El mercado hipotecario mexicano enfrenta una crisis: El financiamiento del sector privado es prácticamente inexistente y, hoy por hoy, este mercado es sostenido por el financiamiento proveniente del gobierno federal, a través de la Sociedad Hipotecaria Federal y de instituciones públicas como el Infonavit y el Fovissste.
Ésa es una de las conclusiones a las que se arriba en el amplio reportaje que presenta esta edición El Semanario.
Esta situación es consecuencia de los graves efectos que provocó la crisis hipotecaria estadounidense que estalló en 2008 y que incendió al sistema financiero del mundo desarrollado con brutales impactos sobre la economía global. Sin embargo, en México poco o nada se ha dicho sobre la virtual quiebra del mercado hipotecario privado como consecuencia directa de la crisis global.
El ‘misil’ financiero internacional secó la liquidez del mercado local e impactó y destruyó, principalmente, a las llamadas Sofoles y Sofomes hipotecarias que eran las principales promotoras del financiamiento a la vivienda desde inicios de la pasada década.
Así el ‘boom’ de la construcción de viviendas impulsada por el gobierno de Vicente Fox movilizó miles de millones de dólares en financiamiento, garantías y apalancamiento de créditos a través de la recién creada Sociedad Hipotecaria Federal, el Infonavit y el Fovissste; recursos que se canalizaron vía la banca múltiple y, principalmente, a través de las Sofoles y Sofomes.
En todo este ‘boom’ un instrumento financiero fue la estrella, los llamados Bonos Respaldados por Hipotecas, los Borhis: seguros, bien calificados por el respaldo del gobierno federal y con un rendimiento tan atractivo que era imposible rechazarlos. Así crecieron como la espuma con el acicate de un gobierno que, contra viento y marea, se proponía financiar 750 mil viviendas al año. Entre diciembre de 2003 y 2008 los Borhis pasaron de emitir 596 millones de pesos, a más de 48 mil millones de pesos.
La debacle vino relativamente pronto. El estallido de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos provocó un efecto dominó en el mercado financiero hipotecario mexicano: moratoria de pagos, mercados de capitales con escasa o nula liquidez, recesión que aumentó el desempleo y la morosidad, malas gestiones en algunas sofoles y sofomes, suspensión de pagos de las hipotecarias y aversión al riesgo fue el cóctel que acabó con el mercado de Borhis y el mercado hipotecario privado en México. La última emisión de Borhis fue en agosto de 2009.
La Sociedad Hipotecaria Federal salió al rescate del mercado de la vivienda para evitar su hundimiento. Y hoy en día su balance al cierre de 2010 refleja ‘las heridas’ provocadas por esas acciones: casi 18 mil 500 millones de pesos en Borhis están en la ‘panza’ del banco de desarrollo, 58 por ciento del total de sus inversiones en valores y 45 por ciento de toda la deuda de Borhis en el mercado. El problema es que este activo no tiene mercado, tiene una elevada tasa de morosidad y la degradación en la calificación de estos instrumentos continúa.
Para respaldar potenciales y previsibles pérdidas, la SHF ha debido crear reservas preventivas, por sugerencia de la CNBV, que a la fecha alcanzan 1,074 millones de pesos. Una cantidad que podría incrementarse si éstos activos financieros siguieran deteriorándose.
La SHF ha dicho que hizo lo que tenía que hacer dadas las circunstancias que enfrentaba el mercado. Probablemente así fue. Sin embargo en estas y otras operaciones que involucra dinero público la transparencia y rendición de cuentas no puede obviarse. Si el gobierno debió “rescatar” –como lo hizo y así lo muestra este reportaje- al mercado de financiamiento de la vivienda, debe defender su decisión sin titubeos y sin etiquetas sobrepuestas.
Ahora el reto es doble: reconstruir el mercado hipotecario privado en México, cuestión que los especialistas y banqueros dicen que tomaría alrededor de dos años más; y reducir en los próximos años, lo más posible, el monto de pérdidas potenciales que hoy enfrenta la Sociedad Hipotecaria Federal, pérdidas que se enfrentarían con el capital del banco, es decir, con dinero público.
Fuente: El semanario
Ésa es una de las conclusiones a las que se arriba en el amplio reportaje que presenta esta edición El Semanario.
Esta situación es consecuencia de los graves efectos que provocó la crisis hipotecaria estadounidense que estalló en 2008 y que incendió al sistema financiero del mundo desarrollado con brutales impactos sobre la economía global. Sin embargo, en México poco o nada se ha dicho sobre la virtual quiebra del mercado hipotecario privado como consecuencia directa de la crisis global.
El ‘misil’ financiero internacional secó la liquidez del mercado local e impactó y destruyó, principalmente, a las llamadas Sofoles y Sofomes hipotecarias que eran las principales promotoras del financiamiento a la vivienda desde inicios de la pasada década.
Así el ‘boom’ de la construcción de viviendas impulsada por el gobierno de Vicente Fox movilizó miles de millones de dólares en financiamiento, garantías y apalancamiento de créditos a través de la recién creada Sociedad Hipotecaria Federal, el Infonavit y el Fovissste; recursos que se canalizaron vía la banca múltiple y, principalmente, a través de las Sofoles y Sofomes.
En todo este ‘boom’ un instrumento financiero fue la estrella, los llamados Bonos Respaldados por Hipotecas, los Borhis: seguros, bien calificados por el respaldo del gobierno federal y con un rendimiento tan atractivo que era imposible rechazarlos. Así crecieron como la espuma con el acicate de un gobierno que, contra viento y marea, se proponía financiar 750 mil viviendas al año. Entre diciembre de 2003 y 2008 los Borhis pasaron de emitir 596 millones de pesos, a más de 48 mil millones de pesos.
La debacle vino relativamente pronto. El estallido de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos provocó un efecto dominó en el mercado financiero hipotecario mexicano: moratoria de pagos, mercados de capitales con escasa o nula liquidez, recesión que aumentó el desempleo y la morosidad, malas gestiones en algunas sofoles y sofomes, suspensión de pagos de las hipotecarias y aversión al riesgo fue el cóctel que acabó con el mercado de Borhis y el mercado hipotecario privado en México. La última emisión de Borhis fue en agosto de 2009.
La Sociedad Hipotecaria Federal salió al rescate del mercado de la vivienda para evitar su hundimiento. Y hoy en día su balance al cierre de 2010 refleja ‘las heridas’ provocadas por esas acciones: casi 18 mil 500 millones de pesos en Borhis están en la ‘panza’ del banco de desarrollo, 58 por ciento del total de sus inversiones en valores y 45 por ciento de toda la deuda de Borhis en el mercado. El problema es que este activo no tiene mercado, tiene una elevada tasa de morosidad y la degradación en la calificación de estos instrumentos continúa.
Para respaldar potenciales y previsibles pérdidas, la SHF ha debido crear reservas preventivas, por sugerencia de la CNBV, que a la fecha alcanzan 1,074 millones de pesos. Una cantidad que podría incrementarse si éstos activos financieros siguieran deteriorándose.
La SHF ha dicho que hizo lo que tenía que hacer dadas las circunstancias que enfrentaba el mercado. Probablemente así fue. Sin embargo en estas y otras operaciones que involucra dinero público la transparencia y rendición de cuentas no puede obviarse. Si el gobierno debió “rescatar” –como lo hizo y así lo muestra este reportaje- al mercado de financiamiento de la vivienda, debe defender su decisión sin titubeos y sin etiquetas sobrepuestas.
Ahora el reto es doble: reconstruir el mercado hipotecario privado en México, cuestión que los especialistas y banqueros dicen que tomaría alrededor de dos años más; y reducir en los próximos años, lo más posible, el monto de pérdidas potenciales que hoy enfrenta la Sociedad Hipotecaria Federal, pérdidas que se enfrentarían con el capital del banco, es decir, con dinero público.
Fuente: El semanario
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