JORGE ZEPEDA PATTERSON / EL UNIVERSAL
De vez en cuando, como las jacarandas de marzo, florean en nuestra atribulada flora política expresiones esperanzadoras. No son muchas, y suelen ser efímeras, pero ocasionalmente brotan entre el paisaje de infamias y manipulaciones, y dejan la vaga sensación de que no todo está perdido.
No sé qué alineación favorable de los astros permitió, por ejemplo, que la terna de consejeros ciudadanos que debería nombrarse para el IFE se concretara en favor de María Marván, Lorenzo Córdova y Sergio García Ramírez. Durante años el IFE había padecido un desdibujamiento creciente, debido al control de los partidos en el proceso de designación de los consejeros. Los ejercicios anteriores habían consistido en un reparto de posiciones a favor del PRI, PAN y PRD. Los consejeros ciudadanos que supuestamente ejercerían la supervisión y arbitraje de los partidos y las elecciones, acabaron siendo personeros de las instituciones que deberían ser supervisadas. Parecía una trinchera más de las muchas que la clase política logró arrancar de la ciudadanía o a las que nunca permitió su acceso.
El más reciente cambio de consejeros parecía destinado a constituir el último y definitivo golpe al IFE. Durante meses se barajearon distintas ternas en las que la única diferencia era la manera en que se la repartían los tres partidos. Gracias a la afortunada circunstancia de que nunca pudieron ponerse de acuerdo en su rebatinga, se abrió la ventana que permitió la designación de tres ciudadanos respetables y de conocida probidad. El ingreso de los tres ha modificado sensiblemente el ambiente dentro del IFE, y potenciado a los elementos sanos que aún prevalecían. Súbitamente una institución que parecía perdida vuelve a constituir un "territorio" aparentemente ganado a la ambiciosa clase política.
La misma sensación me dejan las dos derrotas electorales más reciente de Felipe Calderón. Una de ellas es el fracaso de la candidatura de Luisa María Calderón, la Cocoa, al gobierno de Michoacán. La maquinaria federal se volcó a favor de la hermana del presidente no sólo durante la precampaña y la campaña misma. Se podía adivinar una estrategia de cálculo para favorecer a Cocoa desde el alevoso michoacanazo que se orquestó desde la PGR en contra del gobierno de Leonel Godoy, para minar la credibilidad del perredismo frente a la opinión pública local y nacional. Con esto no pretendo decir que el triunfo del PRI en aquél estado sea un desenlace a favor de los ciudadanos. Sólo el tiempo lo dirá, aunque no soy demasiado optimista. Pero sí me parece importante concluir que la estrategia del "haiga sido como haiga sido" que estaba operando a favor de María Luisa Calderón fue derrotada, pese a todo. Una lección que contradice la impresión que tienen los políticos de que el dinero, las malas artes y el poder son infalibles a la hora de imponer una decisión.
Algo similar me sucede con el fracaso de Ernesto Cordero en sus empeños de hacerse con la candidatura del PAN a la Presidencia. No es un secreto que Felipe Calderón estaba decidido a convertirlo en el abanderado de su partido. Para ello su administración no omitió maña ni ahorró recursos, legales e ilegales. La prensa documentó una y otra vez la participación de la estructura federal y la presión política para influir en el voto de los panistas. Y pese a todo, Josefina Vázquez Mota logró imponerse al delfín del presidente. No sé si los panistas tomaron o no la mejor decisión, ese es otro tema, lo importante es que no la tomaron en función de la estrategia de manipulación del poderoso.
Todavía es incierta la posibilidad de que el 21 de marzo, en la Suprema Corte, el proyecto de ley de Zaldívar logre imponerse en contra de todo el despliegue de recursos legales y políticos que se desplegaron en contra de Florence Cassez, para proteger la imagen de Genaro García Luna. Durante años el aparato policiaco y judicial orquestó una estrategia sistemática para asegurar la condena de la francesa. Siete años después, y contra todo pronóstico, los pliegues favorables del sistema reaccionaron para cuestionar su propio cuestionable desempeño. Interesante.
No son muchos ejemplos en la larga colección de infamias que terminan por imponerse y convertirse en eslabón de la infinita cadena de la impunidad del "haiga sido como haiga sido". Normalmente la clase política y los "intocables" terminan saliéndose con la suya. Pero a veces, por razones no del todo explicables, algo se mueve pese a todo, y nos deja la vaga sensación que existe alguna esperanza. Mientras podamos ver jacarandas como éstas en materia política, no todo está perdido.
De vez en cuando, como las jacarandas de marzo, florean en nuestra atribulada flora política expresiones esperanzadoras. No son muchas, y suelen ser efímeras, pero ocasionalmente brotan entre el paisaje de infamias y manipulaciones, y dejan la vaga sensación de que no todo está perdido.
No sé qué alineación favorable de los astros permitió, por ejemplo, que la terna de consejeros ciudadanos que debería nombrarse para el IFE se concretara en favor de María Marván, Lorenzo Córdova y Sergio García Ramírez. Durante años el IFE había padecido un desdibujamiento creciente, debido al control de los partidos en el proceso de designación de los consejeros. Los ejercicios anteriores habían consistido en un reparto de posiciones a favor del PRI, PAN y PRD. Los consejeros ciudadanos que supuestamente ejercerían la supervisión y arbitraje de los partidos y las elecciones, acabaron siendo personeros de las instituciones que deberían ser supervisadas. Parecía una trinchera más de las muchas que la clase política logró arrancar de la ciudadanía o a las que nunca permitió su acceso.
El más reciente cambio de consejeros parecía destinado a constituir el último y definitivo golpe al IFE. Durante meses se barajearon distintas ternas en las que la única diferencia era la manera en que se la repartían los tres partidos. Gracias a la afortunada circunstancia de que nunca pudieron ponerse de acuerdo en su rebatinga, se abrió la ventana que permitió la designación de tres ciudadanos respetables y de conocida probidad. El ingreso de los tres ha modificado sensiblemente el ambiente dentro del IFE, y potenciado a los elementos sanos que aún prevalecían. Súbitamente una institución que parecía perdida vuelve a constituir un "territorio" aparentemente ganado a la ambiciosa clase política.
La misma sensación me dejan las dos derrotas electorales más reciente de Felipe Calderón. Una de ellas es el fracaso de la candidatura de Luisa María Calderón, la Cocoa, al gobierno de Michoacán. La maquinaria federal se volcó a favor de la hermana del presidente no sólo durante la precampaña y la campaña misma. Se podía adivinar una estrategia de cálculo para favorecer a Cocoa desde el alevoso michoacanazo que se orquestó desde la PGR en contra del gobierno de Leonel Godoy, para minar la credibilidad del perredismo frente a la opinión pública local y nacional. Con esto no pretendo decir que el triunfo del PRI en aquél estado sea un desenlace a favor de los ciudadanos. Sólo el tiempo lo dirá, aunque no soy demasiado optimista. Pero sí me parece importante concluir que la estrategia del "haiga sido como haiga sido" que estaba operando a favor de María Luisa Calderón fue derrotada, pese a todo. Una lección que contradice la impresión que tienen los políticos de que el dinero, las malas artes y el poder son infalibles a la hora de imponer una decisión.
Algo similar me sucede con el fracaso de Ernesto Cordero en sus empeños de hacerse con la candidatura del PAN a la Presidencia. No es un secreto que Felipe Calderón estaba decidido a convertirlo en el abanderado de su partido. Para ello su administración no omitió maña ni ahorró recursos, legales e ilegales. La prensa documentó una y otra vez la participación de la estructura federal y la presión política para influir en el voto de los panistas. Y pese a todo, Josefina Vázquez Mota logró imponerse al delfín del presidente. No sé si los panistas tomaron o no la mejor decisión, ese es otro tema, lo importante es que no la tomaron en función de la estrategia de manipulación del poderoso.
Todavía es incierta la posibilidad de que el 21 de marzo, en la Suprema Corte, el proyecto de ley de Zaldívar logre imponerse en contra de todo el despliegue de recursos legales y políticos que se desplegaron en contra de Florence Cassez, para proteger la imagen de Genaro García Luna. Durante años el aparato policiaco y judicial orquestó una estrategia sistemática para asegurar la condena de la francesa. Siete años después, y contra todo pronóstico, los pliegues favorables del sistema reaccionaron para cuestionar su propio cuestionable desempeño. Interesante.
No son muchos ejemplos en la larga colección de infamias que terminan por imponerse y convertirse en eslabón de la infinita cadena de la impunidad del "haiga sido como haiga sido". Normalmente la clase política y los "intocables" terminan saliéndose con la suya. Pero a veces, por razones no del todo explicables, algo se mueve pese a todo, y nos deja la vaga sensación que existe alguna esperanza. Mientras podamos ver jacarandas como éstas en materia política, no todo está perdido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario