jueves, 13 de agosto de 2009

HAY QUE SABER INVENTAR SOLUCIONES

Guillermo Knochenhauer
"La recesión global ha tocado fondo", dice el Banco Central Europeo, pero la buena noticia no repercutirá en México sino al contrario: al decir del secretario de Hacienda, Agustín Carstens, en 2010 nos espera un shock fiscal en vez de tasas de crecimiento positivas.
Según dijo el Presidente Calderón desde Colombia, “no hay mucho que inventar. La verdad es que para cerrar un hueco en las finanzas públicas se requiere o reducir gastos públicos o aumentar ingresos públicos o permitir un déficit público. ¿Y qué es lo que debemos hacer? Me parece que tendremos que buscar la mejor combinación de las tres alternativas".
Ninguna combinación de esas alternativas ataca las causas de fondo del problema fiscal, las cuales tienen que ver con la extraordinaria recesión (de las más profundas del mundo) que nos ha provocado la absoluta dependencia del modelo de “plena integración” a la economía estadounidense que decidieron los tecnócratas que nos gobiernan desde hace tres décadas.
(Los tecnócratas, a diferencia de las oligarquías, ven a la apertura económica internacional como acicate de modernización, sin tomar en cuenta requisitos económicos, políticos y culturales internos de tales cambios. Las oligarquías sostienen un discurso “nacionalista”, con aderezos demagógicos según las circunstancias, porque sus intereses se vinculan a modos internos de hacer y repartir bienes y favores).
Volviendo al shock fiscal que anuncian el Presidente Calderón y Carstens. Por supuesto que hay una caída de ingresos derivada, como dicen los funcionarios, de la disminución de ingresos petroleros y de la caída de actividad manufacturera de exportación. Es decir, la crisis fiscal se origina en el sector externo de la economía pero contra la lógica simplista, ahí no estará su solución ni en la combinación de medidas que señala el Presidente.
El gobierno tendría que imaginar políticas para alentar las actividades productivas ligadas al mercado interno y para ello, el instrumento de mayor importancia es el fiscal. La estructura fiscal de nuestro país desalienta las inversiones productivas y no sirve para lo que sirve en casi todas las naciones, que es para mejorar la distribución del ingreso. Esos son sus mayores problemas, no las diferencias coyunturales entre flujos de ingresos y de gastos.
No es que no tengan que resolverse esas diferencias de flujos, pero es lo único que ha hecho el gobierno: redujo un poco su gasto corriente (en 66 mil millones de pesos, después de que los gobiernos de Fox y de Calderón lo elevaron de 705 mil millones de pesos en que lo dejó Zedillo a 1.8 billones). También redujo en 19 mil millones de pesos lo que debería ser intocable en una política “anti cíclica”, que es el gasto en bienes muebles e inmuebles y obra pública.
Lo que ni siquiera ha planteado el gobierno, que elevaría sustancialmente sus ingresos, es acabar con privilegios como el régimen de consolidación fiscal que le permite a los grandes corporativos distribuir pérdidas y ganancias entre sus diversas empresas (algunas creadas ex profeso para perder) de manera que dejen de pagar grandes cantidades al fisco. Terminar con ese régimen exige que la autoridad del Estado se imponga a poderes que lo chantajean.
Los países que podrán salir de esta crisis son los que en Europa y en Asia, junto con Estados Unidos, tienen gobiernos que no están tratando solamente de reparar daños, sino que han comprendido que la recuperación pasa por la reconversión de los vínculos entre el Estado, la sociedad y los mercados. No se está pensando sólo de regular, por ejemplo, el sistema financiero, sino en la manera de redefinir el modo en el que la banca le debe servir al sector productivo.
Cuando pase, la profundidad de la crisis será lo que se recuerde como meramente anecdótico de ella. Su verdadera importancia, su mayor trascendencia serán los cambios que haya provocado en las instituciones y sistemas económicos, políticos y sociales de cada país y en el orden internacional.
México está en un verdadero peligro de que la recesión actual se convierta en un estancamiento permanente, lo cual ocurrirá si nuestros funcionarios siguen aferrados a la idea de que hay que hacer lo que siempre se ha hecho y que cuando pase la recesión en Estados Unidos, todo volverá a ser como antes.
knochenhauer@prodigy.net.mx

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