miércoles, 2 de marzo de 2011

UN FELIZ INTERLUDIO

Rogelio Ramírez de la O / El Universal
Hasta hoy los economistas que favorecieron una estrategia expansionista en 2008 y 2009 para la economía estadounidense pueden cantar victoria sobre los que se opusieron. A tal punto los hechos dan la razón a los primeros, que incluso se puede reclamar que la inyección fiscal del gobierno no fue suficientemente grande.
La urgencia de una política expansionista se justificó porque la explosión de la burbuja hipotecaria y el desplome de mercados financieros en 2008 fueron tan apabullantes que estuvieron a punto de causar otra Gran Depresión, en ausencia de la intervención oficial. En la Depresión de los años 30, el desempleo llegó a 30%. El trauma económico y social de esa Depresión explica que tanto un gobierno republicano (Bush) como uno demócrata, (Obama) que le sucedió, tomaran medidas para aumentar el gasto público, dar apoyo al sistema financiero y reducir impuestos, aun a pesar de un déficit fiscal creciente.
El estímulo fiscal fue además acompañado de un aumento de la liquidez y de tasas de interés de cero y luego reforzados por compras masivas de bonos hipotecarios y gubernamentales por la Reserva Federal. Su objetivo fue mantener bajas las tasas de interés de dichos bonos y con ello facilitar el refinanciamiento de las hipotecas y el aumento de la rentabilidad de los bancos.
Pero es de tal profundidad la crisis que aun ahora, tres años después de iniciada la recesión, el producto apenas alcanzó el nivel que tenía antes de la recesión. Las hipotecas se han reparado sólo en parte y por la masiva intervención de las autoridades. Las ventas automotrices solamente repuntaron por el programa de subsidios que animó a los consumidores a renovar autos. Y aun así, la venta de automóviles que llegó a 17 millones en 2007 bajó hasta casi 9 millones y se ha recuperado, pero en parte, a 12.5 millones.
En eso se basa el actual momento de optimismo en los mercados, en que no hubo otra Depresión y hay una recuperación parcial. El desempleo que bajó de 9.9% a 9.4% hubiera sido mucho mayor si no se hubiera renovado la reducción de impuestos decretada por Bush en 2008 y acompañado ahora de una reducción al impuesto sobre nóminas. Pero la situación sigue siendo muy frágil. Las mediciones amplias del desempleo lo ubican en 17% si se incluyen los que han dejado de buscarlo por no haberlo encontrado en un largo tiempo. El mercado de vivienda usada sigue en recesión ante casi 5 millones de viviendas embargadas por los bancos y muchos municipios están recurriendo hasta a recortes de maestros por la falta de dinero.
El actual momento combina una economía real aún muy débil con expectativas positivas sobre una gradual recuperación. De ahí que el mercado de acciones haya subido tanto y muestre cierta euforia. Pero no hay que engañarse, pues lo más probable es que la economía seguirá requiriendo de más apoyo gubernamental. Como éste sólo puede darse con más endeudamiento público, hay riesgos de que se pierda la confianza en los bonos del gobierno estadounidense.
México depende de esta recuperación en EU y el gobierno sigue apostando a no hacer mucho más que mantener la estabilidad para tener un crecimiento modesto. Éste es factible si la recuperación en EU se mantiene. Si esto no pasa, aquí habrá un letargo por casi todo un sexenio y la estabilidad se puede complicar con inflación de alimentos. El gobierno ofrecerá al elector la estabilidad, sabiendo que es muy apreciada por los mexicanos, pero en un letargo prolongado será muy difícil convencerlos de comer estabilidad.
Analista económico

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