Alfredo González - El Heraldo de México
Pese a decomisos históricos y operativos de seguridad, el saqueo de combustibles continúa drenando las finanzas públicas, mientras la producción petrolera cae y el futuro energético depende de abrir el sector a la inversión privada
El huachicol, en todas sus modalidades, se ha convertido en un cáncer que corroe las finanzas públicas del país y que, pese a los esfuerzos del gobierno, todavía no encuentra cura.
No lo dice la oposición ni los comentócratas de sofá, sino los diagnósticos oficiales: mientras la autoridad logra tapar un boquete, otros se abren para seguir drenando combustible. El saqueo ya no se limita a la gasolina, pues también alcanza el gas licuado y el petróleo crudo sin refinar.
Según cálculos oficiales, el robo asciende a cerca de 50 mil barriles diarios, lo que representa pérdidas que rondan los 25 mil millones de pesos al año.
El tamaño del daño a las finanzas públicas es mayúsculo. Y aunque la Secretaría de Seguridad federal, encabezada por Omar García Harfuch, junto con el Gabinete de Seguridad, ha asestado golpes importantes, todavía queda mucho por hacer.
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