viernes, 4 de septiembre de 2009

TRIBUTACIÓN PROGRESIVA

*José Luis Calva
Entre las opciones de política tributaria que se han propuesto para cerrar la brecha ingreso-gasto público, los impuestos progresivos sobre el ingreso constituyen el mejor de los caminos. Recuérdese que si bien el rezago fiscal de México es enorme en la relación recaudación total-PIB, es aún mayor en la recaudación de impuestos directos sobre el ingreso, que en México apenas representa 5.2% del PIB, contra 13% en promedio entre los países de la OCDE, 16.2% en Canadá y 13.5% en Estados Unidos, para no hablar de Suecia o Noruega: 19.4% y 22%, respectivamente.
En cambio, la recaudación de impuestos indirectos —IVA e impuestos especiales sobre productos y servicios, incluyendo combustibles, bebidas...— en México es de 11.6% del PIB, más del doble que los impuestos indirectos en EU (4.7% del PIB), arriba de Canadá (8.1%) e incluso encima del promedio de la OCDE (11.1%).
Entonces, si se realiza una reforma fiscal basada en mayores impuestos indirectos —v. gr. sobre productos y servicios—, se profundizaría la inequidad de nuestro sistema tributario, excesivamente basado en impuestos indirectos; regresivos porque disminuyen como porcentaje del ingreso en la medida que éste aumenta.
Por ello, el único camino realmente modernizante de nuestro sistema tributario se encuentra en los impuestos progresivos sobre el ingreso.
Se ha argumentado que el alza de las tasas máximas del ISR nos haría “perder competitividad”, e “inhibiría la entrada de capitales extranjeros” (Reforma, 31/VIII/09). No es exacto: si la competitividad y la localización o residencia de empresas y personas dependieran de las tasas de ISR, los países desarrollados habrían dejado de ser competitivos y se habrían ya despoblado.
De hecho, las tasas máximas de ISR para empresas o corporaciones —de acuerdo con las cifras más recientes de la OCDE— fueron 39.3% en EU, 36.1% en Canadá, 39.5% en Japón, 38.9% en Alemania, 35% en España, mientras en México el ISR empresarial fue 29%.
Además, en los países representativos de la OCDE existe la discutiblemente denominada “doble tributación”: la empresa paga impuestos sobre sus ganancias o utilidades (antes de distribuir dividendos) y los accionistas pagan impuestos netos sobre sus ingresos por dividendos, mientras que en México estos ingresos personales no tienen gravamen neto. Así, la tasa neta de impuesto personal sobre dividendos es 32.7% en Francia, 22.2% en Alemania, 42% en Irlanda, 25% en el Reino Unido, 43% en Dinamarca, 29.3% en Corea del Sur, 23.3% en Canadá, etcétera; y sólo en tres países de la OCDE (la República Eslovaca, Grecia y México), la tasa neta de impuestos personales sobre dividendos es cero.
El asunto es relevante también por la otra razón aducida por Agustín Carstens durante el Foro Global sobre Transparencia, de la OCDE: “El reparto de dividendos corporativos [es] un tema que no sólo se asocia con pérdidas en la recaudación neta de impuestos, sino en algunas ocasiones con el flujo ilícito de capitales” (véase EL UNIVERSAL, 2/IX/09; La Jornada, 2/IX/09; ver discurso completo en www.shcp.gob).
Desde luego, las tasas máximas de ISR para ingresos personales son también más altas en los países desarrollados, en la mayoría de los cuales se aplica, además del ISR del gobierno central, un ISR provincial o local. Sumando ambos las tasas máximas de ISR personal en 2006 fueron 46.4% en Canadá, 44.3% en Alemania, 45% en España, 41.4% en EU, 47.1% en Japón, etcétera, mientras que en México el ISR fue 29%.
Pero atención: hay que revisar también la progresividad del ISR. Mientras que el ingreso gravable a partir del cual las personas pagan la tasa máxima de ISR es de 78 mil 195 dólares estadounidenses (USD) en España, 366 mil 619 en Alemania, 357 mil 700 en EU, 101 mil 764 en Francia, 109 mil 810 en Italia, en México las personas pagan la tasa máxima de ISR a partir de un ingreso gravable de 9 mil 274 USD (véase www.taxsummaries.pwc.com), de modo que el contribuyente mexicano con ingresos poco distantes de la línea de la pobreza paga la misma tasa de ISR que Carlos Slim. Hay que corregir esta inequidad.
Existen otros caminos para transitar hacia un sistema de tributación progresiva (véase nuestra entrega del 25/VI/09), capaz de proveer al Estado de recursos para cumplir sus funciones en el desarrollo humano, económico y ambiental.
*Investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM
http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/45479.html


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