CLAUDIA LUNA PALENCIA / EL DIARIO DE COAHUILA
En 2011, el peso depreció frente al dólar y el mercado accionario acumuló pérdidas mientras que tanto reservas como remesas internacionales siguieron dando la nota positiva.
El comportamiento del peso y la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) respondieron en buena medida a la exposición al riesgo de la economía mexicana por cuanto corresponde a su cercanía con la estadounidense y la presencia de capital español en el sistema de pagos mexicano, entre otras inversiones relevantes que desde luego implican no perderse de vista la crisis de deuda desatada en Europa.
De esta forma, a lo largo del año pasado la moneda mexicana enfrentó diversos episodios de presión que en otros tiempos hubieran provocado mayores estragos (si por ejemplo, el mercado cambiario estuviera entre bandas o fijo en vez de libre flotación) así se traspasó la barrera de los 12 pesos por dólar hasta alcanzar los 14.23 pesos por dólar.
Para diciembre, la moneda cotizó en 13.94 pesos por dólar; cabe mencionar que importadores y exportadores que generalmente compran coberturas cambiarias a fin de resguardarse de los impactos derivados de las fluctuaciones del tipo de cambio fueron sorprendidos por el mal comportamiento de la moneda mexicana que resultó la más castigada de todas las monedas latinoamericanas en 2011.
El peso fluctuó de un mínimo de 11.50 a un máximo de 14.23 pesos por dólar con una depreciación del 23.73 por ciento.
Por su parte, la BMV acumuló una caída anual del 3.8%, del mercado accionario salieron 3 mil 739 millones de dólares, de acuerdo con información del Banco de México.
A COLACIÓN
Datos preliminares apuntan que el año pasado la economía mexicana creció 4.80% con una inflación del 3.7% y las estimaciones son de un PIB de 3.80% y una inflación de 3.94% en 2012.
Hasta el momento todos los consensos advierten de un menor crecimiento de la economía mexicana en un año políticamente electoral y clave para la Presidencia donde la presión de las variables externas conjugarán con la tensión de las variables internas.
La propia Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) puntualiza que los países de la región con mayor expansión económica serán Panamá, Argentina, Ecuador, Perú y Chile, descartando a México.
En todo caso el país cuenta con dos variables relevantes con un buen desempeño: reservas y remesas internacionales.
Las primeras alcanzaron niveles de acumulación histórica para un país que a finales de 1994 y la primavera de 1995 padeció por reservas internacionales para hacer frente al respaldo de su moneda y los vencimientos en bonos.
Con una cara muy distinta el Banco de México administra reservas por 142 mil 475.5 millones de dólares, al 30 de diciembre de 2011.
Ahora bien, respecto de las remesas tenemos que decir que actúan como una válvula de escape para evitar una tensión social derivada del subempleo, desempleo, marginación, exclusión social y económica.
De acuerdo con la balanza de pagos en su información más actualizada de enero a septiembre del año pasado proporcionada por Banco de México, el saldo de las remesas ubicó en 17 mil 280 millones de dólares un 6.6% más respecto de igual lapso de 2010.
Todavía el saldo por remesas que son las divisas en dólares enviadas por los paisanos mexicanos desde Estados Unidos a México es mayor que el saldo de la Inversión Extranjera Directa (IED), que de enero a septiembre de 2011 fue de 13 mil 492 millones de dólares.
Cuando comparamos remesas contra IED valoramos en su justa dimensión la importancia vital que para millones de familias mexicanas detentan los dólares recibidos semana tras semana; mes tras mes.
Tras este breve resumen únicamente podemos concluir que mientras diversas variables financieras e inclusive macroeconómicas enfrentan presiones externas, tanto las reservas como las remesas están jugando su papel: las primeras, garantes de la estabilidad y confianza para los bienes importados, servicio de la deuda y soporte de la moneda; las segundas, garantes de la paz social por aliviar la tensión en un país de más de 55 millones de pobres.
En 2011, el peso depreció frente al dólar y el mercado accionario acumuló pérdidas mientras que tanto reservas como remesas internacionales siguieron dando la nota positiva.
El comportamiento del peso y la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) respondieron en buena medida a la exposición al riesgo de la economía mexicana por cuanto corresponde a su cercanía con la estadounidense y la presencia de capital español en el sistema de pagos mexicano, entre otras inversiones relevantes que desde luego implican no perderse de vista la crisis de deuda desatada en Europa.
De esta forma, a lo largo del año pasado la moneda mexicana enfrentó diversos episodios de presión que en otros tiempos hubieran provocado mayores estragos (si por ejemplo, el mercado cambiario estuviera entre bandas o fijo en vez de libre flotación) así se traspasó la barrera de los 12 pesos por dólar hasta alcanzar los 14.23 pesos por dólar.
Para diciembre, la moneda cotizó en 13.94 pesos por dólar; cabe mencionar que importadores y exportadores que generalmente compran coberturas cambiarias a fin de resguardarse de los impactos derivados de las fluctuaciones del tipo de cambio fueron sorprendidos por el mal comportamiento de la moneda mexicana que resultó la más castigada de todas las monedas latinoamericanas en 2011.
El peso fluctuó de un mínimo de 11.50 a un máximo de 14.23 pesos por dólar con una depreciación del 23.73 por ciento.
Por su parte, la BMV acumuló una caída anual del 3.8%, del mercado accionario salieron 3 mil 739 millones de dólares, de acuerdo con información del Banco de México.
A COLACIÓN
Datos preliminares apuntan que el año pasado la economía mexicana creció 4.80% con una inflación del 3.7% y las estimaciones son de un PIB de 3.80% y una inflación de 3.94% en 2012.
Hasta el momento todos los consensos advierten de un menor crecimiento de la economía mexicana en un año políticamente electoral y clave para la Presidencia donde la presión de las variables externas conjugarán con la tensión de las variables internas.
La propia Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) puntualiza que los países de la región con mayor expansión económica serán Panamá, Argentina, Ecuador, Perú y Chile, descartando a México.
En todo caso el país cuenta con dos variables relevantes con un buen desempeño: reservas y remesas internacionales.
Las primeras alcanzaron niveles de acumulación histórica para un país que a finales de 1994 y la primavera de 1995 padeció por reservas internacionales para hacer frente al respaldo de su moneda y los vencimientos en bonos.
Con una cara muy distinta el Banco de México administra reservas por 142 mil 475.5 millones de dólares, al 30 de diciembre de 2011.
Ahora bien, respecto de las remesas tenemos que decir que actúan como una válvula de escape para evitar una tensión social derivada del subempleo, desempleo, marginación, exclusión social y económica.
De acuerdo con la balanza de pagos en su información más actualizada de enero a septiembre del año pasado proporcionada por Banco de México, el saldo de las remesas ubicó en 17 mil 280 millones de dólares un 6.6% más respecto de igual lapso de 2010.
Todavía el saldo por remesas que son las divisas en dólares enviadas por los paisanos mexicanos desde Estados Unidos a México es mayor que el saldo de la Inversión Extranjera Directa (IED), que de enero a septiembre de 2011 fue de 13 mil 492 millones de dólares.
Cuando comparamos remesas contra IED valoramos en su justa dimensión la importancia vital que para millones de familias mexicanas detentan los dólares recibidos semana tras semana; mes tras mes.
Tras este breve resumen únicamente podemos concluir que mientras diversas variables financieras e inclusive macroeconómicas enfrentan presiones externas, tanto las reservas como las remesas están jugando su papel: las primeras, garantes de la estabilidad y confianza para los bienes importados, servicio de la deuda y soporte de la moneda; las segundas, garantes de la paz social por aliviar la tensión en un país de más de 55 millones de pobres.
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