Por: Juan María Naveja - El Economista
Terminó una muy respetable etapa de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, después de 30 años de construir un entramado en el Poder Judicial poniendo énfasis en la capacitación y desarrollo de sus integrantes, nos disponemos a pasar al país de un poder absoluto, que controla todo. Fin de la democracia, fin del concepto de república.
Un presidente, Ernesto Zedillo, puso las condiciones para construir un Poder Judicial independiente, otro, Andrés Manuel López Obrador, a capricho lo destruyó. No le gustó que la Corte lo hiciera cumplir la Constitución, trató de imponer sus decisiones, intentó alargar la presidencia de Arturo Zaldívar, maniató y controló al Tribunal Electoral y en el INE le regalaron a su partido una mayoría calificada que no ganó en las urnas, lo demás será historia.
Las cosas no pintaron bien desde 2018, el presidente de la SCJN Arturo Zaldívar se convirtió en un lacayo de Palacio Nacional desde donde trataron de alargarle el periodo, pero no lo consiguieron. Ya sin el poder de la presidencia se dedicó a dinamitar la Corte dentro y después desde fuera. López Obrador ordenó y él ejecutó.
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