José Luis Caballero / El Economista
La combinación de inundaciones en el sur del país y heladas en el norte, en un contexto de cambio climático, ha provocado en el país durante los tres últimos años situaciones extremas, desde torrenciales lluvias hasta sequías severas. Ello ha implicado la pérdida de grandes superficies de siembra. Para cubrirlas se ha tenido que recurrir a la compra de los mismos en los mercados internacionales, en los que también prevalece una situación de incertidumbre.
Ante la grave contingencia, se disparó la importación de productos agropecuarios que entre enero y noviembre del 2011 sumó 12,061 millones de dólares, una cifra récord desde que el Banco de México tiene registro de las mismas. Dicho montó implicó un repunte anual de 35.5%, la mayor variación en 14 años.
En la canasta de productos agropecuarios destaca el crecimiento de 82.7% en las importaciones de maíz, el del huevo, con 73.7%, y el sorgo, con 67%, por citar los más importantes.
Si bien las compras de alimentos en los mercados internacionales mitigaron la emergencia, la volatilidad en el mercado de cambios significó precios más altos para los consumidores mexicanos, dado el contexto de volatilidad cambiaria en el que se realizaron estas compras. En los primeros 11 meses del año, el precio del dólar en el mercado cambiario mexicano aumentó 10.3 por ciento.
El traslado de la depreciación cambiaria a los precios del consumidor mantuvo los aumentos de precios en la canasta básica durante la segunda parte del año, muy por arriba de la inflación general. De acuerdo con información del INEGI, el precio promedio del frijol durante el 2011 aumentó 32.1%; el del huevo, 16.9%; el de las tortillas, 16%, y la carne de res, 12.9%, por citar a los que registraron las variaciones más importantes.
Las implicaciones sociales
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares para 2010, 10% de los hogares más pobres en México destina 66% de su gasto en alimentos, mientras que 10% más rico destina 13%, lo que en términos más llanos significa que, en la medida que se prolongue la crisis, avanzará en paralelo la pobreza alimentaria.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) publicó al tercer trimestre del 2011 del Índice de Tendencia Laboral de la Pobreza (ITLP), que estima el poder adquisitivo del ingreso laboral, dicho índice se ubicó en 1.2 puntos, lo que implica que durante el último trimestre hubo un incremento de 2.0% en la cantidad de personas que no pudieron comprar una canasta alimentaria.
Es decir, su ingreso laboral no alcanzó para cubrir los 716.9 pesos al mes necesarios para comprar los alimentos mínimos requeridos en las zonas rurales, o bien, 1,023 pesos en zonas urbanas. De acuerdo con el análisis mensual de productos básicos del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas, la razón detrás del deterioro social es el incremento insuficiente en los ingresos laborales para cubrir la inflación en alimentos.
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