sábado, 26 de septiembre de 2009

EL G-20 SE ATASCA EN LA REFORMA FINANCIERA

Los líderes mundiales amplían los plazos para aplicar normas más estrictas a la banca - Sólo se asume limitar los bonus de entidades sin suficiente capital
Alejandro Bolaños
La cumbre de Pittsburgh cargaba con la pesada herencia de hacer realidad el sueño de un nuevo orden financiero internacional, tal y como proclamaron en abril los mandatarios de países avanzados y emergentes. Pero la complejidad del envite ha desbordado al G-20. Los representantes de las principales economías del mundo mantuvieron ayer su compromiso de abordar ambiciosas reformas para poner coto al efecto desestabilizador de los mercados financieros, origen de la mayor crisis económica desde la Segunda Guerra Mundial. Se insiste en dar más poder a los supervisores, en exigir que la banca reserve más capital, en vigilar cómo se paga a los ejecutivos del sector..., pero se gana tiempo para ponerlas en marcha.
El comunicado con el que se cerró la cumbre del G-20 en Londres, hace cinco meses, era ambicioso y claro en sus principios: a partir de ahora, ningún agente financiero relevante (desde hedge funds a agencias de rating) escaparía de la vigilancia pública. Se haría un esfuerzo por establecer normas conjuntas que penalizaran una gestión excesivamente arriesgada. Y que obliguen a las entidades financieras a apartar más dinero con el que hacer frente a posibles pérdidas. "Los que actúan de forma irresponsable no deben confiar en que los contribuyentes asuman el coste de sus fallos otra vez", insistió ayer el presidente de EE UU, Barack Obama. La cumbre de Londres fue también clara en los plazos: la mayoría de las reformas debían ponerse en marcha a finales de este año, lo que hacía de Pittsburgh una parada ineludible. Pero, finalmente, el G-20 optó ayer por otorgarse una prórroga, ante la enormidad del envite.

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