El espectro de la pobreza y el paro sobrevuela el Foro Económico Mundial
ROB COX / EL PAÍS
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El invitado con el que es más difícil no toparse en el Foro Económico Mundial de este año no tiene tarjeta identificativa. No ha sido invitado a la reunión anual en Davos, pero ronda por las mesas de discusión, por las conversaciones de pasillo y por los discursos de los políticos. Es el señor 99%, el espectro de los desempleados y de los marginados.
No todos los que se encuentran en la conferencia suiza son miembros del 1% privilegiado, pero el objetivo principal del esfuerzo es juntar a los poderosos del mundo (y a Mick Jagger). Y los multimillonarios indios, los empresarios chinos, los gerifaltes de Wall Street y los líderes de los sindicatos están de acuerdo en una cosa. Un aumento del descontento social sería malo para los negocios. Los únicos beneficiados por los enfrentamientos del pasado año en las calles del centro de Manhattan, del norte de Londres o de Santiago fueron los fabricantes de gas lacrimógeno y los que hacen barricadas.
Pero los poderosos y los plutócratas no pueden ponerse de acuerdo sobre lo que debería hacerse. El programa del Foro es un poco esquizofrénico. Una mesa de discusión del miércoles, Las semillas de la distopia, se centró en cómo evitar que los 225 millones de desempleados de todo el mundo pierdan la fe en el capitalismo y en las instituciones públicas. Una de las ideas consistía en prestar más atención a la relación entre las indemnizaciones de los ejecutivos y el sueldo medio de los trabajadores.
Pero al mismo tiempo, un poco más allá en el mismo pasillo, un director de un hedge fund, un asesor y un presidente de empresa debatían La cuestión de las indemnizaciones. Su respuesta, en pocas palabras, era que es asunto de los accionistas, y que les dejaran en paz.
Algunas mesas de discusión estaban a la defensiva. El lado oscuro de la conectividad se centraba en los riesgos para la seguridad creados por las nuevas tecnologías como las redes sociales que permiten a los manifestantes -desde la plaza de Tahrir en El Cairo hasta el parque Zuccotti de Manhattan- organizarse en tiempo real. Pero algunos se muestran optimistas. El exsecretario del Tesoro estadounidense Larry Summers considera que los gritos contra la disparidad de riqueza son un síntoma de los problemas económicos. Por esa razón, las protestas disminuirán a medida que el crecimiento se recupere.
Aunque los pobres del mundo no causen muchos problemas a los ricos, una cosa está clara: en su primer viaje a Davos, con o sin tarjeta identificativa, el señor 99% ha causado bastante impresión.
No todos los que se encuentran en la conferencia suiza son miembros del 1% privilegiado, pero el objetivo principal del esfuerzo es juntar a los poderosos del mundo (y a Mick Jagger). Y los multimillonarios indios, los empresarios chinos, los gerifaltes de Wall Street y los líderes de los sindicatos están de acuerdo en una cosa. Un aumento del descontento social sería malo para los negocios. Los únicos beneficiados por los enfrentamientos del pasado año en las calles del centro de Manhattan, del norte de Londres o de Santiago fueron los fabricantes de gas lacrimógeno y los que hacen barricadas.
Pero los poderosos y los plutócratas no pueden ponerse de acuerdo sobre lo que debería hacerse. El programa del Foro es un poco esquizofrénico. Una mesa de discusión del miércoles, Las semillas de la distopia, se centró en cómo evitar que los 225 millones de desempleados de todo el mundo pierdan la fe en el capitalismo y en las instituciones públicas. Una de las ideas consistía en prestar más atención a la relación entre las indemnizaciones de los ejecutivos y el sueldo medio de los trabajadores.
Pero al mismo tiempo, un poco más allá en el mismo pasillo, un director de un hedge fund, un asesor y un presidente de empresa debatían La cuestión de las indemnizaciones. Su respuesta, en pocas palabras, era que es asunto de los accionistas, y que les dejaran en paz.
Algunas mesas de discusión estaban a la defensiva. El lado oscuro de la conectividad se centraba en los riesgos para la seguridad creados por las nuevas tecnologías como las redes sociales que permiten a los manifestantes -desde la plaza de Tahrir en El Cairo hasta el parque Zuccotti de Manhattan- organizarse en tiempo real. Pero algunos se muestran optimistas. El exsecretario del Tesoro estadounidense Larry Summers considera que los gritos contra la disparidad de riqueza son un síntoma de los problemas económicos. Por esa razón, las protestas disminuirán a medida que el crecimiento se recupere.
Aunque los pobres del mundo no causen muchos problemas a los ricos, una cosa está clara: en su primer viaje a Davos, con o sin tarjeta identificativa, el señor 99% ha causado bastante impresión.
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