Enrique Campos Suárez / El Economista
Si repasamos los pronósticos económicos para el año que quedó atrás, prácticamente los únicos que se cumplieron en materia económica fueron aquellos que auguraban que los políticos del mundo no tendrían la capacidad de hacer lo correcto para salvar a sus países de crisis más profundas.
La realidad es que las decisiones que tomaron las grandes potencias durante el año pasado fueron, en el mejor de los casos, insuficientes para poder contrarrestar los problemas gigantescos que se venían en el panorama. El caso europeo es el más claro, donde los políticos gobernantes cuidaron al máximo sus niveles de aceptación y acabaron por salir, expulsados por sus furibundos ciudadanos.
En Estados Unidos la situación no fue muy diferente. Demócratas y republicanos se han enfrascado en una lucha de poder donde el equilibrio legislativo los ha llevado a la parálisis y los afanes de conquistar el poder presidencial este año los ha tornado descarados en sus propósitos electorales.
Este 2012 no empieza con los mejores augurios económicos, al menos no para los principales bloques económicos.
A la posibilidad de una crisis mayor en Europa se suma el riesgo de que arrastre a otras regiones como América del Norte y China, que tampoco se mantiene inmune a los efectos de una desaceleración mundial.
Además no hay que perder de vista que entre la Navidad y el Año Nuevo la tensión entre Irán y Estados Unidos llegó a niveles que de hecho afectaron seriamente los precios del petróleo. Y el estilo de gobernar del heredero del poder norcoreano sigue siendo una gran duda.
También por aquellos días de descanso decembrino se conocieron otros datos que ayudaron a alimentar las esperanzas de que la economía estadounidense no pudiera llegar hasta los linderos de una nueva recesión.
La confianza de los consumidores en Estados Unidos subió más de lo que esperaba el mercado en diciembre pasado, hasta niveles no vistos en ocho meses previos. Más contrataciones implican más consumidores dispuestos a hacer lo que mejor saben: comprar y gastar.
Pero esos mismos ciudadanos estadounidenses más confiados en consumir también muestran una preocupación por las condiciones financieras de su país y expresan su preocupación por la poca capacidad política de sus representantes.
Ven con temor en lo interno que las firmas calificadoras sigan el camino de Standard and Poor’s y degraden la deuda estadounidense. Y en lo externo ven con gran preocupación la crisis europea y sienten que un agravamiento de las condiciones allá, inevitablemente repercutirían acá en su economía.
Ésos son los consumidores, pero también los analistas económicos parecen más confiados a que las cosas podrían no ser tan terribles en este inicio de año.
De acuerdo con una encuesta entre 20 economistas afamados, en estos momentos la posibilidad de que Estados Unidos pudiera caer en una recesión alcanza 20% contra 30% que mostraba al cierre del tercer trimestre del año pasado.
Hay coincidencia entre los expertos de que el año cerró en mejores condiciones de lo esperado en cuanto a la generación de empleo y el consumo, lo que puede al final ayudar a arrojar una mejor cifra de crecimiento económico.
Ahora, si los partidos políticos en Estados Unidos han trabajado tanto con la mira puesta en las elecciones de este año, seguro que harán lo que esté a su alcance para que los votantes se sientan cómodos en el bolsillo para que voten con entusiasmo.
Para un país como México la influencia mayor llega desde Estados Unidos, pero para la economía más grande del mundo, un impacto negativo puede llegar lo mismo de Europa que de China y los dos bloques presentan problemas con su desempeño económico. Mañana repasamos la suerte de unos y de otros en este inicio de año.
La primera piedra
¿Se acuerdan del pronóstico del fin del mundo por el Y2K?
Durante los últimos meses del siglo pasado se generó una gran expectativa sobre la posibilidad de que el mundo moderno colapsara ante la imposibilidad de los sistemas de cómputo de poder reconocer si estaba en el siglo XXI o en el XIX.
La realidad es que no pasó nada, absolutamente nada. En buena medida porque la mayoría de los sistemas operativos obtuvo los parches pertinentes para mantener su operación normal.
Pero fue también un hecho que muchos lucraron con esa psicosis colectiva del fin del mundo en el 2000.
Este año tendrá su propia expectativa del final de los tiempos, adjudicado al calendario maya. Lo que se ve venir es una sobreexplotación del evento en donde algunos ofrecerán espectáculos, conferencias y productos alusivos. Pero otros ofrecerán salvarse del fin del mundo.
Si repasamos los pronósticos económicos para el año que quedó atrás, prácticamente los únicos que se cumplieron en materia económica fueron aquellos que auguraban que los políticos del mundo no tendrían la capacidad de hacer lo correcto para salvar a sus países de crisis más profundas.
La realidad es que las decisiones que tomaron las grandes potencias durante el año pasado fueron, en el mejor de los casos, insuficientes para poder contrarrestar los problemas gigantescos que se venían en el panorama. El caso europeo es el más claro, donde los políticos gobernantes cuidaron al máximo sus niveles de aceptación y acabaron por salir, expulsados por sus furibundos ciudadanos.
En Estados Unidos la situación no fue muy diferente. Demócratas y republicanos se han enfrascado en una lucha de poder donde el equilibrio legislativo los ha llevado a la parálisis y los afanes de conquistar el poder presidencial este año los ha tornado descarados en sus propósitos electorales.
Este 2012 no empieza con los mejores augurios económicos, al menos no para los principales bloques económicos.
A la posibilidad de una crisis mayor en Europa se suma el riesgo de que arrastre a otras regiones como América del Norte y China, que tampoco se mantiene inmune a los efectos de una desaceleración mundial.
Además no hay que perder de vista que entre la Navidad y el Año Nuevo la tensión entre Irán y Estados Unidos llegó a niveles que de hecho afectaron seriamente los precios del petróleo. Y el estilo de gobernar del heredero del poder norcoreano sigue siendo una gran duda.
También por aquellos días de descanso decembrino se conocieron otros datos que ayudaron a alimentar las esperanzas de que la economía estadounidense no pudiera llegar hasta los linderos de una nueva recesión.
La confianza de los consumidores en Estados Unidos subió más de lo que esperaba el mercado en diciembre pasado, hasta niveles no vistos en ocho meses previos. Más contrataciones implican más consumidores dispuestos a hacer lo que mejor saben: comprar y gastar.
Pero esos mismos ciudadanos estadounidenses más confiados en consumir también muestran una preocupación por las condiciones financieras de su país y expresan su preocupación por la poca capacidad política de sus representantes.
Ven con temor en lo interno que las firmas calificadoras sigan el camino de Standard and Poor’s y degraden la deuda estadounidense. Y en lo externo ven con gran preocupación la crisis europea y sienten que un agravamiento de las condiciones allá, inevitablemente repercutirían acá en su economía.
Ésos son los consumidores, pero también los analistas económicos parecen más confiados a que las cosas podrían no ser tan terribles en este inicio de año.
De acuerdo con una encuesta entre 20 economistas afamados, en estos momentos la posibilidad de que Estados Unidos pudiera caer en una recesión alcanza 20% contra 30% que mostraba al cierre del tercer trimestre del año pasado.
Hay coincidencia entre los expertos de que el año cerró en mejores condiciones de lo esperado en cuanto a la generación de empleo y el consumo, lo que puede al final ayudar a arrojar una mejor cifra de crecimiento económico.
Ahora, si los partidos políticos en Estados Unidos han trabajado tanto con la mira puesta en las elecciones de este año, seguro que harán lo que esté a su alcance para que los votantes se sientan cómodos en el bolsillo para que voten con entusiasmo.
Para un país como México la influencia mayor llega desde Estados Unidos, pero para la economía más grande del mundo, un impacto negativo puede llegar lo mismo de Europa que de China y los dos bloques presentan problemas con su desempeño económico. Mañana repasamos la suerte de unos y de otros en este inicio de año.
La primera piedra
¿Se acuerdan del pronóstico del fin del mundo por el Y2K?
Durante los últimos meses del siglo pasado se generó una gran expectativa sobre la posibilidad de que el mundo moderno colapsara ante la imposibilidad de los sistemas de cómputo de poder reconocer si estaba en el siglo XXI o en el XIX.
La realidad es que no pasó nada, absolutamente nada. En buena medida porque la mayoría de los sistemas operativos obtuvo los parches pertinentes para mantener su operación normal.
Pero fue también un hecho que muchos lucraron con esa psicosis colectiva del fin del mundo en el 2000.
Este año tendrá su propia expectativa del final de los tiempos, adjudicado al calendario maya. Lo que se ve venir es una sobreexplotación del evento en donde algunos ofrecerán espectáculos, conferencias y productos alusivos. Pero otros ofrecerán salvarse del fin del mundo.
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