miércoles, 25 de enero de 2012

OBAMA OFRECERÁ SU PROPUESTA ECONÓMICA EN EL DISCURSO SOBRE EL ESTADO DE LA UNIÓN

El presidente tiene previsto respaldar la tasa para millonarios
Antonio Caño Washington / El País
Barack Obama ingresa oficialmente esta noche en la campaña electoral norteamericana, tratando de resaltar el contraste con sus rivales republicanos, con la propuesta de una economía que atienda prioritariamente las necesidades de las clases medias y garantice un largo periodo de prosperidad. Frente a la batalla extremista que se libra en el campo contrario, el presidente intenta aparecer ante la nación como el único candidato confiable para gobernar desde el centro, atendiendo al interés general y con cierto sentido común.
No es difícil sonar prudente y constructivo en medio del clima creado por las primarias del Partido Republicano. Obama ha planeado hacerlo en el importante discurso anual sobre el estado de la Unión, con la esperanza de que se puede obtener la reelección en noviembre quizá únicamente aportando una dosis de sensatez en la actual escalada del radicalismo conservador.
El ejemplo último de esa espiral ocurrió este lunes en el debate republicano. Después de que Mitt Romney confesase que solo ha pagado un 13,9% de impuestos en los dos últimos años –unos quince puntos menos que la media de los ciudadanos que viven de su salario-, todos los participantes estuvieron de acuerdo en que eso es mucho más de lo que pagaría de aplicarse la propuesta de su rival Newt Gingrich: cero. El contraste entre esas posiciones y los de una mayoría de la nación que, según una encuesta de ayer de la cadena CBS, apoya una tasa especial para los ingresos superiores al millón de dólares anuales, es abismal.
Y ese abismo es el que trata de llenar Obama con un mensaje dirigido a una población que observa su futuro con incertidumbre y desconfía de las soluciones que los políticos le ofrecen. Obama insistirá en la defensa de la tasa para los ricos, llamada tasa Buffett en nombre del millonario Warren Buffett, quien reconoció que paga menos impuestos que su secretaria. Y tiene previsto presentar otra serie de ideas para aliviar algunas de las preocupaciones de las clases medias: ayudas a las hipotecas y nuevos incentivos para la creación de puestos de trabajo en la pequeña y mediana empresa.
El propósito del discurso es el de diseñar las reglas de una economía más atenta al equilibrio distributivo y más cercana a los ciudadanos. Este discurso será el eje de la campaña electoral de Obama. “Podemos ir en dos direcciones”, ha dicho el presidente en un vídeo previo a su intervención ante una sesión conjunta del Congreso. “Una dirección es hacia menos oportunidades y menos justicia; la otra es hacia construir una economía que funcione para todos, no solo para los más ricos”. “Mi propósito”, ha añadido, “es el de un país donde todos tengan una oportunidad justa, donde todos aporten lo que les corresponde y donde todos jueguen con las mismas reglas”.
Obama tiene algunas dificultades para hacer creíbles esas palabras. En primer lugar tiene que convencer a sus compatriotas de por qué necesita un segundo mandato si no lo ha conseguido en el primero. El paro continúa en un inquietante 8,5% y el ritmo de crecimiento económico es demasiado lento como para que esa cifra cambie sustancialmente antes de noviembre. Obama ha perdido el favor de los votantes independientes y, actualmente, su popularidad, de un 46% de promedio, es inferior a la de la mayoría de otros presidentes cuando aspiraban a la reelección.
Algunos datos, sin embargo, le favorecen. Los norteamericanos culpan más al Congreso, controlado por los republicanos, que a la Casa Blanca por la ineficacia de Washington ante los problemas nacionales, y la tendencia de la economía, pese a todo, es hacia la recuperación, no hacia el empeoramiento. Los peores momentos de angustia podrían haber pasado cuando los norteamericanos tengan que acudir a las urnas.
El mejor dato a favor de Obama es, no obstante, el estado de la carrera electoral republicana. Es muy difícil pensar hoy cómo un candidato como Newt Gingrich puede conquistar el voto independiente, tradicionalmente moderado y centrista. Y tampoco es fácil como Mitt Romney, a quien los datos de su biografía van perfilando como un elitista alejado de la América real, va a conseguir la victoria en Estados industriales y obreros como Ohio, Pensilvania, New Jersey o Michigan, que son determinantes para llegar a la presidencia.
Pese a todo, Obama no debería confiar únicamente en que una sabia combinación de populismo y sensatez le dé la victoria. No se gana la presidencia de Estados Unidos desde la prudencia. Este país piensa en grande y a su electorado le gusta elegir entre grandes proyectos. Probablemente, el republicano, con todas sus limitaciones, lo va a ser. Y Obama intenta explicar esta noche a los norteamericanos que el suyo también. “El presidente va a crear las bases de una economía a largo plazo”, aseguró el principal asesor político de la Casa Blanca, David Plouffe.
A partir de hoy, Obama emprende una gira por cinco Estados que serán escenarios de la batalla electoral. Al margen de las obligaciones de la política exterior, poco más va a gobernar a partir de ahora.

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