Dejemos de estar con finanzas públicas petrolizadas y usemos esa riqueza para fines transgeneracionales que le aporten recursos para más inversión a Pemex en vez de malgastarla en sueldos de burócratas y otros gastos corrientes.
Jesús Alberto Cano Vélez / Excelsior
Hemos venido diciendo desde hace tiempo, que las políticas hasta ahora implantadas en materia de la hacienda pública han palidecido, en comparación con lo que hace el resto del mundo inteligente, con noción de Estado, que plantea ideas para generar mayores ingresos gubernamentales y canalizarlos a estimular el crecimiento, y con ello empleo y desarrollo.
Pero en nuestro medio político, cuando surge una idea como la que ha propuesto la bancada del PRI en el Senado de la República, los representantes de los gobiernos federal y del Distrito Federal, la bombardean, actuando en una alianza controvertida y criticada por los demás, pues no se entiende. Hasta parecería que se coordinaron para manejar su línea.
Escuchamos palabras profesorales del Ejecutivo, que aseveran que todo va bien con lo que tenemos. Evidentemente, les tranquiliza que haya crecido el empleo formal en 2010, pero no se dan cuenta que esa recuperación es apenas parcial, porque nos sitúa en el nivel de empleos formales que teníamos en 2008; esto es, dos años perdidos en crecimiento económico y empleo. Mientras tanto, el gobierno federal empieza a esbozar algunos argumentos engañosos; tal vez algunos con falta de rigor estadístico y otros ofreciendo comparaciones irrelevantes, para intentar convencer de que ese proyecto tributario va a perder ingresos. Qué lástima que se oponen a esta primera ocasión que se propone una Reforma Hacendaria que no implique subir tasas tributarias a los causantes cautivos del mercado formal, cuando hay mucha tela de donde cortar en el inmenso y creciente mercado informal, que ya es, inclusive, alrededor del 50% de la economía nacional. ¿Acaso quieren proteger a los evasores y elusores?
Para empezar, nadie tiene toda la verdad, y nuestra experiencia con las proyecciones de la SHCP dejan mucho qué desear. Hay otras voces respetables: académicos, empresarios, altos ex funcionarios de larga experiencia hacendaria, y legisladores de los diversos partidos, que sostienen lo contrario a lo dicho por la voz oficial de la Secretaría de Hacienda; porque, con excepción de ésta y de algunos jilgueros sin conocimiento de causa, la reforma propuesta ha sido bien recibida. ¿Por qué mejor no trabajamos juntos con positiva y honesta actitud, para mejorar esta propuesta que propone que México entre a la modernidad hacendaria?
Por ejemplo, dejemos de estar con finanzas públicas petrolizadas y utilicemos esa riqueza para fines transgeneracionales que le dejen recursos para mayor inversión a Pemex, en vez de malgastarla en sueldos de burócratas y otros gastos corrientes. Además, el cálculo de la pérdida del ISR empresarial que cuantifica Hacienda, del 30% al 25% de golpe y porrazo, es incorrecto porque ya en la ley actual esta reducción hacia 2012 de hasta 28 por ciento se iría reduciendo a 25% en 2015. De manera que ese cálculo es trampa aritmética y se lo quieren cargar todo al 2011. Además habrá muchas empresas que se pondrán en orden tributario con los incentivos de esta reforma, elevando así sus aportaciones.
También el cálculo del IETU trae su “trampa”, pues en vez de referirse a los 45 mil millones de pesos recaudados en 2010, habla de la “meta” para 2011 de 60 mil millones de pesos, y con eso suben la cifra de “lo perdido por la reforma”. Lo peor en su manejo del IETU es que su impacto neto es neutro, porque las deducciones de la inversión en las empresas del nuevo tributo para estimular el crecimiento y la generación de empleos, se compensa con la no deducibilidad de la nómina.
Finalmente, cuando la SHCP en su comunicado se refiere a la canasta básica de IVA a tasa cero, adicional con el impuesto del 3% de control devolutivo el impacto será gradual, mientras los contribuyentes se vayan integrando a la economía formal, para beneficiarse de ese incentivo.
Quienes proponen las políticas económicas en el Ejecutivo se han olvidado que es obligación primaria del Estado velar por el bienestar de su población; que la mitad de los mexicanos vive ya en un alto contexto de pobreza alimentaria y laboral; y que el desempleo tendrá en situación de desamparo a cerca de tres millones de mexicanos, que representan, con sus familias, poco más del 10% de la población.
Finalmente, no hay que olvidar que para evitar que esta medida fuera “electoral” y tuviera tinte político, no surtiría efecto sino hasta el 2013. Mientras tanto, el país tiene ya un paquete de medidas económicas para 2011, con claras insuficiencias en el presupuesto, por un nivel de gasto demasiado reducido para atender las necesidades ingentes del país. El Ejecutivo se ha olvidado de la necesidad de recomponer los daños de los desastres climáticos del 2010; de las necesidades de atender al sufrido sector agropecuario, del que viven muchos mexicanos; de las necesidades urgentes del sector educativo, especialmente en el nivel medio y superior; el carretero; las miles de viviendas destruidas por inundaciones y tormentas huracanadas, y ante todo, la necesidad de estructurar un programa fiscal para la recuperación y fortalecimiento de la economía y el empleo. No se recomienda que dicho gasto se vuelque todo en un mayor déficit fiscal, pero en las circunstancias de bajos crecimientos que hemos tenido en promedio en los últimos años, habría que pensar en detonar esquemas de apalancamiento financiero que ayuden a tener un mayor crecimiento económico sostenido en la economía nacional.
El proyecto nacional de bajar la pobreza, atender los sectores prioritarios y promover crecimiento y empleo bien lo justifican. Y ahí tenemos la reforma hacendaria propuesta por el senador Beltrones, que podrá ser mejorada y que dará los recursos adicionales que se requieren.
* Presidente de El Colegio Nacional de Economistas
Jesús Alberto Cano Vélez / Excelsior
Hemos venido diciendo desde hace tiempo, que las políticas hasta ahora implantadas en materia de la hacienda pública han palidecido, en comparación con lo que hace el resto del mundo inteligente, con noción de Estado, que plantea ideas para generar mayores ingresos gubernamentales y canalizarlos a estimular el crecimiento, y con ello empleo y desarrollo.
Pero en nuestro medio político, cuando surge una idea como la que ha propuesto la bancada del PRI en el Senado de la República, los representantes de los gobiernos federal y del Distrito Federal, la bombardean, actuando en una alianza controvertida y criticada por los demás, pues no se entiende. Hasta parecería que se coordinaron para manejar su línea.
Escuchamos palabras profesorales del Ejecutivo, que aseveran que todo va bien con lo que tenemos. Evidentemente, les tranquiliza que haya crecido el empleo formal en 2010, pero no se dan cuenta que esa recuperación es apenas parcial, porque nos sitúa en el nivel de empleos formales que teníamos en 2008; esto es, dos años perdidos en crecimiento económico y empleo. Mientras tanto, el gobierno federal empieza a esbozar algunos argumentos engañosos; tal vez algunos con falta de rigor estadístico y otros ofreciendo comparaciones irrelevantes, para intentar convencer de que ese proyecto tributario va a perder ingresos. Qué lástima que se oponen a esta primera ocasión que se propone una Reforma Hacendaria que no implique subir tasas tributarias a los causantes cautivos del mercado formal, cuando hay mucha tela de donde cortar en el inmenso y creciente mercado informal, que ya es, inclusive, alrededor del 50% de la economía nacional. ¿Acaso quieren proteger a los evasores y elusores?
Para empezar, nadie tiene toda la verdad, y nuestra experiencia con las proyecciones de la SHCP dejan mucho qué desear. Hay otras voces respetables: académicos, empresarios, altos ex funcionarios de larga experiencia hacendaria, y legisladores de los diversos partidos, que sostienen lo contrario a lo dicho por la voz oficial de la Secretaría de Hacienda; porque, con excepción de ésta y de algunos jilgueros sin conocimiento de causa, la reforma propuesta ha sido bien recibida. ¿Por qué mejor no trabajamos juntos con positiva y honesta actitud, para mejorar esta propuesta que propone que México entre a la modernidad hacendaria?
Por ejemplo, dejemos de estar con finanzas públicas petrolizadas y utilicemos esa riqueza para fines transgeneracionales que le dejen recursos para mayor inversión a Pemex, en vez de malgastarla en sueldos de burócratas y otros gastos corrientes. Además, el cálculo de la pérdida del ISR empresarial que cuantifica Hacienda, del 30% al 25% de golpe y porrazo, es incorrecto porque ya en la ley actual esta reducción hacia 2012 de hasta 28 por ciento se iría reduciendo a 25% en 2015. De manera que ese cálculo es trampa aritmética y se lo quieren cargar todo al 2011. Además habrá muchas empresas que se pondrán en orden tributario con los incentivos de esta reforma, elevando así sus aportaciones.
También el cálculo del IETU trae su “trampa”, pues en vez de referirse a los 45 mil millones de pesos recaudados en 2010, habla de la “meta” para 2011 de 60 mil millones de pesos, y con eso suben la cifra de “lo perdido por la reforma”. Lo peor en su manejo del IETU es que su impacto neto es neutro, porque las deducciones de la inversión en las empresas del nuevo tributo para estimular el crecimiento y la generación de empleos, se compensa con la no deducibilidad de la nómina.
Finalmente, cuando la SHCP en su comunicado se refiere a la canasta básica de IVA a tasa cero, adicional con el impuesto del 3% de control devolutivo el impacto será gradual, mientras los contribuyentes se vayan integrando a la economía formal, para beneficiarse de ese incentivo.
Quienes proponen las políticas económicas en el Ejecutivo se han olvidado que es obligación primaria del Estado velar por el bienestar de su población; que la mitad de los mexicanos vive ya en un alto contexto de pobreza alimentaria y laboral; y que el desempleo tendrá en situación de desamparo a cerca de tres millones de mexicanos, que representan, con sus familias, poco más del 10% de la población.
Finalmente, no hay que olvidar que para evitar que esta medida fuera “electoral” y tuviera tinte político, no surtiría efecto sino hasta el 2013. Mientras tanto, el país tiene ya un paquete de medidas económicas para 2011, con claras insuficiencias en el presupuesto, por un nivel de gasto demasiado reducido para atender las necesidades ingentes del país. El Ejecutivo se ha olvidado de la necesidad de recomponer los daños de los desastres climáticos del 2010; de las necesidades de atender al sufrido sector agropecuario, del que viven muchos mexicanos; de las necesidades urgentes del sector educativo, especialmente en el nivel medio y superior; el carretero; las miles de viviendas destruidas por inundaciones y tormentas huracanadas, y ante todo, la necesidad de estructurar un programa fiscal para la recuperación y fortalecimiento de la economía y el empleo. No se recomienda que dicho gasto se vuelque todo en un mayor déficit fiscal, pero en las circunstancias de bajos crecimientos que hemos tenido en promedio en los últimos años, habría que pensar en detonar esquemas de apalancamiento financiero que ayuden a tener un mayor crecimiento económico sostenido en la economía nacional.
El proyecto nacional de bajar la pobreza, atender los sectores prioritarios y promover crecimiento y empleo bien lo justifican. Y ahí tenemos la reforma hacendaria propuesta por el senador Beltrones, que podrá ser mejorada y que dará los recursos adicionales que se requieren.
* Presidente de El Colegio Nacional de Economistas
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