vez por los ministros de Finanzas de la eurozona ante la desconfianza galopante con todo lo que tiene que ver con Grecia, el trabajo no ha concluido. A muy corto plazo, queda por ver cuál es la contribución de la banca a la reestructuración “voluntaria” de la deuda griega, y una posible contribución de los bancos centrales y del BCE. El objetivo es que el endeudamiento de Grecia baje hasta alcanzar niveles considerados, del 120% del PIB en 2020.
Pero las cifras no acaban de salir: un informe detallaba el lunes que el tamaño del agujero en Grecia siembra dudas sobre la efectividad del rescate. En el peor de los casos, si la recesión se convierte en depresión, para 2020 la deuda tan solo habrá bajado al 160%, a pesar de las sucesivas oleadas de recortes. Los socios europeos negociaron hasta bien entrada la madrugada una inyección adicional de fondos y una reestructuración más favorable para que el dinero entregado a Grecia sirva para sacar al país del atolladero.
Protestas por los recortes
Conviene mirar a Grecia: allí llevan meses de protestas estudiantiles, de huelgas contra la austeridad draconiana, de cargas policiales y descontento creciente en las calles, algo que en otros países es solo un impulso incipiente. La de Grecia es una historia estremecedora: una economía que supone apenas algo más del 2% del PIB europeo, pero que trae de cabeza al continente porque algunas de sus cifras ya son mareantes. El nuevo rescate se suma a los 73.000 millones desembolsados en el primer paquete de ayuda y a los más de 100.000 millones con los que está previsto que la banca arrime el hombro. Más de 300.000 millones en total no han impedido algo parecido a una depresión, con cuatro años consecutivos de caídas del PIB, el paro por encima del 20% y un sistema financiero asfixiado.
La banca gana: todo ese dinero ha servido, básicamente, para dar tiempo a las entidades financieras alemanas y francesas (las más expuestas a Grecia) y al resto del sector europeo, que respira con la barra libre de liquidez del BCE. Y aun así, incluso con el segundo rescate incluido, Grecia sigue sin tenerlas todas consigo. Tiene que volver a crecer en un entorno adverso, con el lastre que suponen varias oleadas de recortes y el peso muerto de su enorme deuda. Grecia y Europa han ganado tiempo. Pero ni siquiera después del rescate se puede descartar la posibilidad de una salida del euro. Queda crisis griega para rato.

No hay comentarios:

Publicar un comentario