Francisco Pérez - Ministro de Infraestructura, Vivienda y Transporte. / Los Andes
Hace 20 años, un 26 de marzo de 1991, se firmaba el Tratado de Asunción entre Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, dando origen formal al Mercado Común del Sur (Mercosur). Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, se fueron sumando luego con distinta intensidad al ensayo de integración.
Cualquiera sea el análisis que se haga del intento, existe un dato irrefutable: el esquema ha sobrevivido no sólo al paso del tiempo sino también a diversos cambios de gobierno en los países que lo integran (incluso, con orientaciones ideológicas diferentes), crisis políticas y financieras internacionales, regionales y nacionales, conflictos bilaterales agudos (tal el caso argentino-uruguayo por el sonado affaire de las papeleras), condiciones cambiantes en cuanto al clima mundial de inversiones e interferencias serias en el ámbito del comercio internacional, entre otras dificultades.
En muchas ocasiones, pareciera que el proceso hubiera seguido adelante, gracias a una especie de “realismo mágico” que evidentemente por estos lares resulta ser una teoría no sólo aplicable a la literatura.
Diríamos en este sentido, que el Mercosur ha avanzado incluso pese al propio Mercosur. En efecto, ha existido como nunca antes en la región una “conciencia social mercosuriana” que ha permitido, a nuestros países, sobreponerse a variados obstáculos y, en especial, a una, aún hoy, deficiente traza jurídico-institucional.
No es ésta la ocasión para caer en el inventario de los temas pendientes del Mercosur. Sí para pensar, desde lo institucional, en el detalle con ánimo constructivo: las cosas deberían encaminarse de manera irreversible hacia la profundización de la institucionalidad del Mercosur.
En efecto, si miramos hacia atrás, desde la firma del Tratado de Asunción de 1991, pasando por el Protocolo de Ouro Preto de 1994, el establecimiento de un Tribunal Permanente de Revisión y la más reciente incorporación de un Parlamento del Mercosur (pensado como un verdadero órgano de representación de la ciudadanía), comprobaremos una trayectoria ascendente en busca de más y mejor institucionalidad.
El Mercosur, con sus 20 años a cuestas, es, sin lugar a dudas, el intento de integración de mayor éxito de todos los tiempos en América Latina.
Ha sido una respuesta inteligente que las clases dirigentes han logrado anudar frente al desafío de la mundialización; además, y fundamentalmente, goza de un más que aceptable conocimiento y consenso popular.
Mendoza no debe ni puede mantenerse al margen de este proceso. Por el contrario, nuestra provincia está llamada a jugar un rol protagónico y en esto no somos absolutamente originales. El embajador de Chile en nuestro país, Adolfo Zaldívar Larraín, lo planteó abiertamente hace unos meses, en ocasión de la reunión por la reinauguración de las obras del Tren Trasandino.
Mendoza, por su ubicación geográfica, por su circunstancia de natural corredor bioceánico, por sus condiciones de infraestructura actuales y potenciales, e incluso, por su tradición en la gesta independentista americana, está llamada a convertirse en la capital política del Mercosur.
Cierto es que la “burocracia administrativa” del Mercosur funciona en Montevideo. Sin embargo, el destino que nos imaginamos para nuestra provincia, en el contexto mercosuriano, es otro.
Creemos, y por cierto que trabajaremos para ello, que Mendoza, dadas las condiciones antes señaladas, debe ser la sede del futuro Parlamento del Mercosur. Éste será en el futuro próximo, con su remozado diseño, que prevé la elección de representantes a través del sufragio directo, universal, secreto y simultáneo, la verdadera voz de los pueblos que integran el Mercosur.
De manera asociada al Parlamento, consideramos, debería funcionar también en nuestra provincia, el Tribunal de Cuentas del Mercosur, institución a la fecha inexistente, pero que creemos absolutamente necesaria para garantizar la transparencia en el destino de los fondos públicos que los países miembros destinen a su funcionamiento. En efecto, a veinte años vista de la firma del Tratado de Asunción, el esquema tiene hoy un presupuesto importante y en crecimiento, que deberá ser controlado adecuadamente.
Mendoza, capital política del Mercosur y sede de sus futuros Parlamento y Tribunal de Cuentas, es nuestra propuesta y la mejor manera que encontramos para festejar su aniversario.
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