Rolando Cordera Campos - Periódico La Jornada
Apenas ayer, recordarán varios, la centralidad del cambio estructural estaba articulada por la promesa de una economía abierta y de mercado que llevaría, se aseguraba, a una nueva y promisoria (re)configuración mundial, a un mercado global unificado y a una democracia liberal centrada en la defensa y promoción de los derechos humanos. Era, sin mayores detalles ni recuentos históricos, el fin de la guerra fría y el triunfo del capitalismo democrático tal y como lo entendían los triunfadores.
Como todo discurso con ínfulas transformadoras de historias y mentalidades, el neoliberal presumía tener las recetas para superar tanto el dilema económico secular entre eficiencia y equidad como la subsistencia y la reproducción de las sociedades, para lo que recomendaba liberar comercio, finanzas e inversiones, así como disciplinar los gastos públicos, dejando a los Estados fuera de cualquier intervención significativa en la economía.

No hay comentarios:
Publicar un comentario