- El ascenso de Edgar Amador a la titularidad de Hacienda es refrescante. Su perfil es percibido como puente idóneo entre gobierno y empresarios
Carlos Mota - El Heraldo de México
Finalmente se fue Rogelio Ramírez de la O de la Secretaría de Hacienda. Se demoró, porque la dependencia parecía tener una especie de muerto en vida a cargo. Por ello, la primera reacción de la gente de negocios desde el viernes al mediodía, al conocerse su salida, fue de alivio.
El ascenso de Edgar Amador a la titularidad de Hacienda es refrescante. Su perfil —mucho más afín a una interlocución proactiva con la iniciativa privada y no solo escasamente con el sector financiero— es percibido como un puente idóneo entre gobierno y empresarios. Eso sí, llega de apagafuegos, porque estamos al borde de una recesión y ante la amenaza periódica de los aranceles.
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