América Latina esquiva lo peor de la crisis, pero necesita de cambios estructurales para atajar las desigualdades
P. ORDAZ / S. CAMARENA / EL PAÍS
Ya se sabe que la felicidad completa no existe. Durante el foro México, puerta de América, organizado por EL PAÍS y BBVA Bancomer el pasado miércoles en el Distrito Federal, quedó constancia de que América Latina ha capeado la crisis internacional con más eficacia que otras regiones, pero también que ello no es garantía para vencer sus males endémicos: la pobreza y, sobre todo, la desigualdad. ¿Ha desterrado finalmente Latinoamérica su vocación por abrazarse a espejismos financieros que finalmente terminan llevando el infierno a millones de habitantes desde el Río Bravo a la Patagonia? Durante el foro, clausurado por el presidente de México, Felipe Calderón, expertos de varios países y los representantes de las principales empresas españolas con presencia en México advirtieron de las dimensiones de un reto que sólo se podrá ganar con reformas de gran calado.
Felipe Calderón no se anduvo con paños calientes. Tras volver a plantear la que, según dijo, es ya "la pregunta existencial" de América Latina -"¿cómo cerrar rápidamente las brechas de desigualdad que dividen a nuestras sociedades?"-, dijo: "Ciertamente, la nuestra no es la región más pobre del mundo, pero sí probablemente es la más desigual. Y lo mismo podríamos decir de México". Y añadió que uno de los grandes desafíos de su gobierno y de los que vengan es generar empleo para la "ola creciente de jóvenes" de un país cuya edad promedio es de 27 años de edad.
El presidente mexicano se mostró convencido de que, para dar respuesta a tan importantes retos, es condición sine qua non evitar los errores del pasado: "En lo económico, yo miro al pasado y veo economías cerradas, Estados obesos, procesos inflacionarios, burocratismo... En lo político, el pasado es autoritarismo, dictaduras -y aquí hemos tenido de las de derecha y de las de izquierda-, negación democrática". Por el contrario, el presidente Calderón dibuja un futuro radicalmente distinto: "El futuro yo lo veo claramente definido en las antípodas del pasado. Lo veo en economías abiertas, en un mundo global; lo veo en mercados competitivos; lo veo en inversión privada, como motor de la economía; lo veo en Gobiernos eficientes y promotores. Y, del lado político, lo veo evidentemente en la democracia, en la pluralidad, en el respeto a la libertad; en la búsqueda explícita, deliberada, de la justicia". Como resumen de ese planteamiento, y ya centrándose en su país, el presidente concluyó: "Las opciones de futuro para México tienen que ir sobre valores, precisamente, de democracia, de mercado, de competitividad, de crecimiento económico y de justicia. Todo ello se requiere para impulsar el desarrollo humano sustentable de cualquier país".
La crisis internacional ha traído para la región una doble enseñanza: lo acertado de apostar por la estabilidad macroeconómica, que ha amortiguado los efectos de la turbulencia financiera, pero también la evidencia de que la región sólo podrá despegar si se aplican con decisión una serie de reformas estratégicas. Durante su alocución ante el presidente Calderón, el director de EL PAÍS, Javier Moreno, dijo: "Es incuestionable el consenso que se ha generado por una apuesta decidida por la estabilidad macroeconómica, por el rigor, por la credibilidad internacional. Y también una evolución política que creo que ha conseguido desechar, arruinar y deslegitimar cualquier tentación de aventurismo económico en términos de estabilidad macro. Esta crisis podía haber supuesto una tentación para ceder a esos cantos de sirenas de volver a políticas de las que sabemos, de las que tenemos evidencia empírica suficiente que no han funcionado y que no van a funcionar". Por su parte, Ignacio Deschamps, presidente de BBVA Bancomer, declaró su confianza en que "México está condenado a crecer".
El haber sorteado la crisis a un costo relativamente bajo no resuelve el futuro. Augusto de la Torre, economista jefe del Banco Mundial para América Latina, explicó durante el foro que es sencillo de entender el por qué la región salió "sin daño sistémico" de la crisis: antes, dijo, nuestros países tenían políticas e instituciones que funcionaban como amplificadores de la inestabilidad que venía de afuera; en cambio ahora muchas naciones tienen políticas y organismos que funcionan como amortiguadores que aíslan los impactos. Sin embargo, dijo De la Torre, una cosa es atravesar una crisis y otra encarar el futuro, donde ejemplificó, es un "misterio" la baja productividad que durante años ha mostrado la economía mexicana.
Por su parte, Jorge Sicilia, economista jefe de BBVA, destacó que la región "para salir de la crisis ha sido capaz de superar la tentación de recurrir a políticas del pasado". Sin embargo, agregó, "América Latina podría crecer más y mejor", y sí hay receta para intentarlo. Sicilia enumeró que para consolidar lo ya hecho se deben emprender reformas que impulsen cambios en tres direcciones: 1) generar más competencia y transparencia; 2) eliminar las trabas que limitan el accionar de los agentes económicos; y 3) atacar de cuajo el problema de la informalidad, que es una trampa para el crecimiento.
El ex ministro de Economía de Perú, Luis Carranza, advirtió que no se puede perder de vista que o se aprovecha el momento generando mayores incentivos para el crecimiento o los países de la región perderán presencia en el grupo de los países emergentes.
Al dar clausura al foro, Calderón insistió en que los políticos no han comprendido del todo la importancia de ser competitivos y de discutir las reformas que pudieran detonar el crecimiento. Algo del misterio planteado por De la Torre comenzaba a develarse: si la región no crece más, quizá es porque sus dirigentes políticos no terminan de apurar el paso.
P. ORDAZ / S. CAMARENA / EL PAÍS
Ya se sabe que la felicidad completa no existe. Durante el foro México, puerta de América, organizado por EL PAÍS y BBVA Bancomer el pasado miércoles en el Distrito Federal, quedó constancia de que América Latina ha capeado la crisis internacional con más eficacia que otras regiones, pero también que ello no es garantía para vencer sus males endémicos: la pobreza y, sobre todo, la desigualdad. ¿Ha desterrado finalmente Latinoamérica su vocación por abrazarse a espejismos financieros que finalmente terminan llevando el infierno a millones de habitantes desde el Río Bravo a la Patagonia? Durante el foro, clausurado por el presidente de México, Felipe Calderón, expertos de varios países y los representantes de las principales empresas españolas con presencia en México advirtieron de las dimensiones de un reto que sólo se podrá ganar con reformas de gran calado.
Felipe Calderón no se anduvo con paños calientes. Tras volver a plantear la que, según dijo, es ya "la pregunta existencial" de América Latina -"¿cómo cerrar rápidamente las brechas de desigualdad que dividen a nuestras sociedades?"-, dijo: "Ciertamente, la nuestra no es la región más pobre del mundo, pero sí probablemente es la más desigual. Y lo mismo podríamos decir de México". Y añadió que uno de los grandes desafíos de su gobierno y de los que vengan es generar empleo para la "ola creciente de jóvenes" de un país cuya edad promedio es de 27 años de edad.
El presidente mexicano se mostró convencido de que, para dar respuesta a tan importantes retos, es condición sine qua non evitar los errores del pasado: "En lo económico, yo miro al pasado y veo economías cerradas, Estados obesos, procesos inflacionarios, burocratismo... En lo político, el pasado es autoritarismo, dictaduras -y aquí hemos tenido de las de derecha y de las de izquierda-, negación democrática". Por el contrario, el presidente Calderón dibuja un futuro radicalmente distinto: "El futuro yo lo veo claramente definido en las antípodas del pasado. Lo veo en economías abiertas, en un mundo global; lo veo en mercados competitivos; lo veo en inversión privada, como motor de la economía; lo veo en Gobiernos eficientes y promotores. Y, del lado político, lo veo evidentemente en la democracia, en la pluralidad, en el respeto a la libertad; en la búsqueda explícita, deliberada, de la justicia". Como resumen de ese planteamiento, y ya centrándose en su país, el presidente concluyó: "Las opciones de futuro para México tienen que ir sobre valores, precisamente, de democracia, de mercado, de competitividad, de crecimiento económico y de justicia. Todo ello se requiere para impulsar el desarrollo humano sustentable de cualquier país".
La crisis internacional ha traído para la región una doble enseñanza: lo acertado de apostar por la estabilidad macroeconómica, que ha amortiguado los efectos de la turbulencia financiera, pero también la evidencia de que la región sólo podrá despegar si se aplican con decisión una serie de reformas estratégicas. Durante su alocución ante el presidente Calderón, el director de EL PAÍS, Javier Moreno, dijo: "Es incuestionable el consenso que se ha generado por una apuesta decidida por la estabilidad macroeconómica, por el rigor, por la credibilidad internacional. Y también una evolución política que creo que ha conseguido desechar, arruinar y deslegitimar cualquier tentación de aventurismo económico en términos de estabilidad macro. Esta crisis podía haber supuesto una tentación para ceder a esos cantos de sirenas de volver a políticas de las que sabemos, de las que tenemos evidencia empírica suficiente que no han funcionado y que no van a funcionar". Por su parte, Ignacio Deschamps, presidente de BBVA Bancomer, declaró su confianza en que "México está condenado a crecer".
El haber sorteado la crisis a un costo relativamente bajo no resuelve el futuro. Augusto de la Torre, economista jefe del Banco Mundial para América Latina, explicó durante el foro que es sencillo de entender el por qué la región salió "sin daño sistémico" de la crisis: antes, dijo, nuestros países tenían políticas e instituciones que funcionaban como amplificadores de la inestabilidad que venía de afuera; en cambio ahora muchas naciones tienen políticas y organismos que funcionan como amortiguadores que aíslan los impactos. Sin embargo, dijo De la Torre, una cosa es atravesar una crisis y otra encarar el futuro, donde ejemplificó, es un "misterio" la baja productividad que durante años ha mostrado la economía mexicana.
Por su parte, Jorge Sicilia, economista jefe de BBVA, destacó que la región "para salir de la crisis ha sido capaz de superar la tentación de recurrir a políticas del pasado". Sin embargo, agregó, "América Latina podría crecer más y mejor", y sí hay receta para intentarlo. Sicilia enumeró que para consolidar lo ya hecho se deben emprender reformas que impulsen cambios en tres direcciones: 1) generar más competencia y transparencia; 2) eliminar las trabas que limitan el accionar de los agentes económicos; y 3) atacar de cuajo el problema de la informalidad, que es una trampa para el crecimiento.
El ex ministro de Economía de Perú, Luis Carranza, advirtió que no se puede perder de vista que o se aprovecha el momento generando mayores incentivos para el crecimiento o los países de la región perderán presencia en el grupo de los países emergentes.
Al dar clausura al foro, Calderón insistió en que los políticos no han comprendido del todo la importancia de ser competitivos y de discutir las reformas que pudieran detonar el crecimiento. Algo del misterio planteado por De la Torre comenzaba a develarse: si la región no crece más, quizá es porque sus dirigentes políticos no terminan de apurar el paso.
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