Mario Rodarte E. / El Financiero
Recientemente el Coneval dio a conocer su última estimación del Índice de la Tendencia de la Pobreza, relacionada con el trabajo, y como era de esperarse, luego de la crisis de 2008, cuando muchas personas perdieron su empleo y otras tuvieron que aceptar pagos más reducidos para poder contratarse, la tendencia de la pobreza aumentó.
En los años previos a la crisis de 2008 hubo una gran recuperación, nuevamente relacionada con las oportunidades que el crecimiento abrió para que las personas encontraran una ocupación bien remunerada.
No obstante, la autoridad sigue empeñada en afirmar que se han generado muchísimo empleos y que la gente ha empezado a percibir en sus bolsillos los beneficios de la recuperación.
Por su lado, el nuevo líder priista afirma que el gobierno actual ha empujado a la pobreza a un número relativamente elevado de personas por día, o por minuto, afirmación que realmente resulta difícil de creer.
Realmente casi todo es según el color del cristal con que se mira, aunque hay relaciones muy precisas entre algunas variables, que no es posible ocultar, ni decir que son falsas.
La primera de éstas es que a mayor educación, las personas tienden a encontrar un mejor trabajo y, por lo tanto, a percibir un mejor ingreso, lo que les permite mejorar su bienestar.
Otra relación es que el crecimiento económico sostenido, el que se genera con un flujo de inversión por lo menos constante y sostenido durante varios años, genera mayores empleos y, por lo tanto, abre más oportunidades para que la gente mejore.
La tercera relación es que esta fórmula es la única capaz de reducir la pobreza de manera permanente, haciendo que la gente, sin perder su dignidad, se esfuerce más cada día por estudiar, prepararse, trabajar y mejorar sus condiciones de vida.
Puede ser que para algunos resulte muy atractivo elevar los recursos de reparto de dinero de los llamados programas sociales, en especial para los políticos, quienes ven en esta opción la manera de comprar por lo menos la atención y posiblemente las preferencias y el voto de muchas personas.
Sin embargo, hay mucha evidencia de que esto inhibe la iniciativa de las personas, que es un destructor de la productividad, y no sería difícil demostrar que las personas que se "benefician" de estos programas tienden a perder su dignidad en forma progresiva y definitiva.
Independientemente de realizar estudios y proporcionar respuestas convincentes, una explicación al súbito aumento en el número de habitantes en el país que encontró el último censo, es que los programas de ayuda que van dirigidos a los niños, para que asistan a la escuela, son un incentivo para que los papás tengan más hijos.
Si alguna familia ha permanecido en la pobreza durante varias generaciones, en las que han pasado todo tipo de partidos y políticos y ninguno ha logrado que haya empleo y remuneraciones para ellos, cuando llega cualquier personaje variopinto a ofrecer alguna dádiva la van a tomar encantados, pero en automático uno puede esperar que esa familia nunca se integre al mercado laboral.
Entre las crisis, los pleitos entre partidos, el costo político de hacer cualquier cosa que no sea regalar dinero, la inseguridad y la ineptitud hemos perdido en el país la posibilidad de generar empleo.
Gracias al sindicato y su poder para decidir elecciones estatales, la educación es una desgracia y el predominio de la corrupción ha hecho que mucha gente opte por la informalidad y los negocios ilegales para sobrevivir, y gracias a la impunidad combinada, muchas de esas familias obtienen muchos más recursos de lo que podrían imaginar si se dedicaran a la formalidad, o a desempeñar alguna labor como asalariado.
Romper el círculo vicioso que se ha cerrado para que la gente busque por sus propios medios salir adelante, va a ser una labor difícil, porque como vemos están involucrados muchísimos intereses políticos, y en la forma como funciona actualmente el sistema, los señores que se dedican a esa labor no tienen ningún incentivo para hacer algo por romperlo.
Su situación de confort es tan agradable que ellos son los únicos con el poder para cambiar esos incentivos y podemos adivinar que no lo van a hacer. A cualquiera que se le ocurra alguna idea, o que plantee alguna iniciativa, va a ser descalificado y atacado hasta reducirlo a su mínima expresión e ignorarlo después.
Mucho se ha dicho de la capacidad e incapacidad para gobernar y administrar de los diferentes partidos que han desfilado por el poder, y se insiste en que de haber un cambio en las próximas elecciones ahora sí nos va a ir muy bien.
Realmente esto es tan increíble como afirmar que una sola persona puede hacer realidad las cosas y cambiar lo que se tiene que cambiar.
Lo mismo que nos pasa en términos de competitividad, o en los campeonatos mundiales de lo que quieran, pensamos que los resultados dependen de una persona, sin darnos cuenta de que se trata de toda una labor de muchos años, con una estrategia definida y con muchas personas involucradas, si no es que con todos.
Cuando cada uno jala por su lado, sin estrategia y sin liderazgo, con sus propios objetivos e intereses, ya podemos sentarnos a esperar los resultados: un reverendo fracaso.
Podríamos pensar en iniciar estableciendo las metas. ¿Qué queremos?, ¿seguir siendo menos que mediocres? Adelante, sólo hay que mantener el estado de las cosas.
Recientemente el Coneval dio a conocer su última estimación del Índice de la Tendencia de la Pobreza, relacionada con el trabajo, y como era de esperarse, luego de la crisis de 2008, cuando muchas personas perdieron su empleo y otras tuvieron que aceptar pagos más reducidos para poder contratarse, la tendencia de la pobreza aumentó.
En los años previos a la crisis de 2008 hubo una gran recuperación, nuevamente relacionada con las oportunidades que el crecimiento abrió para que las personas encontraran una ocupación bien remunerada.
No obstante, la autoridad sigue empeñada en afirmar que se han generado muchísimo empleos y que la gente ha empezado a percibir en sus bolsillos los beneficios de la recuperación.
Por su lado, el nuevo líder priista afirma que el gobierno actual ha empujado a la pobreza a un número relativamente elevado de personas por día, o por minuto, afirmación que realmente resulta difícil de creer.
Realmente casi todo es según el color del cristal con que se mira, aunque hay relaciones muy precisas entre algunas variables, que no es posible ocultar, ni decir que son falsas.
La primera de éstas es que a mayor educación, las personas tienden a encontrar un mejor trabajo y, por lo tanto, a percibir un mejor ingreso, lo que les permite mejorar su bienestar.
Otra relación es que el crecimiento económico sostenido, el que se genera con un flujo de inversión por lo menos constante y sostenido durante varios años, genera mayores empleos y, por lo tanto, abre más oportunidades para que la gente mejore.
La tercera relación es que esta fórmula es la única capaz de reducir la pobreza de manera permanente, haciendo que la gente, sin perder su dignidad, se esfuerce más cada día por estudiar, prepararse, trabajar y mejorar sus condiciones de vida.
Puede ser que para algunos resulte muy atractivo elevar los recursos de reparto de dinero de los llamados programas sociales, en especial para los políticos, quienes ven en esta opción la manera de comprar por lo menos la atención y posiblemente las preferencias y el voto de muchas personas.
Sin embargo, hay mucha evidencia de que esto inhibe la iniciativa de las personas, que es un destructor de la productividad, y no sería difícil demostrar que las personas que se "benefician" de estos programas tienden a perder su dignidad en forma progresiva y definitiva.
Independientemente de realizar estudios y proporcionar respuestas convincentes, una explicación al súbito aumento en el número de habitantes en el país que encontró el último censo, es que los programas de ayuda que van dirigidos a los niños, para que asistan a la escuela, son un incentivo para que los papás tengan más hijos.
Si alguna familia ha permanecido en la pobreza durante varias generaciones, en las que han pasado todo tipo de partidos y políticos y ninguno ha logrado que haya empleo y remuneraciones para ellos, cuando llega cualquier personaje variopinto a ofrecer alguna dádiva la van a tomar encantados, pero en automático uno puede esperar que esa familia nunca se integre al mercado laboral.
Entre las crisis, los pleitos entre partidos, el costo político de hacer cualquier cosa que no sea regalar dinero, la inseguridad y la ineptitud hemos perdido en el país la posibilidad de generar empleo.
Gracias al sindicato y su poder para decidir elecciones estatales, la educación es una desgracia y el predominio de la corrupción ha hecho que mucha gente opte por la informalidad y los negocios ilegales para sobrevivir, y gracias a la impunidad combinada, muchas de esas familias obtienen muchos más recursos de lo que podrían imaginar si se dedicaran a la formalidad, o a desempeñar alguna labor como asalariado.
Romper el círculo vicioso que se ha cerrado para que la gente busque por sus propios medios salir adelante, va a ser una labor difícil, porque como vemos están involucrados muchísimos intereses políticos, y en la forma como funciona actualmente el sistema, los señores que se dedican a esa labor no tienen ningún incentivo para hacer algo por romperlo.
Su situación de confort es tan agradable que ellos son los únicos con el poder para cambiar esos incentivos y podemos adivinar que no lo van a hacer. A cualquiera que se le ocurra alguna idea, o que plantee alguna iniciativa, va a ser descalificado y atacado hasta reducirlo a su mínima expresión e ignorarlo después.
Mucho se ha dicho de la capacidad e incapacidad para gobernar y administrar de los diferentes partidos que han desfilado por el poder, y se insiste en que de haber un cambio en las próximas elecciones ahora sí nos va a ir muy bien.
Realmente esto es tan increíble como afirmar que una sola persona puede hacer realidad las cosas y cambiar lo que se tiene que cambiar.
Lo mismo que nos pasa en términos de competitividad, o en los campeonatos mundiales de lo que quieran, pensamos que los resultados dependen de una persona, sin darnos cuenta de que se trata de toda una labor de muchos años, con una estrategia definida y con muchas personas involucradas, si no es que con todos.
Cuando cada uno jala por su lado, sin estrategia y sin liderazgo, con sus propios objetivos e intereses, ya podemos sentarnos a esperar los resultados: un reverendo fracaso.
Podríamos pensar en iniciar estableciendo las metas. ¿Qué queremos?, ¿seguir siendo menos que mediocres? Adelante, sólo hay que mantener el estado de las cosas.
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