Ortiz Tejeda /II / La Jornada
Y sigue diciendo la señora Fernández: “Si consideramos además que el sistema educativo nacional no tendría capacidad de absorber a 100 por ciento de niños y jóvenes en edad escolar, esta medida (la deducción impositiva) también favorece a la educación pública, depresionando (sic) y liberando espacios…”
Tanto los cálculos oficiales como los creíbles señalan que la deducibilidad impositiva alcanza una suma de entre 13 y 15 mil millones de pesos anuales. Si este dinero, aportado por la totalidad de los contribuyentes, se retira del gasto público general y se destina a subsidiar a un exclusivo sector social, ¿se está obrando con equidad y justicia o, de manera selectiva, discriminatoria, inequitativa e injusta? ¿El beneficio para la educación nacional es que nos "libera" algunos pupitres? Pues son los mesabancos más caros del planeta. El trueque que nos ofrece la señora, verdaderamente me "depresiona".
¿Cuántos de los padres de esos 3 millones de niños tienen un vasto y hasta sospechoso patrimonio, que les permite tener a su prole en las instituciones educativas más costosas? Seguramente habrá otros que, para costear esa loable aspiración, tengan que aceptar sacrificios que afectan su calidad de vida. En vez de beber tequila tendrán que conformarse con whisky y cambiar los viajes a Cancún por vacaciones en Aspen u Orlando, pues ambas cosas ya salen más económicas.
Todavía hay un titipuchal de padres que, esos sí, hacen sacrificios de auténticos franciscanos y carmelitas descalzas, y aun así no les alcanza para uniformes, libros, transportes, desayunos y, por supuesto, múltiples cuotas escolares: la escuela pública es el castigo a su falta de responsabilidad y amor paterno. Y aún hay más: los padres del pobrerío, del infelizaje urbano y rural, para quienes enviar a los hijos a la escuela representa renunciar a la ingesta alimentaria mínima de toda la familia. Dentro de estos mexicanos existen 6 millones de analfabetas. El doble, precisamente, de los niños para los que la señora Paz y congéneres demandan los beneficios de la justicia distributiva. ¿A ella, tan pía, tan generosa, tan espiritual, la que ha hecho de su hebdomadario cristianismo escritural "costumbre de su espada", no se le ha ocurrido poner en la balanza de la justicia superior, frente a la demanda sectorial, la necesidad colectiva? ¿No ha pasado por su magín que, en 2011, cuatro de cada 10 mexicanos mayores de 15 años padecen de un criminal rezago educativo? ¿Que según el decir de un funcionario panista de abolengo, don Juan de Dios (fíjense de Quien, imposible que mienta) Castro Muñoz, director del INEA, 33 millones de mexicanos no han concluido la enseñanza básica y 30 mil servidores públicos o son analfabetos o no terminaron su primaria? (Deben ser 29 mil 999, pues don Vicente ya no es funcionario público y no hay certeza de que, privadamente, funcione).
Otros datos: con 50 por ciento de los millones que le serán sustraídos a la hacienda pública se podría, en tan sólo cuatro años, abatir el analfabetismo y, si ese dinero se invirtiera en educación superior de manera sostenida durante 10 años, se duplicaría la actual cobertura en ese nivel. Con la treceava parte de la deducción sería posible cambiar o reparar el mobiliario de los 2 mil 200 planteles que hay el Distrito Federal.
¿Pero, y si estoy cometiendo craso error y, como lo escribió la señora Paz, se trata de "apostarle al mercado de futuros"? Entonces todo está correcto: hay que procurar que los pobres sigan ignorantes para que en el futuro sigan siendo pobres, pues (Lucas 6: 17 20- 26 y Mateo 5: 1-12): "Bienaventurados los pobres porque vuestro será el Reino de Dios". Y, ¿qué mejor futuro, de cualquier mercado, que 60 años de pobreza e ignorancia a cambio de la vida eterna?
Un último comentario: "esta medida, además, obligará a las escuelas privadas a reordenarse y pagar sus impuestos". Seguramente los socios de las 32 mil 589 instituciones de este tipo recordaron al clásico y le sugirieron a doña Paz: no me defiendas, comadre. Las escuelas particulares, recuérdese, están eximidas del pago del impuesto sobre la renta y del empresarial a tasa única.
Inquietud final sobre la equidad: que yo recuerde, hay algunos miles de trabajadores mexicanos que le inyectan al país una cantidad de divisas muy respetable. Para ser exacto y presumir de enterado (gracias, gracias doctor Emilio Caballero), describo: en el periodo enero/diciembre de 2010, los ingresos de divisas fueron del orden de 340 mil 784 millones de dólares. 298 mil 361 de ellos correspondieron a las exportaciones. Por servicios no factoriales se recibieron 15 mil 443, de los cuales la actividad turística aportó 11 mil 872 millones. Es decir, 9 mil 399 millones menos que las remesas familiares. En 2010 los papás mexicanos en la hórrida friega extranjera fortalecieron la economía nacional con 21 mil 271 millones de dólares. La mayoría de los bienes y servicios que ese dinero pagó incluyó el IVA, engrosó las arcas públicas y ahora, gracias al equitativo decretazo de don Felipe de Jesús, el trabajo esclavizante, inhumano, vejatorio, perseguido, de los ilotas mexicanos en el exilio subsidia las aspiraciones de ascenso social de algunos y fortalece el empoderamiento histórico de otros.
Don Felipe de Jesús: ¿así se construye una "patria ordenada y generosa"?
(Sólo adhesiones. Si no tiene buenas intenciones, absténgase)
Y sigue diciendo la señora Fernández: “Si consideramos además que el sistema educativo nacional no tendría capacidad de absorber a 100 por ciento de niños y jóvenes en edad escolar, esta medida (la deducción impositiva) también favorece a la educación pública, depresionando (sic) y liberando espacios…”
Tanto los cálculos oficiales como los creíbles señalan que la deducibilidad impositiva alcanza una suma de entre 13 y 15 mil millones de pesos anuales. Si este dinero, aportado por la totalidad de los contribuyentes, se retira del gasto público general y se destina a subsidiar a un exclusivo sector social, ¿se está obrando con equidad y justicia o, de manera selectiva, discriminatoria, inequitativa e injusta? ¿El beneficio para la educación nacional es que nos "libera" algunos pupitres? Pues son los mesabancos más caros del planeta. El trueque que nos ofrece la señora, verdaderamente me "depresiona".
¿Cuántos de los padres de esos 3 millones de niños tienen un vasto y hasta sospechoso patrimonio, que les permite tener a su prole en las instituciones educativas más costosas? Seguramente habrá otros que, para costear esa loable aspiración, tengan que aceptar sacrificios que afectan su calidad de vida. En vez de beber tequila tendrán que conformarse con whisky y cambiar los viajes a Cancún por vacaciones en Aspen u Orlando, pues ambas cosas ya salen más económicas.
Todavía hay un titipuchal de padres que, esos sí, hacen sacrificios de auténticos franciscanos y carmelitas descalzas, y aun así no les alcanza para uniformes, libros, transportes, desayunos y, por supuesto, múltiples cuotas escolares: la escuela pública es el castigo a su falta de responsabilidad y amor paterno. Y aún hay más: los padres del pobrerío, del infelizaje urbano y rural, para quienes enviar a los hijos a la escuela representa renunciar a la ingesta alimentaria mínima de toda la familia. Dentro de estos mexicanos existen 6 millones de analfabetas. El doble, precisamente, de los niños para los que la señora Paz y congéneres demandan los beneficios de la justicia distributiva. ¿A ella, tan pía, tan generosa, tan espiritual, la que ha hecho de su hebdomadario cristianismo escritural "costumbre de su espada", no se le ha ocurrido poner en la balanza de la justicia superior, frente a la demanda sectorial, la necesidad colectiva? ¿No ha pasado por su magín que, en 2011, cuatro de cada 10 mexicanos mayores de 15 años padecen de un criminal rezago educativo? ¿Que según el decir de un funcionario panista de abolengo, don Juan de Dios (fíjense de Quien, imposible que mienta) Castro Muñoz, director del INEA, 33 millones de mexicanos no han concluido la enseñanza básica y 30 mil servidores públicos o son analfabetos o no terminaron su primaria? (Deben ser 29 mil 999, pues don Vicente ya no es funcionario público y no hay certeza de que, privadamente, funcione).
Otros datos: con 50 por ciento de los millones que le serán sustraídos a la hacienda pública se podría, en tan sólo cuatro años, abatir el analfabetismo y, si ese dinero se invirtiera en educación superior de manera sostenida durante 10 años, se duplicaría la actual cobertura en ese nivel. Con la treceava parte de la deducción sería posible cambiar o reparar el mobiliario de los 2 mil 200 planteles que hay el Distrito Federal.
¿Pero, y si estoy cometiendo craso error y, como lo escribió la señora Paz, se trata de "apostarle al mercado de futuros"? Entonces todo está correcto: hay que procurar que los pobres sigan ignorantes para que en el futuro sigan siendo pobres, pues (Lucas 6: 17 20- 26 y Mateo 5: 1-12): "Bienaventurados los pobres porque vuestro será el Reino de Dios". Y, ¿qué mejor futuro, de cualquier mercado, que 60 años de pobreza e ignorancia a cambio de la vida eterna?
Un último comentario: "esta medida, además, obligará a las escuelas privadas a reordenarse y pagar sus impuestos". Seguramente los socios de las 32 mil 589 instituciones de este tipo recordaron al clásico y le sugirieron a doña Paz: no me defiendas, comadre. Las escuelas particulares, recuérdese, están eximidas del pago del impuesto sobre la renta y del empresarial a tasa única.
Inquietud final sobre la equidad: que yo recuerde, hay algunos miles de trabajadores mexicanos que le inyectan al país una cantidad de divisas muy respetable. Para ser exacto y presumir de enterado (gracias, gracias doctor Emilio Caballero), describo: en el periodo enero/diciembre de 2010, los ingresos de divisas fueron del orden de 340 mil 784 millones de dólares. 298 mil 361 de ellos correspondieron a las exportaciones. Por servicios no factoriales se recibieron 15 mil 443, de los cuales la actividad turística aportó 11 mil 872 millones. Es decir, 9 mil 399 millones menos que las remesas familiares. En 2010 los papás mexicanos en la hórrida friega extranjera fortalecieron la economía nacional con 21 mil 271 millones de dólares. La mayoría de los bienes y servicios que ese dinero pagó incluyó el IVA, engrosó las arcas públicas y ahora, gracias al equitativo decretazo de don Felipe de Jesús, el trabajo esclavizante, inhumano, vejatorio, perseguido, de los ilotas mexicanos en el exilio subsidia las aspiraciones de ascenso social de algunos y fortalece el empoderamiento histórico de otros.
Don Felipe de Jesús: ¿así se construye una "patria ordenada y generosa"?
(Sólo adhesiones. Si no tiene buenas intenciones, absténgase)
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