lunes, 21 de marzo de 2011

LO QUE MÉXICO DEBE APRENDER DE JAPÓN

Alejandro Gómez Tamez / El Financiero
Ante los lamentables hechos ocurridos en Japón y el impacto que éstos tendrán en la economía mundial, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) salió el miércoles 16 a tranquilizar los mercados señalando que nuestro país está bien equipado con un “blindaje integral” que le permite enfrentar las dificultades, que en el futuro podrían ser mayores, después de lo sucedido en la nación nipona.
Fue el subsecretario de Hacienda y Crédito Público, Gerardo Rodríguez Regordosa, quien nos recordó que México tiene un “blindaje” que está compuesto de las reservas internacionales del Banco de México, las cuales están en niveles récord de 122 mil millones de dólares; además de que contamos con una línea de crédito flexible (LCF) del Fondo Monetario Internacional por 72 mil millones de dólares
Ante esto, es conveniente recordar el dicho que señala: “Dime de qué presumes y te diré de qué adoleces”; o bien, tener presente que “sólo necesita defenderse lo que es débil”. Y es que el hecho de que la SHCP haya salido tan rápidamente a refrendar la “solidez” de la economía nacional se presta a diversas interpretaciones. ¿Si somos tan fuertes, qué necesidad había de que de nueva cuenta nos recordaran que México cuenta con un blindaje de casi 200 mil millones de dólares? Las economías que son sólidas estructuralmente no requieren este tipo de anuncios tranquilizadores.
De entrada llama la atención que no obstante estas declaraciones del Subsecretario de Hacienda y Crédito Público, el peso sufrió una importante caída y en un par de días el dólar subió casi 25 centavos al pasar de 11.90 a 12.15 pesos por billete verde. Mientras que el yen japonés (moneda del lugar de la tragedia) se fortaleció hasta alcanzar su nivel más alto de la historia.
¿Cómo es que esto ocurre? ¿Por qué en México, siendo un país “tan fuerte y sólido”, la moneda pierde valor y en Japón su moneda se fortalece? Es muy sencillo: lo que sucede es que la “fortaleza” actual del peso se basa en la entrada de capitales foráneos al país, los cuales se pueden ir en cualquier momento depreciando así nuestra moneda. Por su parte, en el caso japonés ha habido una fuerte repatriación de capitales tras el terremoto y tsunami.
Puesto en términos técnicos: México es deficitario en su cuenta corriente de la balanza de pagos, mientras que Japón es superavitario. Nuestro país depende del dinero que entre para financiar compra de bonos gubernamentales y nuestros desequilibrios con el exterior; mientras que Japón tiene un exceso de ahorro que en ocasiones les cuesta trabajo saber en dónde invertirlo y es por ello que andan por todo el mundo colocando dinero. Así, ante la tragedia los japoneses retornan sus recursos a su país (demandando más yens y por lo tanto fortaleciéndolo), mientras que México sufre una pequeña fuga de capitales que provoca que nuestra moneda se haya depreciado 2 por ciento en dos días.
Por su parte, es importante volver a señalar que no podemos presumir nuestra “fortaleza” económica cuando vemos variables como la deuda externa crecer de manera explosiva. Recientemente el Banco de México informó que en enero de este año la deuda externa total de México, que comprende adeudos del sector público y del privado no bancario, llegó a casi 182 mil millones de dólares, lo que implicó un crecimiento de 54 por ciento en los cuatro años del actual gobierno.
Por parte del sector público (que abarca al gobierno federal, empresas públicas y banca de desarrollo), al comenzar este sexenio su deuda externa era de 54 mil 766 millones de dólares, los cuales ya se multiplicaron hasta llegar a 107 mil 100 millones de dólares. Esto significa que la deuda pública casi se duplicó durante el gobierno de Felipe Calderón. El incremento hasta el 31 de enero de 2011 fue superior a 53 mil 300 millones de dólares, lo que equivale a un brinco de 95.5 por ciento en tan sólo cuatro años.
Y si bien, de manera oficial, aun no se considera a este endeudamiento como un problema para el manejo financiero del país, el endeudamiento público y privado con agencias financieras, organismos internacionales y empresas del exterior es el más alto jamás registrado en la historia del país. Ante estos datos no falta quien afirme qué no tiene nada de malo estar tan endeudado con el exterior. Sin embargo, si podemos afirmar que el problema de este endeudamiento es que producto de él en los últimos cuatro años se tuvieron que pagar 54 mil 200 millones de dólares. Esto tan sólo por los intereses generados. De ese tamaño es la sangría de recursos (nada más por deuda externa) que sufrimos y que nos impide poder potenciar el desarrollo nacional. ¿Qué sería de este país si en los últimos cuatro años se hubieran destinado esos recursos para la construcción de carreteras e infraestructura en las ciudades?
No obstante todo lo anterior, hay quienes quieren hacernos sentir bien comparándonos con el propio Japón, nación cuya deuda pública representa el 225 por ciento de su Producto Interno Bruto. Pero aquí vale la pena precisar que a diferencia del gobierno mexicano, que ahora en día vende la mayor parte de su deuda a extranjeros, la deuda del gobierno japonés es colocada entre los mismos japoneses. Para ilustrar mejor este punto quisiera hacer una analogía: imagine una familia en la cual al padre de familia no le alcanzan sus ingresos para pagar todos los gastos. ¿Qué es mejor, qué les pida prestado a sus hijos o le pida prestado al vecino? La respuesta es obvia: es mejor que le pida prestado a sus hijos. ¿Por qué? Porque endeudándose “internamente” el pago de intereses “se queda en casa”, mientras que si se endeuda con el vecino el pago de intereses constituye una transferencia de recursos hacia el exterior.
Al momento de escribir estas líneas existe un gran temor por la cuestión de las plantas nucleares japonesas y se cuestiona todavía el impacto de todo esto en la actividad económica de la segunda economía más grande del planeta. Sin embargo, no nos debe quedar absolutamente ninguna duda de que el pueblo japonés saldrá adelante y que tendrán una recuperación económica. Ya han salido de problemas más graves en el pasado.
Los niveles de actividad de la economía japonesa se repondrán y en el proceso de reconstrucción de su infraestructura dañada darán empleo a muchos de los que no tenían una ocupación.
Veremos cosas muy interesantes en los próximos meses, y México debe aprender de lo que haga Japón para ponerse de píe y de las políticas que implemente para generar empleo. Y es que por más que las autoridades nos digan que en México vamos maravillosamente bien, no se puede ocultar que en nuestro país hay 2 millones 650 mil desocupados y 3 millones 795 mil subocupados; y no son más personas gracias a que tenemos una importante válvula de escape que es la emigración hacía los Estados Unidos.
Así pues, veamos qué tanto más dura la ilusión del super-peso, el cual está fincado en elementos meramente especulativos y en un incremento de reservas internacionales derivado de la inmensa inyección de liquidez que ha realizado la economía estadounidense. Sin embargo, nuestros deseos deben ir en el sentido de que ojala y seamos lo suficientemente inteligentes para copiar algunas de las políticas que los japoneses implementaran para salir de la terrible situación que los aqueja.
(*) Director general GAEAP

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