jueves, 24 de marzo de 2011

MÉXIOCO EN EL ESPEJO DEL PERÚ

Samuel García / El Semanario
El miércoles pasado tuve una interesante conversación con Luis Carranza quien fuera ministro de Economía y Finanzas del Perú, entre 2006 y 2009, durante la actual presidencia de Alan García y quien, por cierto, terminará su mandato de cinco años este próximo 28 de julio.
Desde hace tiempo tenía interés de entrevistar y conversar con el ahora ex ministro peruano por la sencilla razón de que a Carranza se le atribuyen buena parte de las profundas reformas económicas que ha implementado la nación andina —desde que Carranza era Viceministro de Hacienda durante el gobierno de Alejandro Toledo— y que la ha colocado en una ruta de crecimiento sostenido solo comparable a lo que ocurrió con Chile en la década pasada o lo que está ocurriendo con las economías de India, Vietnam o Malasia.
Lo cierto es que la economía peruana ha acumulado un crecimiento de 72 por ciento entre 2002 y 2010 y es probable que supere el 80 por ciento en una década porque todo parece indicar que en este 2011 su tasa de crecimiento rondará el 8 por ciento. Una economía tan cercana a la nuestra, con características comunes y con problemas similares que ha logrado un ritmo de crecimiento sostenido así, vaya que si merece la pena ponerle atención.
La “receta” de Carranza que ha impulsado a la economía peruana no nos es ajena a los mexicanos: 1. Estabilidad macroeconómica con una disciplina fiscal a toda prueba, 2. Baja inflación sostenida, 3. Apertura de mercados con tratamiento de iguales a la inversión extranjera y nacional, 4. Fomento de la competencia en sectores clave de servicios: telecomunicaciones, sector financiero y energía. 5. Reforma presupuestaria con un gasto corriente delgado y alta inversión pública. 6. Fuerte aliento a la inversión pública y privada en infraestructura. 7. Reducción de la desigualdad como factor de promoción del crecimiento de largo plazo a través de menores riesgos de variación en el modelo económico y fortalecimiento del mercado interno.
Le pregunté sobre las resistencias políticas y gremiales para implementar medidas económicas de esta naturaleza en un país con los tradicionales rezagos que tiene una economía como la peruana. Me confirmó estas resistencias comenzando por la de los propios políticos en el gobierno, en el Congreso, los empresarios que defendían posiciones dominantes en sus mercados y poderosos gremios sindicales. Un paisaje que en México conocemos bien y de mucho tiempo.
Uno de los factores centrales que hicieron avanzar estas reformas fue el convencimiento del Presidente y de algunos congresistas clave de que estas medidas eran la ruta correcta para el crecimiento y en ella obtendrían ganancias políticas para su causa.
Ahora que las reformas estructurales que tiene que hacer el Perú para extender durante otra década los beneficios de un crecimiento galopante, son muchas. Y es allí en donde crecen las dudas de Carranza sobre la decisión política de quien gane la Presidencia en las elecciones del 10 de abril, de profundizar en estas reformas.
Perú hizo la primera parte de la tarea y ahora su dilema es darle continuidad, durante otra década, al crecimiento y sus beneficios sociales. Si lo logra, producirá una transformación a fondo de su economía y sociedad. El dilema de México, es acabar con la primera parte de la tarea.

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