sábado, 19 de marzo de 2011

UNA REFORMA FISCAL QUE ACABE CON LOS PRIVILEGIOS

Eduardo Sánchez Hernández / El Universal
Desde hace varios años, hemos escuchado que México necesita una reforma fiscal de fondo. Los políticos de todos los partidos coinciden —cosa rara— en que las finanzas públicas van de mal en peor.
Los ingresos dependen en gran medida del petróleo cuya producción se encuentra en declive. La recaudación de impuestos es muy baja y se concentra en unos cuantos. Los ingresos totales del gobierno alcanzan apenas 21% del PIB, lo que resulta poco si nos comparamos con el promedio de los países de la OCDE, que es de 35%. En América Latina, México ocupa el lugar 12 en recaudación, después de países como El Salvador y Honduras, entre otros. En los últimos 10 años México se ha convertido en una gran potencia... pero del retroceso.
El gasto público de la administración de Calderón, mantiene una nómina creciente e injustificada de funcionarios con sueldos elevados, lo que ocasiona que el gobierno invierta poco. Con un diseño como éste, no es de extrañarnos la falta de recursos en seguridad, educación y salud. Y ya mejor nos olvidamos de la inversión en infraestructura, y desarrollo tecnológico que nos permitiría avanzar en competitividad. Es importante destacar que el problema no es que al gobierno le falten recursos. ¡Qué va! En los últimos cuatro años, la administración de Calderón ha incrementado su gasto ¡en 4.7 puntos del PIB! Y de este impresionante aumento, 80% se ha destinado a apapachar a la alta burocracia. Es inaceptable que los aumentos de impuestos promovidos por Calderón sólo hayan servido para eso.
México requiere una reforma hacendaria que aumente la cantidad de personas que pagan impuestos y de esta forma dejar de recargar el esfuerzo de sostener al país en unos cuantos contribuyentes cautivos. De acuerdo con el especialista Eduardo Revilla, en México sólo cerca de 50% de la población económicamente activa está inscrita en el Registro Federal de Contribuyentes. Es obvio que si aumentaran los contribuyentes, sería posible bajar impuestos y así lograr la inversión que genere fuentes de empleo, impuestos y riqueza. También se hace necesario eliminar los tratos especiales y exenciones que abundan en nuestro régimen fiscal, así como simplificar el pago de impuestos. Hoy hacen falta asesores, cálculos sofisticados y mucha suerte para llenar correctamente una declaración de impuestos.
Pues resulta que el PRI en la Cámara de Senadores presentó una iniciativa que propone lo que yo acabo de señalar. La iniciativa impulsada por Manlio Fabio Beltrones y Francisco Labastida establece una fórmula ingeniosa para que más personas se inscriban en el Registro Federal de Contribuyentes. Proponen bajar la tasa del IVA a 12% y reducir la lista de los alimentos y medicinas que hoy están exentos de impuestos —lo que hace poco se antojaba imposible desde el PRI—. Establecen un régimen optativo para personas que ganen menos de 20 millones al año —que somos 80% de los causantes— para que paguemos, en vez de hasta 30% de ISR, sólo 5% de nuestros ingresos —ganaste tanto, pues pagas el 5% de esa cantidad y listo; se acabaron las complicaciones y demás artificios—.
Para el resto de los contribuyentes ofrecen eliminar el IETU y así reducir el ISR a 25%. Proponen que la reforma entre en vigor hasta el año 2013 y le sea útil al próximo gobierno, sea del partido que sea.
Más allá de nuestras simpatías o antipatías por el PRI, debemos exigir que esta propuesta se discuta a fondo. Presionemos a nuestros diputados y senadores para que lo hagan con seriedad. Que no nos vayan a decir por qué no, sino cómo sí.
Esta propuesta afecta a quienes no pagan impuestos y a los que gozan de privilegios fiscales, por lo que es de esperarse que traten de obstaculizarla.
Son muchos y muy poderosos los beneficiarios del régimen fiscal actual. Los ciudadanos tenemos que alzar la voz y hacer que la piedra gire en contra de quienes se siguen enriqueciendo a costa de la mayoría.
Ahora sí, ya estuvo bueno.

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