sábado, 5 de septiembre de 2009

PANORAMA INTERNACIONAL

*David Ibarra
A dos años de la erupción de la crisis financiera, los mercados internacionales no acaban de recuperarse. La interdependencia económica entre países, tal y como se ha concebido e instrumentado, muestra, por primera vez, su lado poco amable al provocar la primera recesión sincrónica universal. Contrarrestarla, con prontitud y eficacia, exigiría una coordinación estrecha de las políticas nacionales, todavía imperfecta o ausente.
La producción global caerá 1.3% en el año en curso según el FMI, y 2.9% (a precios constantes de 2000) según el Banco Mundial. El comercio retrocederá entre 10% y 13.5%; el desempleo subirá al menos 3% en relación a los elevados niveles previos; crecerá el número de familias pobres del mundo; la inflación se reducirá; los déficit públicos irán al alza en todas las latitudes, respaldando el intento de los gobiernos de reducir los efectos sociales de la crisis e instrumentar medidas conducentes a la recuperación. El BM proyecta el déficit promedio de todos los países en 7% del producto, con cifras de 9% en las zonas desarrolladas y de casi 4.5% en los países emergentes.
Desde luego, la suerte de los distintos países y regiones no será la misma, dependiendo de su estrategia anterior de desarrollo, de la gravedad de las dislocaciones internas y del alcance de las respuestas contracíclicas. Las economías avanzadas registrarán una caída estimada en -3.8% del producto, con Alemania, Japón, Francia e Inglaterra sufriendo retrocesos aún mayores. EU, en tanto economía consumista y epicentro de la conmoción, experimentará escasez de crédito por largo tiempo y una lenta recuperación. Así lo determinan las reducciones sustantivas en el poder adquisitivo de las familias (depreciación inmobiliaria, pérdidas en bolsa, pérdidas en los fondos de pensiones y pérdidas de ingreso por desempleo), pese a la heterodoxia y la enorme magnitud de los programas contracíclicos del gobierno y de la Reserva Federal. Y también en sentido dilatorio influyen las resistencias al oscilante ajuste a la baja del dólar frente a otras monedas, necesario corrector de los desproporcionados desajustes comerciales de EU.
Europa (-4.8%) sufrirá una contracción inmediata mayor a la estadounidense (-2.6%), como resultado de la honda caída de las exportaciones de bienes y servicios sobre las cuales finca su estrategia de empleo Alemania en particular, y del menor alcance de las políticas antirrecesivas. Sin embargo, la población estará menos desprotegida gracias a los estabilizadores de ingresos de sus estados de bienestar y quizá su recuperación resulte, en consecuencia, más pronta. Japón se encuentra en una situación análoga a la europea, pero en sentido positivo cuenta con los estimulantes nexos económicos con China.
El crecimiento del conjunto de las zonas en desarrollo se anticipa caerá a 1.5%, muy por debajo del 6% de 2008. Aquí hay diversidad de situaciones. Los países con menores nexos internacionales de mercado y las economías más rezagadas conservarán crecimientos positivos, aunque disminuidos (África). En general, los países situados en medio de la transición del socialismo al capitalismo de mercado sufren y probablemente experimenten retrocesos: -6% en Rusia y sus estados asiáticos federados y de -5% los miembros de Europa central y oriental. Esas naciones están en situación semejante a la de América Latina en la década perdida de los 80: poco margen monetario y fiscal de maniobra, elevado endeudamiento foráneo, aguda dependencia de los flujos externos de ahorro, caída de la demanda y de los precios de las exportaciones, inflación alta o relativamente alta y propensión de caer en devaluaciones cambiarias.
Medio Oriente resiente la caída de los precios de los energéticos, alza del costo en los créditos, menores flujos externos de ahorro o pérdidas en el manejo de los fondos soberanos de inversión. Aun así, parece conservar un ritmo relativamente alto de crecimiento 2% (2009), equilibrio en la cuenta corriente de la balanza de pagos y una inflación declinante, pero elevada (11%).
Las perspectivas más halagüeñas se sitúan en China e India aunque el resto de los tigres asiáticos resienten el receso global a pesar de no haberse involucrado mayormente en la adquisición de activos tóxicos y contar con sólidos fundamentos macroeconómicos. Se anticipa que China crezca a no menos de 7.5% (2009) e India a 5.4%, mientras declinará el producto de Corea (4%), Singapur (-10%) y Taiwán (-7.5%) por tratarse de economías de exportación con mercados internos pequeños comparados con sus capacidades productivas especializadas en automóviles, electrónicos y otros bienes durables de consumo o de inversión.
Aunque los choques recesivos externos reducirán la tasa de expansión de la economía china, dos factores explican el menor impacto de las turbulencias globales: el peso menor del sector exportador en la enorme demanda interna, y los programas de gasto y financiamiento gubernamentales al consumo o la inversión, sustentados en la acumulación de reservas internacionales y en la autonomía de su sistema financiero.
En América Latina, el receso global ha tenido impacto considerable debido a la estrecha asociación comercial y financiera con EU. En promedio, las economías quedarán en números rojos de -2.6% del producto en el año en curso, después de haber alcanzado en el bienio anterior un crecimiento medio positivo de 5%. En general, la crisis afecta a la región por la doble vía del menor financiamiento externo y los menores precios de las exportaciones de materias primas y maquilas. Los flujos privados de capital se proyecta caigan de 58.5 a 13.3 miles de millones de dólares, mientras el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos se ha tornado negativo en el último bienio (-2.2% del producto regional en 2009), después de arrojar saldos positivos en el periodo 2003-2007.
La situación de México es todavía peor. El FMI estima la contracción en el producto de 2009 en -7.3%, la OCDE en -8% y las cifras del INEGI hasta el segundo trimestre arrojan una baja anualizada de -10.3%. En todo caso, el receso excederá con creces a la media y a las cifras de cualquier otro país de la región. Los desajustes en la balanza de pagos se incrementarán casi 80% hasta llegar a 2.5% del producto, cifra todavía no alarmante, pero en ascenso. Los bajos coeficientes de tributación (9.4% del producto, los más reducidos en América Latina y casi en el mundo) y las rigideces jurídicas (presupuesto equilibrado, la prohibición al financiamiento del Banco de México) en principio dejan poco espacio a la flexibilización contracíclica de la política fiscal, a menos que se rompan trabas y se acepte mayor endeudamiento público.
También podría encontrarse latitud de acción en la política monetaria y financiera si se deja de revaluar el peso, se regulan las tasas activas de interés y se abre con amplitud el crédito, por ejemplo, vía la banca de desarrollo a la pequeña y mediana industria y a los corporativos grandes afectados por la cerrazón de los mercados internacionales de capitales.
En todo caso, la deteriorada situación del país demanda ensanchar con audacia los alcances de las políticas públicas y dejar de insistir en las manidas reformas neoliberales. No finquemos el optimismo en que la crisis haya tocado fondo en el mundo para cruzarnos de brazos. En vez de estar esperanzados en milagros foráneos, hagamos lo necesario para salir del hoyo y evitar hasta donde sea posible futuros tropezones.
*Analista político
Fuente: El Universal

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