Mario Rodarte E. / El Financiero
En una conferencia ante un grupo de empresarios, donde exponía las razones que explican el raquítico crecimiento de México y las disparidades que se observan entre sectores, regiones y estados, la pregunta insistente fue cómo podemos hacer para salir de esta situación.
Al parecer es cada vez más claro para muchos que sin inversiones es muy difícil lograr que se generen empleos y se fortalezca el mercado interno, aunque para que haya inversiones son muchos más los factores que deberían corregirse.
En primer lugar en necesario tener un objetivo y una estrategia. Se dice que queremos hacer del turismo la fuente de crecimiento y empleo. Muy bien, pero para ello hay que invertir en algunas áreas, como infraestructura, oferta hotelera y transporte, y antes hay que establecer muy claro en dónde se ubica la inversión pública, en dónde la privada y en dónde la extranjera. Así nada más anunciando y dejando que las cosas se hagan, no vamos a conseguir nada, como siempre.
Esta estrategia, dicho sea de paso, significa abandonar nuestra estrategia previa de crecimiento industrial para la exportación y no terminar de consolidar nuestro mercado natural, que es el de Norteamérica, en materia de industria. También significa condenar a la población a trabajar en el sector servicios, que hasta hoy se ha distinguido por tener muy baja productividad y remuneraciones para los trabajadores, en contraste con la industria, que al ser muy productiva eleva las percepciones de la población.
No será necesario ampliar la oferta educativa más allá de educación media superior, ya que para trabajar en los servicios relacionados con el turismo, sin denigrar a nadie, no se necesitan ingenieros, químicos o físicos, ni laboratorios de investigación.
De ahí la importancia de tener una estrategia, ya que de ella depende hacia dónde se dirigen las inversiones y qué es lo que se espera obtener de ellas.
Haber interrumpido el crecimiento industrial del país, orientándolo a la exportación, ha traído como consecuencia que el número de trabajadores en la industria disminuya su participación dentro del total, ampliando, de nuevo, la del sector servicios, y sin atraer a suficientes personas del campo hacia actividades más productivas.
Comparando los salarios promedio, nuevamente podemos ver que la industria es primer lugar, junto con el hecho de que es la actividad que genera el mayor número de trabajadores dentro del sector formal.
Aparte de la estrategia y el objetivo es necesario que el gobierno garantice la seguridad de las personas y sus propiedades. En esto no se trata únicamente de que se limpien de criminales la calle y los espacios públicos, sino que se modernicen los registros de la propiedad, se eliminen los invasores y se reduzcan los incentivos para los informales, labor que nos lleva nuevamente a la estrategia.
Ésta debe contemplar la simplificación fiscal y administrativa, la eliminación de regulación que sólo estorba e implica costos, y la reducción del tamaño del gobierno. De pasada, una estrategia con un énfasis combinado entre el turismo, la industria de exportación y la agricultura ayudaría a disminuir las disparidades y provocaría incentivos para una mejor distribución del desarrollo y sus beneficios.
Para los que en esa conferencia no se habían dado cuenta de la gravedad del problema del mal crecimiento y la pauperización del empleo, simplemente les mencioné la cantidad de gente que hoy en día vive de la basura. Para los capitalinos es sencillo nada más fijarse cuando pasa un camión recolector de basura y observar la cantidad de bolsas que trae arrastrando; en una de ellas lleva aluminio y metales, en otra vidrio, en otra más plásticos y arriba apilan el papel y el cartón que recogen.
No obstante que los vecinos, buenos ciudadanos, siguen los ordenamientos de sus civilizados y ecologistas legisladores, para separar la basura, los señores recogedores desbaratan las bolsas, todo lo separan, para revenderlo a los que reciclan, dejando un desastre de basura revuelta en el camión y posteriormente en los tiraderos.
En las ciudades del interior que disponen de contenedores en que los vecinos depositan su basura y posteriormente los vacían los camiones, está surgiendo una nueva ocupación, que es disponer de algún vehículo para ir y desbaratar bolsas de basura en los contenedores, separar lo reciclable para ir y venderlo y dejar hecho un desastre el contenedor.
Otra de las ocupaciones de elevadísima productividad, que está cobrando fama, es la de pedir los boletos para pago de estacionamiento e introducirlos en las máquinas “automáticas” y que se pueden ver en el aeropuerto y en algunas plazas comerciales.
Más ocupaciones de elevada productividad están relacionadas con las empresas que proveen servicios de seguridad y limpieza o mantenimiento de oficinas, y que no cubren las prestaciones totales de todo su personal.
Los llamados vigilantes del aeropuerto están de dar pánico, retirando botellas de agua que lleva la gente a su paso por los arcos detectores, y las personas de limpieza son tan productivas que limpian el equivalente a medio metro cuadrado por hora.
Nada que decir de quienes realizan la delicada labor de hacer una perforación a los boletos de autobús, en las puertas de entrada en las terminales de autobuses, ni de los franeleros, los limpiavidrios y tantos más que simple y sencillamente están condenados a vivir en condiciones lamentables, que han vivido así por generaciones y cuyos descendientes, lo más seguro, mantendrán ese tipo de vida. Esto se llama crecer al margen.
En una conferencia ante un grupo de empresarios, donde exponía las razones que explican el raquítico crecimiento de México y las disparidades que se observan entre sectores, regiones y estados, la pregunta insistente fue cómo podemos hacer para salir de esta situación.
Al parecer es cada vez más claro para muchos que sin inversiones es muy difícil lograr que se generen empleos y se fortalezca el mercado interno, aunque para que haya inversiones son muchos más los factores que deberían corregirse.
En primer lugar en necesario tener un objetivo y una estrategia. Se dice que queremos hacer del turismo la fuente de crecimiento y empleo. Muy bien, pero para ello hay que invertir en algunas áreas, como infraestructura, oferta hotelera y transporte, y antes hay que establecer muy claro en dónde se ubica la inversión pública, en dónde la privada y en dónde la extranjera. Así nada más anunciando y dejando que las cosas se hagan, no vamos a conseguir nada, como siempre.
Esta estrategia, dicho sea de paso, significa abandonar nuestra estrategia previa de crecimiento industrial para la exportación y no terminar de consolidar nuestro mercado natural, que es el de Norteamérica, en materia de industria. También significa condenar a la población a trabajar en el sector servicios, que hasta hoy se ha distinguido por tener muy baja productividad y remuneraciones para los trabajadores, en contraste con la industria, que al ser muy productiva eleva las percepciones de la población.
No será necesario ampliar la oferta educativa más allá de educación media superior, ya que para trabajar en los servicios relacionados con el turismo, sin denigrar a nadie, no se necesitan ingenieros, químicos o físicos, ni laboratorios de investigación.
De ahí la importancia de tener una estrategia, ya que de ella depende hacia dónde se dirigen las inversiones y qué es lo que se espera obtener de ellas.
Haber interrumpido el crecimiento industrial del país, orientándolo a la exportación, ha traído como consecuencia que el número de trabajadores en la industria disminuya su participación dentro del total, ampliando, de nuevo, la del sector servicios, y sin atraer a suficientes personas del campo hacia actividades más productivas.
Comparando los salarios promedio, nuevamente podemos ver que la industria es primer lugar, junto con el hecho de que es la actividad que genera el mayor número de trabajadores dentro del sector formal.
Aparte de la estrategia y el objetivo es necesario que el gobierno garantice la seguridad de las personas y sus propiedades. En esto no se trata únicamente de que se limpien de criminales la calle y los espacios públicos, sino que se modernicen los registros de la propiedad, se eliminen los invasores y se reduzcan los incentivos para los informales, labor que nos lleva nuevamente a la estrategia.
Ésta debe contemplar la simplificación fiscal y administrativa, la eliminación de regulación que sólo estorba e implica costos, y la reducción del tamaño del gobierno. De pasada, una estrategia con un énfasis combinado entre el turismo, la industria de exportación y la agricultura ayudaría a disminuir las disparidades y provocaría incentivos para una mejor distribución del desarrollo y sus beneficios.
Para los que en esa conferencia no se habían dado cuenta de la gravedad del problema del mal crecimiento y la pauperización del empleo, simplemente les mencioné la cantidad de gente que hoy en día vive de la basura. Para los capitalinos es sencillo nada más fijarse cuando pasa un camión recolector de basura y observar la cantidad de bolsas que trae arrastrando; en una de ellas lleva aluminio y metales, en otra vidrio, en otra más plásticos y arriba apilan el papel y el cartón que recogen.
No obstante que los vecinos, buenos ciudadanos, siguen los ordenamientos de sus civilizados y ecologistas legisladores, para separar la basura, los señores recogedores desbaratan las bolsas, todo lo separan, para revenderlo a los que reciclan, dejando un desastre de basura revuelta en el camión y posteriormente en los tiraderos.
En las ciudades del interior que disponen de contenedores en que los vecinos depositan su basura y posteriormente los vacían los camiones, está surgiendo una nueva ocupación, que es disponer de algún vehículo para ir y desbaratar bolsas de basura en los contenedores, separar lo reciclable para ir y venderlo y dejar hecho un desastre el contenedor.
Otra de las ocupaciones de elevadísima productividad, que está cobrando fama, es la de pedir los boletos para pago de estacionamiento e introducirlos en las máquinas “automáticas” y que se pueden ver en el aeropuerto y en algunas plazas comerciales.
Más ocupaciones de elevada productividad están relacionadas con las empresas que proveen servicios de seguridad y limpieza o mantenimiento de oficinas, y que no cubren las prestaciones totales de todo su personal.
Los llamados vigilantes del aeropuerto están de dar pánico, retirando botellas de agua que lleva la gente a su paso por los arcos detectores, y las personas de limpieza son tan productivas que limpian el equivalente a medio metro cuadrado por hora.
Nada que decir de quienes realizan la delicada labor de hacer una perforación a los boletos de autobús, en las puertas de entrada en las terminales de autobuses, ni de los franeleros, los limpiavidrios y tantos más que simple y sencillamente están condenados a vivir en condiciones lamentables, que han vivido así por generaciones y cuyos descendientes, lo más seguro, mantendrán ese tipo de vida. Esto se llama crecer al margen.
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