- Si la clase política no asume la responsabilidad de recomponer el entramado político, seremos los ciudadanos quienes paguemos los costos de la parálisis y la polarización.
Enrique Quintana - El Financiero
Como si se tratara de la Arena Coliseo y no de la Comisión Permanente del Congreso, la política mexicana volvió a exhibir su rostro más áspero.
El pleito entre Alejandro ‘Alito’ Moreno, dirigente del PRI, y Gerardo Fernández Noroña, presidente de la Comisión, rayó en lo grotesco. Insultos, descalificaciones y gritos, seguidos de empujones y manotazos, ocuparon el lugar que debía ser reservado para el debate de argumentos y la discusión de ideas.
No es un episodio aislado, sino un síntoma preocupante. En los últimos años la clase política ha convertido la confrontación en método de supervivencia.
Lo que debería ser discrepancia razonada, motor indispensable de la democracia, se degrada en un intercambio de diatribas que vacía de contenido a las instituciones y ahonda la distancia entre la ciudadanía y sus representantes.
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